Segunda Guerra Mundial. Escuadrón de Combate 256 de las Fuerzas Aéreas de los EEUU, Pianosa, Italia. Las tripulaciones de los bombarderos ven incrementadas el número de misiones sobre el enemigo sin ser licenciados. Parecen estar encerrados en una pesadilla de la que no pueden escapar. Y ahí, como la mejor que existe, relumbra la Trampa 22:
– Pierdes el tiempo – se vio obligado a decirle el doctor Daneeka.
– ¿No puedes dar de baja a alguien que esté loco?
– Sí, claro. Tengo que hacerlo. Hay una norma según la cual tengo que dar de baja a todos los que estén locos.
– Entonces, ¿por qué no me das de baja a mí? Estoy loco. Puedes preguntárselo a cualquiera. Te dirán hasta qué punto estoy loco.
– Ellos sí que están locos.
– Entonces, ¿por qué no les das de baja?
– ¿Por qué no me lo piden?
– Porque están locos.
– Claro que lo están – convino el doctor Daneeka –. Acabo de decírtelo, ¿no?, y un loco no puede decidir si tú lo estás o no, ¿no te parece?
Yossarian lo miró con calma y atacó por otro lado.
– ¿Y Orr? ¿Está loco?
– Claro que sí – respondió el doctor Daneeka.
– ¿Puedes darle de baja?
– Claro. Pero primero tiene que pedírmelo. Así son las normas.
– ¿Y por qué no te lo pide?
– Porque está loco – respondió el doctor Daneeka –. Tiene que estarlo para seguir participando en misiones de combate después de todos los avisos que ha recibido. Claro que puedo darle de baja, pero primero tiene que pedírmelo.
– ¿Eso es lo único que tiene que hacer para que le den la baja?
– Sí. Pedírmelo.
– ¿Y después podrás darle de baja? – preguntó Yossarian.
– No.
– O sea, es una trampa.
– Claro que es una trampa – corroboró el doctor Daneeka –. La trampa 22. Cualquiera que quiera abandonar el servicio no está realmente loco.
Sólo había una trampa, y era la 22, que establecía que preocuparse por la propia seguridad ante peligros reales e inmediatos era un proceso propio de mentes racionales. Orr estaba loco y podían retirarle del servicio; lo único que tenía que hacer era solicitarlo. Y en cuanto lo hiciera, ya no estaría loco y tendría que cumplir más misiones. Orr estaría loco si cumpliera más misiones y cuerdo si no las cumpliera, pero si estaba cuerdo tenía que realizarlas. Si las realizaba estaba loco y no tendría que hacerlo; pero si no quería estaba cuerdo y tenía que hacerlo. A Yossarian le conmovió profundamente la absoluta sencillez de aquella cláusula de la trampa 22 y emitió un silbido de admiración.
– Eso es una trampa y lo demás tonterías – comentó.
– Es la mejor que existe – admitió el doctor Daneeka.”
Trampa 22 la novela de Heller se ha convertido en emblema que refleja la estupidez burocrática militar. En un símbolo de nuestros tiempos, de la siniestra maldad sin rostro que anida en el fondo de nuestra sociedad y de nuestras leyes.
En una de las escenas de la novela un grupo de policías militares ayudados por unos carabinieri desalojan a un grupo de prostitutas:
– Pierdes el tiempo – se vio obligado a decirle el doctor Daneeka.
– ¿No puedes dar de baja a alguien que esté loco?
– Sí, claro. Tengo que hacerlo. Hay una norma según la cual tengo que dar de baja a todos los que estén locos.
– Entonces, ¿por qué no me das de baja a mí? Estoy loco. Puedes preguntárselo a cualquiera. Te dirán hasta qué punto estoy loco.
– Ellos sí que están locos.
– Entonces, ¿por qué no les das de baja?
– ¿Por qué no me lo piden?
– Porque están locos.
– Claro que lo están – convino el doctor Daneeka –. Acabo de decírtelo, ¿no?, y un loco no puede decidir si tú lo estás o no, ¿no te parece?
Yossarian lo miró con calma y atacó por otro lado.
– ¿Y Orr? ¿Está loco?
– Claro que sí – respondió el doctor Daneeka.
– ¿Puedes darle de baja?
– Claro. Pero primero tiene que pedírmelo. Así son las normas.
– ¿Y por qué no te lo pide?
– Porque está loco – respondió el doctor Daneeka –. Tiene que estarlo para seguir participando en misiones de combate después de todos los avisos que ha recibido. Claro que puedo darle de baja, pero primero tiene que pedírmelo.
– ¿Eso es lo único que tiene que hacer para que le den la baja?
– Sí. Pedírmelo.
– ¿Y después podrás darle de baja? – preguntó Yossarian.
– No.
– O sea, es una trampa.
– Claro que es una trampa – corroboró el doctor Daneeka –. La trampa 22. Cualquiera que quiera abandonar el servicio no está realmente loco.
Sólo había una trampa, y era la 22, que establecía que preocuparse por la propia seguridad ante peligros reales e inmediatos era un proceso propio de mentes racionales. Orr estaba loco y podían retirarle del servicio; lo único que tenía que hacer era solicitarlo. Y en cuanto lo hiciera, ya no estaría loco y tendría que cumplir más misiones. Orr estaría loco si cumpliera más misiones y cuerdo si no las cumpliera, pero si estaba cuerdo tenía que realizarlas. Si las realizaba estaba loco y no tendría que hacerlo; pero si no quería estaba cuerdo y tenía que hacerlo. A Yossarian le conmovió profundamente la absoluta sencillez de aquella cláusula de la trampa 22 y emitió un silbido de admiración.
– Eso es una trampa y lo demás tonterías – comentó.
– Es la mejor que existe – admitió el doctor Daneeka.”
Trampa 22 la novela de Heller se ha convertido en emblema que refleja la estupidez burocrática militar. En un símbolo de nuestros tiempos, de la siniestra maldad sin rostro que anida en el fondo de nuestra sociedad y de nuestras leyes.
En una de las escenas de la novela un grupo de policías militares ayudados por unos carabinieri desalojan a un grupo de prostitutas:
– (…) Entraron con las porras y las echaron. No las dejaron coger ni los abrigos. Pobrecitas. Las echaron a la calle.
– ¿Las detuvieron?
– Las echaron. Las echaron a la calle.
– Si no las detuvieron que hicieron con ellas (…) Tiene que ver alguna razón – insistió Yossarian (…) – No pueden entrar aquí sin más y cargárselo todo.
– No hay ninguna razón – se lamentó la vieja – Ninguna razón.
– Entonces, ¿con qué derecho lo hicieron?
– La trampa 22
– ¿Qué? – Yossarian se paró en seco, asustado, y un escalofrío le recorrió el cuerpo – ¿Qué ha dicho?
– La trampa 22 – repitió la vieja, balanceando la cabeza – La trampa 22 dice que tienen derecho a hacer cualquier cosa que no podamos impedirles que hagan.
– ¿A qué demonios se refiere? – le gritó Yossarian, atónito y furioso – ¿Cómo sabe que es la trampa 22? ¿Quién se lo ha dicho?
– Los soldados de los sombreros duros y las porras. Las chicas preguntaron, llorando: “¿Hemos hecho algo malo?”. Ellos dijeron que no y las empujaron hasta la puerta con la punta de las porras. “Entonces ¿por qué nos echan?”, preguntaron las chicas. “La trampa 22”, contestaron los hombres. Sólo dijeron eso, “Trampa 22”, “Trampa 22” ¿Qué significa? ¿Qué es la trampa 22?
– ¿No se lo enseñaron? – preguntó Yossarian, dando patadas colérico y angustiado – No les pidieron que se lo leyeran?
– No tienen que enseñar la trampa 22 – respondió la vieja – La ley dice que no tienen obligación de hacerlo.
– ¿Qué ley dice eso?
– La trampa 22.
Sabiamente, Heller hace que la trampa 22 supere el ámbito militar y se implante en el civil. La trampa 22 es una insidiosa artimaña legal que permite a quien ostenta el poder cualquier tipo de intervención.
Esto suena impúdicamente actual.
La trampa 22 dice que tienen derecho a hacer cualquier cosa que no podamos impedirles que hagan.
Vivimos un programa abyecto de demolición de los logros sociales e imposición de la primacía de los valores de rentabilidad y ganancia. Es la aplicación de la trampa 22.
Quizás haría falta un buen analista económico para destacar de qué forma la Trampa 22 se está apoderando de nuestras vidas. Empezando por las entidades financieras capaces con sus especulaciones de desestabilizar la economía global y que a cambio reciben inyecciones de dinero público para poder seguir especulando, (¿Es cierto que en la Bolsa de Nueva York se invierte en climatología?, ¿cómo una casa de apuestas de predicción del tiempo?) y acabando con las medidas que intentan crear una especie de estado policial para reprimir las protestas ciudadanas.
Es lógico que protestes, estarías loco si no protestases, “preocuparse por la propia seguridad ante peligros reales e inmediatos (es) un proceso propio de mentes racionales”. Pero te castigaremos si lo haces porque el Estado debe prevenir las actitudes dementes de sus ciudadanos.
Trampa 22 ha trascendido el ámbito de lo literario para afianzarse en el habla cotidiana como expresión común, al menos entre los angloparlantes, me informa Javier A. Moreno desde twitter: Lo mejor de Catch 22 es que la expresión se haya incorporado al idioma y la gente la use incluso sin haber leído el libro. En inglés la usan para referirse genéricamente a un dilema producido por una norma contradictoria.
Pero como comentan el doctor y Yossarian, la trampa 22 es la mejor que existe. Eso no puede habérsele pasado por alto al poder. Ser capaces de articular una trampa 22 en forma de leyes o de reformas o de recortes, incontestable por parte de los ciudadanos, que protestan por la desmesurada injusticia de los cambios pero no hacen nada por oponerse a ellos. Estarían locos si lo hiciesen. Las últimas medidas represoras van encaminadas a devolver al redil a aquellos que piensan lo contrario, que estarían locos si no protestasen.
Como diría alguno de nuestros ilustres próceres, esos que nos deslumbran por su sabiduría y elocuencia: “Los recortes son necesarios y deben asumirlos los ciudadanos porque es necesario recortar”
Incontestable.
Este comentario debería haber sido otro. Me he dejado llevar por las consecuencias, pero tampoco he dejado que me llevase demasiado lejos. Me debato entre la necesidad y la mala conciencia.
Resumiendo, la tesis sería: El sistema capitalista es insostenible. Para evitar esa circunstancia se promulgan leyes y se toman medidas para fingir que es sostenible. La trampa 22 es todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Y lo terrible es que la novela está ambientada en la 2ª Guerra Mundial.
Tal vez, como Yossarian, deberíamos todos andar desnudos por ahí, subiéndonos a los árboles, simulando que estamos locos.
Pero otra de las cosas que la novela intenta demostrar es que cualquier acción contra el poder es inútil. Es jodido decir esto, es jodido aceptar la derrota de antemano. El fracaso esta muy bien como teoría en el ámbito literario, pero como personas, como ciudadanos, merecemos triunfar.
Desde que vi la película de Mike Nichols, tenía interés en leer la novela. No resultará extraño que afirme que la novela de Heller es muchísimo mejor que la película, y eso que, con su visión esquemática de los hechos narrados por Heller, se trata de una película notable.
Pero la novela, con toda su carga de ironía y desesperanza, con toda su carga crítica, no solo a las normas militares, sino también a la economía salvaje y a las relaciones humanas, con su estructura que avanza y retrocede en el tiempo, mostrándonos fragmentos que poco a poco van constituyendo un todo demoledor, debe meritoriamente destacarse como clásico moderno.
Los textos de la traducción de Catch 22 de Joseph Heller, a cargo de Flora Casas para RBA.
9 comentarios:
Acostumbraos a los cambios. Al parecer el nuevo interfaz de blogger se va a convertir en una tortura para mi.
joder, port, me parece un post genial; yo tengo el libro hace tiempo (adquirido de saldo, por un par de euros), pero no me ha dao por leerlo; la peli la he visto y me ha gustado, me ha sorprendido que no sea mas conocida... desde luego tu post me induce a leer el libro;
un saludo; no te dejes torturar por la interfaz
COOOÑEEEEES!!!
Lo estaba buscando desde hace unas semanitas, de hecho estoy intentando pedirlo por la red xq no lo encuentro en ningún sítio.
CATCH 22... ññññññ siempre me ganas!!
hoy no te beso
además aguántate con lo de la interfaz que lo de las letritas tb me tiene frita a mi
La catorce quince, en cristiano de toda la vida. Sí señor, ahí vamos.
Javier.
"EN FAVOR DEL IMPRESIONISMO NARRATIVO"
El libro es estupendo y subscribo tu reseña
Como dice M. Houellebecq en "Plataforma":
"Seguiré siendo hasta el final un hijo de Europa, de la angustia y de la vergüenza; no tengo ningún mensaje de esperanza. No odio Occidente, todo lo más lo desprecio con toda mi alma. Sólo sé que, tal como somos, apestamos a egoismo, masoquismo y muerte. Hemos creado un sistema en el cual ya no se puede vivir; y lo que es más, seguimos exportándolo".
Magnífico post, por cierto.
'-Sí -dice el Caballero Negro-, estamos utilizando Wellingtons, Hampdens y Hallifaxs contra sus ciudades. Pero las pérdidas son elevadas. Alrededor del seis o el siete por ciento en cada incursión. Lo que está muy cerca de lo inaceptable.
-¿Qué es inaceptable?
-Nunca se explicita qué es inaceptable -dice el caballero Marrón-. Depende, sabéis, de la situación. La situación puede requerir que un día se declare que lo que es aceptable es más importante, ¿me seguís?, que lo que había sido previamente inaceptable. Una trampa en la que no se quiere caer. Por esa razón utilizamos la fórmula "muy cerca de lo inaceptable".'
El rey, Donald Barthelme, Círculo de lectores, 1996 (traducción de Vicente Campos)
EUREKA!!!
Este sábado en una libreria de 2º mano... versión original.
Llevo pocas páginas pero ya te digo que es genial.
:)
Soy un robot feliz
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