Acabo de terminar La flecha del tiempo, de Martin Amis. Durante toda la mañana cualquier acto cotidiano se convierte en una extraña sucesión de menudencias que sé bien a dónde llevaran. Incluso me creo capaz de adivinar mi futuro. No. Conozco mi futuro. Todo resulta ajeno y desconcertantemente pendiente de una ilación que no acabo de entender, como si toda la línea del tiempo se estuviese invirtiendo y no pudiese adecuar las cosas a su contexto actual. En estas condiciones es mucho más complicado descubrir de qué manera unas lecturas condicionan otras o cómo influyen la percepción y los comentarios que pueda hacer sobre los textos leídos. Porque hay un orden, pero no entiendo cuál es el correcto, cuál nos lleva a una correcta interpretación evolutiva.
Entonces digamos que últimamente, como una nube de conceptos que parecen trascender a la sucesión temporal, he leído 1Q84, Cartas en el asunto, Contraluz, La cúpula, Némesis y La flecha del tiempo (hay otros títulos, pero estos sirven para lo que sea que quiero explicar si es que quiero explicar algo o simplemente intento poner orden a este desbarajuste que me bloquea (aunque lo que realmente me bloquea sea otra cosa que no quiero comentar (cobarde)))
En facebook lancé una botella con mensaje intentando ser rescatado: “Antes de Contraluz de Pynchon, leí Cartas en el asunto, de Pratchett y a continuación La cúpula de Stephen King. ¿Pensáis que eso puede afectar a mi apreciación crítica de la novela de Pynchon?”
Las respuestas incluían este curioso vídeo en el que supuestamente aparece Thomas Pynchon (aunque en realidad el personaje que aparece cruzando la imagen en el televisor (atención: no un vídeo subido directamente a youtube, sino el vídeo de la proyección de un vídeo) parece Stephen King) y la no sorprendente revelación de que Pynchon lee a King.
De momento en Contraluz he encontrado dos referencias directas a la obra de King, la mención a Castle Rock y la aparición de los Tommyknockers en las minas (lo cual me llevó también a Desesperación, pero eso es otra historia)
Martin Amis rompe la línea temporal para ofrecernos un sorprendente relato involutivo de la vida de un hombre. Los personajes de Pynchon corren (no hay otra palabra, toda la novela es como la carrera de la reina roja, un frenético sprint para quedarnos en el mismo sitio) obsesionados por la textura del tiempo y por la difracción producida por el espato de Islandia, similar a la dicotomía espacio temporal en la que nos sumerge Murakami con Bach como pretexto. Y leo a Pynchon y debo recordarme que ya no estoy leyendo a Pratchett (como ya quedó dicho). Y leo a King y no me es difícil recordar que no estoy leyendo a Pynchon, pero tengo la sensación de que en cierta manera La cúpula es una historia que le hubiese gustado contar a Pynchon. Me doy cuenta que Contraluz es el centro obsesivo de toda esta elucubración. Pero en medio de todo este maremagnum que parece conducir inevitablemente al maelstrom creado por Pynchon destaca (como una tabla de salvación indiferente a la corriente que todo lo engulle, como el ataúd de Queequeg) Némesis de Philip Roth. Parece una novela libre de influencias más allá de la propia autoreferencia de Roth... todo Roth recuerda a Roth. Después (¿al principio?) Martin Amis hace que todo se tambalee.
Está claro que solo hay una forma de acabar con esto: Hay que desmenuzar Contraluz. (¿Pensabais que iba a decir que había que matar a Pynchon?) Pero eso sería tan inútil como desmenuzar a martillazos (estoy descubriendo el martillo como una estupenda arma literaria) una roca e intentar reconstruirla de nuevo. La entropía juega en nuestra contra.
Así que este blog se da un respiro de un par de semanas hasta que este lamentador encuentre una forma de abordar Contraluz sin desaparecer en el vórtice del abismo.
Tal vez no lo consiga.
Entonces digamos que últimamente, como una nube de conceptos que parecen trascender a la sucesión temporal, he leído 1Q84, Cartas en el asunto, Contraluz, La cúpula, Némesis y La flecha del tiempo (hay otros títulos, pero estos sirven para lo que sea que quiero explicar si es que quiero explicar algo o simplemente intento poner orden a este desbarajuste que me bloquea (aunque lo que realmente me bloquea sea otra cosa que no quiero comentar (cobarde)))
En facebook lancé una botella con mensaje intentando ser rescatado: “Antes de Contraluz de Pynchon, leí Cartas en el asunto, de Pratchett y a continuación La cúpula de Stephen King. ¿Pensáis que eso puede afectar a mi apreciación crítica de la novela de Pynchon?”
Las respuestas incluían este curioso vídeo en el que supuestamente aparece Thomas Pynchon (aunque en realidad el personaje que aparece cruzando la imagen en el televisor (atención: no un vídeo subido directamente a youtube, sino el vídeo de la proyección de un vídeo) parece Stephen King) y la no sorprendente revelación de que Pynchon lee a King.
De momento en Contraluz he encontrado dos referencias directas a la obra de King, la mención a Castle Rock y la aparición de los Tommyknockers en las minas (lo cual me llevó también a Desesperación, pero eso es otra historia)
Martin Amis rompe la línea temporal para ofrecernos un sorprendente relato involutivo de la vida de un hombre. Los personajes de Pynchon corren (no hay otra palabra, toda la novela es como la carrera de la reina roja, un frenético sprint para quedarnos en el mismo sitio) obsesionados por la textura del tiempo y por la difracción producida por el espato de Islandia, similar a la dicotomía espacio temporal en la que nos sumerge Murakami con Bach como pretexto. Y leo a Pynchon y debo recordarme que ya no estoy leyendo a Pratchett (como ya quedó dicho). Y leo a King y no me es difícil recordar que no estoy leyendo a Pynchon, pero tengo la sensación de que en cierta manera La cúpula es una historia que le hubiese gustado contar a Pynchon. Me doy cuenta que Contraluz es el centro obsesivo de toda esta elucubración. Pero en medio de todo este maremagnum que parece conducir inevitablemente al maelstrom creado por Pynchon destaca (como una tabla de salvación indiferente a la corriente que todo lo engulle, como el ataúd de Queequeg) Némesis de Philip Roth. Parece una novela libre de influencias más allá de la propia autoreferencia de Roth... todo Roth recuerda a Roth. Después (¿al principio?) Martin Amis hace que todo se tambalee.
Está claro que solo hay una forma de acabar con esto: Hay que desmenuzar Contraluz. (¿Pensabais que iba a decir que había que matar a Pynchon?) Pero eso sería tan inútil como desmenuzar a martillazos (estoy descubriendo el martillo como una estupenda arma literaria) una roca e intentar reconstruirla de nuevo. La entropía juega en nuestra contra.
Así que este blog se da un respiro de un par de semanas hasta que este lamentador encuentre una forma de abordar Contraluz sin desaparecer en el vórtice del abismo.
Tal vez no lo consiga.
9 comentarios:
Como no tengo nada que decir, te dejo un comercial de Lynch:
http://www.youtube.com/watch?v=U4eQ6ZsGbmY
Time's arrow ha sido uno de los poquísimos libros que he leído de Amis. Y lo leí hace mucho.Hay un cortometraje, no recuerdo si español o chileno, bastante bueno, que sigue la misma idea de Time's Arrow. Lo busque por todos lados sin éxito.
¿Merece la pena leer a King? Nunca me he acercado a su obra porque no me interesa el género de terror, pero quizá tenga algo que merezca la pena, que conozcáis, que no sea de mero terror.
Saludos.
Hace poco traté de releer a King, llevado por los elogios a este escritor que parecen haberse puesto de moda, y retomé la novela It, que intenté leer sin éxtio en mi adolescencia. Y la verdad, en esta relectura me encontré con que es aún peor de lo que recordaba. Un estilo increiblemente pobre (sujeto-verbo-predicado, sujeto-verbo-predicado...) Espantoso.
King es muy divertido. Y la mayoría de su obra no debería ser clasificada como "terror" sino más bien como "suspenso fantástico", o algo así. A veces tiznado con algo de ciencia ficción.
A mí me gusta cuando los escritores usan el estilo "sujeto-verbo-predicado". Prefiero esos a los que ahora pululan y pretenden que los aplaudan por sus frases anidadas agramáticas.
Pues yo me encontré hace poco con esta frase, que me gusta bastante aunque es larga de cojones:
"Dicho esto, aquellos que no hubieran merecido el tan ansiado salvoconducto a la selectividad se tenían que conformar con unas palmaditas solidarias en la espalda y una recriminación benévola por no haber sabido corregir el rumbo de su destino con una miserable pata de cerdo o una rutinaria mamadita, mientras que a los tres o cuatro cretinos que no habían bajado del siete en todo el curso pero aún así se habían pasado la mañana jugando a estar al borde de un ataque de nervios se les hacía pagar su desvergüenza con mofas de toda clase, insultos de intensidad variada y ocasionales agresiones leves en la parte posterior del cuello, sobretodo si su apellido empezaba por una de las últimas letras del abecedario y a su salida del despacho les esperaban muchos de los que ya sabían que se las iban a tener tiesas con sus padres nada más llegar a casa y, lógicamente, necesitaban a alguien a quien hacérselo pagar."
Frasón.
¿Como cuáles, Javier? Porque yo prefiero -por poner dos ejemplos de literatura en las antípodas del bestseller- a un Celso Castro o a un Portnoy que constante la brutalidad del presente, antes que a esa morralla de estación de autobuses que escribe el taller de King. Y seguro que tú también, ¿a que sí? (Y no lo digo por hacer la pelota al anfitrión...)
Jamás me he acercado a King pero me consta que john irving, muy amigo suyo, también lo lee. O dice que lo hace.
No creo que tu sensibilidad lectora se haya visto afectada para discriminar perfectamente entre King y Pynchon.
Espero tu vuelta.
Para la sección de autobombo, con mi más sincera felicitación:
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/29356/Cosecha_del_2011
¿Por qué tenemos de valorar a un escritor según sus gustos literarios?Es curioso,pero en las entrevistas de buenos escritores nunca suelen decir la verdad sobre sus gustos,porque saben que lo masacraran.King ha escrito obras memorables y tiene escritores lectores superiores a él y a mí esto no me parece mal.Juzgar,siempre estamos juzgando,precisamente una de las libertades que nos brinda el placer de leer.
Un cordial saludo.
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