28/9/10

Brat, de Aleksey Balabanov

Nikita Mikhalkov dijo tras ver una película de Balabanov que mientras Tarantino filma sus propios cuentos de hadas, Balabanov retrata la cruda realidad.

Realidad.

Gruz 200 (Cargo 200) se construye en base a hechos reales pero basándose en fragmentos de narraciones de Faulkner y Dostoievski. Dos de las primeras películas de Balabanov, Schastlivye dni y Zamok están basadas respectivamente en textos de Beckett y Kafka: Happy days y El castillo.

Realidad. Cuando Balabanov es más "realista" es cuando traspone a Rusia, o a ese interregno en tránsito desde la caída de la URSS, el relato cinematográfico estadounidense. Si Mikhalkov lo compara con Tarantino es porque, al menos en Brat, Balabanov es comparable a Tarantino. Pero también a Melville, o al Mike Hodges de Get Carter. O las frías películas japonesas de yakuzas y samuráis. Y a Jarmush.
Creo que Mikhalkov confunde sordidez con realidad.

Lo que une a Balabanov y a Jarmush es el suburbio. Plasman con idéntica fuerza el desmoronamiento de la ciudad como esa descomposición de la urbe influye en sus personajes. El suburbio es un personaje recurrente en Jarmush y lo recorre a bordo de un automóvil desvencijado con la cámara asomando por la ventanilla. En Brat, Balabanov nos lleva a recorrer San Petersburgo, un paseo por las glorias zaristas y los triunfos de la arquitectura soviética, pero hace que sus personajes caminen por calles enfangadas, se refugien en los cementerios y vivan en habitaciones destartaladas.



Pero lo fascinante de Brat, es recordar que por esas mismas calles que nos muestra Balabanov, esos decadentes escenarios en aparente proceso de reconstrucción-desmoronamiento, son las que transitaron Dostoievski y Nabokov:

¡Qué profundamente ajenas a estas turbadas noches eran aquellas mañanas de San Petersburgo en las que, fiera y tierna, húmeda y deslumbrante, la primavera ártica facturaba lejos de nosotros los bloques de hielo que arrastraba con su corriente aquel Neva tan luminoso como el mar! Esa primavera hacía brillar los tejados. Pintaba la enlodada nieve de las calles de una intensa tonalidad morada del azul que luego no he vuelto a ver en ningún lugar.

Habla, memoria, V. Nabokov (trad. de E. Murillo)

Finalmente, el día otoñal, gris, opaco y sucio, le atisbaba por la grasienta ventana con tan mal humor y mueca tan torcida que el señor Goliadkin ya no podía de modo alguno dudar que se hallaba no en un remoto país de maravillas, sino en la ciudad de Petersburgo, en la capital, en la calle Shestilavochnaya, en el cuarto piso de una vasta casa de vecindad, en su propio domicilio. (pág. 7)

La noche era horrenda, noche de noviembre, húmeda, neblinosa, lluviosa, nivosa, noche preñada de catarros, resfriados, flemones, calenturas, anginas, fiebres de todo género y gravedad, en suma, una de esas noches con que el mes de noviembre galardona a la ciudad de Petersburgo. El viento aullaba en las calles desiertas, alborotando el agua negra de la Fontanka, que brincaba por encima de las argollas de amarre, y haciendo rechinar con su empuje los débiles faroles del muelle, que a su vez respondían con esos chirridos agudos y ensordecedores que forman el incesante concierto de sonidos inaguantables tan conocidos de los habitantes de Petersburgo. Llovía y nevaba al mismo tiempo. Los chorros de agua en que el viento convertía la copiosa lluvia cruzaban horizontalmente, como lanzados por la manga de un bombero, pinchando y cortando la cara del infortunado señor Goliadkin como otros tantos alfileres y agujas. (pág. 40)

El doble, F. Dostoievski (trad. J. López-Morillas)

San Petersburgo como una ciudad inhóspita y bella, odiada y amada. Balabanov en Brat sabe captar las contradicciones de la ciudad, añadiendo al conjunto la modernidad luchando con el pasado soviético. Una ciudad marcada por heridas como las que parecen llevar sus personajes. Una ciudad contradictoria como una película que parece beber de muchas fuentes, narrada tranquilamente, con explosiones de violencia.
Una película sórdida.
Sí, tal vez como la vida misma. Eso que llamamos realidad.

3 comentarios:

hombre cohete dijo...

presumo de estar al día en cuanto a nuevos cineastas interesantes, tu entrada no hace más que devolverme a mi sitio real. tanto las imagénes como el texto me hacen muy atractiva la figura del para mí desconocido balabanov; ya me estoy haciendo con una copia de lo poco que he encontrado de él.

un saludo afectuoso de
hombrecohete

Jordi M.Novas dijo...

Balbanov?.. un nombre así hay que apuntarlo..

Álvaro dijo...

Lo que pueda decir un indeseable como Mihalov creo que carece de valor, sobre todo cuando se trata de apoyar a Balabanov, antaño un cineasta interesante que no se sabe bien por qué dió un giro a su discurso y decidió convertirse en un putero, perdón, quería decir en un putinero, un ultranacionalista insoportable de esos que aplauden cada cadáver checheno fruto de la opresión rusa. Seguro que a puerta cerrada también aplauden las acciones chinas sobre los tibetanos y los que piden su libertad.
En fin, como mínimo quedará alguna película buena suya. Yo recomiendo "Of Freaks and Men" y su exploración del submundo pornográfico del San Petersburgo del siglo XIX.