8/1/09

Impostura (I): "El impostor inverosímil Tom Castro" de J. L. Borges

impostor, ra.

(Del lat. impostor, -ōris).

1. adj. Que atribuye falsamente a alguien algo. U. m. c. s.

2. adj. Que finge o engaña con apariencia de verdad. U. m. c. s.

3. m. y f. Suplantador, persona que se hace pasar por quien no es.


impostura.

(Del lat. impostūra).

1. f. Imputación falsa y maliciosa.

2. f. Fingimiento o engaño con apariencia de verdad.

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En "El impostor inverosímil Tom Castro", que pertenece a Historia universal de la infamia, Borges relata el caso real de Arthur Orton, también conocido como Tom Castro, que en 1867 suplantó a Roger Charles Tichborne. Lo “inverosímil” de todo el asunto queda patente con la dramatización, léase puesta en escena, del caso.

Se lee en Borges Studies Online de la University of Pittsburg:

La fuente que Borges declara para "El impostor inverosímil Tom Castro" era el artículo de Thomas Seccombe sobre el caso Tichborne que figura en la onceava edición de la Encyclopaedia Britannica. Seccombe (1866-1923) era profesor de historia en la Universidad de Londres, autor de The Age of Johnson y numerosos ensayos, secretario de redacción del Dictionary of National Biography, y un colaborador frecuente de esa edición de la Encyclopaedia. Su artículo sobre el caso Tichborne todavía puede encontrarse, aunque bastante abreviado, en ediciones más recientes de la Encyclopaedia.

El hecho de que Seccombe fuera un erudito bastante peculiar está demostrado por sus prólogos a Las asombrosas aventuras del barón de Munchhausen y a Lavengro de Borrow, así como por su colaboración en el volumen preparado por él y titulado
Twelve Bad Men: Original Studies of Eminent Scoundrels By Various Hands (Doce hombres malos: estudios originales de pillos eminentes por varios autores).

(…)

Como señala Maugham a propósito del caso Tichborne:

El sendero del impostor está lleno de peligros y dificultades, porque tiene que identificarse plenamente con el individuo al que representa. Algo al menos debe saber de todos los hechos importantes de la vida de este último... Sin embargo, el impostor tiene otra dificultad. No sólo debe atar el hilo de su vida al del hombre que está suplantando sino que debe cortar el hilo de los diversos vínculos que lo atan a relaciones y amigos de su propia vida pasada. En la medida de lo posible, debe evitar la posibilidad de ser reconocido y saludado por hermanos o hermanas reprobadores, tías inoportunas, novias con recuerdos alarmantes, y amistades persistentes...

Cualesquiera fuesen los delitos de que era culpable el reclamante, cualesquiera sea la opinión que uno tenga de sus inclinaciones morales y de sus mezquinas, crueles y vergonzosas mentiras dichas durante una serie de años para apoyar un fraude demasiado prolongado, no debemos negarle algo de la virtud que según el Dr. Johnson es la más importante de todas: el valor.
Daniel Balderston. El precursor velado: R. L. Stevenson en la obra de Borges. Cap. 3. Borges Studies Online. On line. J. L. Borges Center for Studies & Documentation.

El proceso judicial y la vida del inverosímil de Tom Castro pueden leerse abreviados en Tichborne Claimant

No nos debe resultar difícil comprender la fascinación que debió sentir Borges ante el caso de Arthur Orton y su consiguiente deseo de narrarlo. Es una historia en la que debe destacarse, antes que la voluntad de impostar una identidad ajena, el deseo de creer en esa impostura por parte de otros. Además Borges elude todo análisis psicológico que pudiera hacernos entender tanto la mentalidad del impostor como la de la madre que acepta esa impostura. El relato en cierta manera se focaliza en Ebenezer Bogle, un personaje ajeno a la psicología de la impostura, tan ajeno como el narrador y a la vez tan responsable como él, y en el destino en forma de carro que le acecha desde “el fondo de los años”. De esta manera Borges parece elegir cierta forma de ficción que no explica los hechos reales, pero sí los justifica narrativamente. La historia de Orton es tan improbable que necesariamente deben existir, en la realidad de los personajes, unos hechos que escapan de las crónicas periodísticas y judiciales.
Narrar es una forma de impostura. Narrar un acontecimiento real es falsearlo. Al narrativizar unos hechos reales el escritor toma partido, crea una ficción a partir de una realidad, la transforma y la convierte en otra realidad.
De eso fue muy consciente el siguiente narrador de la serie: Emmanuel Carrère y su novela El adversario.

(continuará)

5 comentarios:

blumm dijo...

Qué arte.
Esperaré qué desvela ese "continuará"

Anónimo dijo...

No somos todos impostores en algún momento?

http://todayandbooks.blogspot.com

El Buscador de Miradas dijo...

La realidad en sí ya es impostura en el momento que alguien la cuenta, que relata unos hechos desde su particular punto de vista.
La suplantación de otra persona y hacer de ello tu vida (o una parte de ella) ya es otra y fascinante historia, sigue, sigue...

J. M. dijo...

si toda literatura es una impostura, pocemos decir que hay grados; hay una gradacion que diferencia a gente como borges, que participa de la gran ficcion imaginativa y a sebald, por ejmplo, que disuelve la realidad de otra manera... se me ocurre que el arte abstracto es tan ficcion, por tanto tan impostado, como la fotografia, sin embargo, nos creemos mas la foto; debe ser una deformacion cultural...
saludos, me gusta tu blog

Anónimo dijo...

El gran Borges.
Muy bueno.
Saludos.

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