Cahiers du Cinèma España, rinde este noviembre un homenaje en el cincuenta aniversario del estreno de Sed de mal (Touch of evil) de Orson Welles.
No sé que más se puede añadir a todo lo dicho sobre esta (y en este caso no hay exageración posible) obra maestra del cine. Es mejor no hablar. Es obligatorio dejarse seducir por ese caos tan bien organizado que es la película, o mejor por ese objeto tan preciso que es Sed de mal en el que, aparentemente, en su interior reina un caos interpretativo que en pocas ocasiones se ha podido repetir en la historia del cine.
Muchos de los comentaristas de la revista comentan esa manera atropellada en que “los personajes se pisan literalmente las frases-y se apartan los cuerpos- en el interior de un mismo plano” ( Carlos Losilla), en una teoría de “entrecruzamientos” de las historias de los tres personajes principales en la que “la técnica, típica de Welles, de que varios personajes hablen a la vez, como sucede en la realidad, cuadre bien” (Paulino Viota).
Cahiers rescata un reportaje publicado en la hermana mayor (¿o madre?) francesa el año del estreno de Sed de mal:
(…) sabe compensar la exhuberancia de su puesta en escena con la perfecta naturalidad de sus diálogos. La gente habla en sus películas como en la vida, y las indicaciones de interpretación están ahí para conferir al texto toda la espontaneidad, todo el carácter deshilvanado de una conversación ordinaria. Los personajes hablan todos a la vez, se interrumpen, vuelven a empezar, dudan, como en la vida misma. Sabe encontrar el tono precipitado o, por el contrario, indolente del habla cotidiana. Cada personaje sabe recrear de maravilla los estados de distracción, de interés, de abatimiento o exaltación indispensables para la credibilidad de un texto siempre eficaz, pero que no favorece los ejercicios de solista.
Jean Domarchi, Cahiers du cinèma nº 85, enero de 1958. Traducción de Antonio Francisco Rodríguez Esteban.
Tal vez sería interesante ver hasta que punto la escena inicial ha eclipsado con su fama al resto de la película, pero es mejor no hablar, no decir nada:
Los actores se atropellan, se empujan, se desplazan dentro del plano, ocultándose, desapareciendo y volviendo a aparecer. Hay, al menos, diez personajes que hablan en la misma escena. El plano secuencia continúa después de que se nos muestre la caja vacía. Después de un pequeño inciso con Vargas hablando por teléfono mientras la acción sucede a sus espaldas, invisible para él, descubriremos, en otro plano-secuencia el contenido de la caja. El resto es historia.
No sé que más se puede añadir a todo lo dicho sobre esta (y en este caso no hay exageración posible) obra maestra del cine. Es mejor no hablar. Es obligatorio dejarse seducir por ese caos tan bien organizado que es la película, o mejor por ese objeto tan preciso que es Sed de mal en el que, aparentemente, en su interior reina un caos interpretativo que en pocas ocasiones se ha podido repetir en la historia del cine.
Muchos de los comentaristas de la revista comentan esa manera atropellada en que “los personajes se pisan literalmente las frases-y se apartan los cuerpos- en el interior de un mismo plano” ( Carlos Losilla), en una teoría de “entrecruzamientos” de las historias de los tres personajes principales en la que “la técnica, típica de Welles, de que varios personajes hablen a la vez, como sucede en la realidad, cuadre bien” (Paulino Viota).
Cahiers rescata un reportaje publicado en la hermana mayor (¿o madre?) francesa el año del estreno de Sed de mal:
(…) sabe compensar la exhuberancia de su puesta en escena con la perfecta naturalidad de sus diálogos. La gente habla en sus películas como en la vida, y las indicaciones de interpretación están ahí para conferir al texto toda la espontaneidad, todo el carácter deshilvanado de una conversación ordinaria. Los personajes hablan todos a la vez, se interrumpen, vuelven a empezar, dudan, como en la vida misma. Sabe encontrar el tono precipitado o, por el contrario, indolente del habla cotidiana. Cada personaje sabe recrear de maravilla los estados de distracción, de interés, de abatimiento o exaltación indispensables para la credibilidad de un texto siempre eficaz, pero que no favorece los ejercicios de solista.
Jean Domarchi, Cahiers du cinèma nº 85, enero de 1958. Traducción de Antonio Francisco Rodríguez Esteban.
Tal vez sería interesante ver hasta que punto la escena inicial ha eclipsado con su fama al resto de la película, pero es mejor no hablar, no decir nada:
Los actores se atropellan, se empujan, se desplazan dentro del plano, ocultándose, desapareciendo y volviendo a aparecer. Hay, al menos, diez personajes que hablan en la misma escena. El plano secuencia continúa después de que se nos muestre la caja vacía. Después de un pequeño inciso con Vargas hablando por teléfono mientras la acción sucede a sus espaldas, invisible para él, descubriremos, en otro plano-secuencia el contenido de la caja. El resto es historia.
18 comentarios:
Será ver la tal película. :)
Seguramente, la mejor de Welles.
Magnñificas, las imágenes. Saludos!
Ya me hice a una copia. Esta noche la veo. :)
Gracias por la nota, las imágenes y el recordatorio. Welles fue más humano que nunca, tal vez, en esta película tristísima.
Salud y suerte.
Coincido completamente contigo. Ante una obra maestra como esta solo cabe la contemplacion y el disfrute. Las explicaciones a la misma no seran sino meras sombras como las que se reflejan en la pared de los fotograms que tan acertadamente has escogido.
Fernando
Que clásico te me pones, como se nota la edad. jajaja. La película es una auténtica gozada, que duda cabe. Además de todos los aciertos técnicos y dramáticos tiene una fuerza (imprimida fundamentalmente por la rabiosa interpretación de Charlon Heston)increíble que se mantiene intacta con los años, eso sólo pasa con un puñado de películas.
Intenté verla y me quedé dormido. Aburridísima.
algunas escenas de veras que son de antología, que a la larga me parece que la película se descarrila y el final es poco conviencente en mi opinión, de cualquier manera la interpretación de Heston es bastante simpática.
salud,
Soberbia, ciertamente. Poco más se puede decir sobre una película de la que ya se ha desgranado hasta el má mínimo de los detalles.
Volvemos a coincidir en el tema, una vez más, aunque esta vez ha sido a propósito... ¡Qué grande es Welles! Un abrazo,
Luis
Perdonad que tenga el blog un tanto abandonado. Muchas gracias por vuestros comentarios, tanto a los entusiastas como a los aburridos.
:-)
Un saludo
efectivamente, hay una cualidad muy "viva" en el filme, cuadros saturados de gente que se atropella hablando casi simultaneamente,con las paredes y techos casi "encima" y sin embargo toda la cinta trasunta una poderosa estetica cinematografica, donde frente a cada plano y secuencia estamos mas que concientes de que es CINE ( asi, con mayusculas ) desde esa inmortal secuencia inicial, quizás no superada ( si imitada y a veces bien como en "atonement" ) hasta hoy.
saludos. jose luis.
Estoy absolutamente de acuerdo, aunque yo me quede naturalmente con el clímax final que tiene unas ideas del espionaje (compuestas) locas , locas.
Pues algo que nos ha llamado gustado del reportaje del Ca. es la realción entre Wells y Hitchcok. Muy buenos todos los artículos y muy recomendables,
Saludos
La peli es excelente, y el blog también!
Saludoss
muy buena
Es una de mis preferidas y la he visto montones de veces. No me canso de Sed de Mal porque, cada vez que la veo, encuentro en ella algo distinto, como si fuera incapaz de aprehenderla nunca del todo. Con Ciudadano Kane me pasa lo mismo. Jodío Orson Welles...
Así es, ¡jodío Welles! :-)
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