El número de marzo de Cahiers du cinema-España está dedicado al cine transnacional. Concluyen en el Editorial:
"Las herencias y las influencias circulan ahora en múltiples direcciones y el discurso de la crítica está obligado a repensar este nuevo código de circulación. Poner balizas, trazar rutas y definir los nuevos territorios para poder transitar por su interior sin perdernos es una tarea no sólo necesaria, sino incluso urgente. Pero ocurre que ahora las viejas herramientas no son suficientes, porque ya no hay caminos cerrados ni espacios impermeables. Ahí está lo fascinante del trabajo."
Considerar la transnacionalidad de las obras cinematográficas como signo de nuestros tiempos me parece que no es más que un detalle anecdótico. En Cahiers ya dicen que es la crítica la que está obligada a repensar sus criterios teniendo en cuenta que en las actuales condiciones de producción es prácticamente imposible definir un cine nacional. Que Lynch, Coppola, Allen o Jarmush rueden en Europa obedece a motivos económicos. Recordemos que Solondz anunciaba después de Palindromes que posiblemente no encontraría quien le financiase una nueva película. Palindromes es del año 2004 y no hay anunciado ningún nuevo proyecto firmado por Solondz.
El spaguetti-western, las superproducciones de Bronston, o la producción estadounidense de las últimas películas de Kurosawa son buenos ejemplos de que el cine transnacional no es una invención actual. Podriamos citar a Isabel Coixet, pero baste con recordar el sistema de co-producción que arrasó (literalmente) el cine europeo de los setenta.
Lo que me parece más interesante de los artículos que tratan el tema en Cahiers es la conclusión de que parece existir, precisamente en EEUU, una sutil reivindicación de ciertas formas clásicas que podrían componer algo así como un cine nacional estadounidense. Dejaremos de lado que esas formas de narración clásica estadounidense las (re)inventaron directores europeos trabajando ese país en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Y, lo que es más importante, que esa revisión del clasicismo nacional la están llevando a cabo directores que destacaron en principio por su independencia o por cierto tono experimental (para bien y para mal)
Recuerdo las que tengo más reciente: Zodiac, de Fincher; American Ganster de Scott; No es país para viejos de los Coen; Pozos de ambición de Anderson...
(completemos la lista)
En todas ellas uno tiene la sensación de encontrarse ante grandes películas que renuncian a serlo, que ponen en primer lugar la obligación de contar. En todas estas películas se aprecia un alto grado de maestría formal, pero son obras poco ambiciosas artísticamente, ya que se centran en la necesidad narrativa de explicar EEUU, su historia, sus problemas y como han llegado a donde lo han hecho... y me refiero a ese espacio vacío entre las dos torres.
Tal vez eso explique que el único cine que la actualidad se pueda denominar nacional sea, paradójicamente, el que se hace en Hollywood.
Edición:
Alberto complementa la información desde Libro de Notas:
"Las herencias y las influencias circulan ahora en múltiples direcciones y el discurso de la crítica está obligado a repensar este nuevo código de circulación. Poner balizas, trazar rutas y definir los nuevos territorios para poder transitar por su interior sin perdernos es una tarea no sólo necesaria, sino incluso urgente. Pero ocurre que ahora las viejas herramientas no son suficientes, porque ya no hay caminos cerrados ni espacios impermeables. Ahí está lo fascinante del trabajo."
Considerar la transnacionalidad de las obras cinematográficas como signo de nuestros tiempos me parece que no es más que un detalle anecdótico. En Cahiers ya dicen que es la crítica la que está obligada a repensar sus criterios teniendo en cuenta que en las actuales condiciones de producción es prácticamente imposible definir un cine nacional. Que Lynch, Coppola, Allen o Jarmush rueden en Europa obedece a motivos económicos. Recordemos que Solondz anunciaba después de Palindromes que posiblemente no encontraría quien le financiase una nueva película. Palindromes es del año 2004 y no hay anunciado ningún nuevo proyecto firmado por Solondz.
El spaguetti-western, las superproducciones de Bronston, o la producción estadounidense de las últimas películas de Kurosawa son buenos ejemplos de que el cine transnacional no es una invención actual. Podriamos citar a Isabel Coixet, pero baste con recordar el sistema de co-producción que arrasó (literalmente) el cine europeo de los setenta.
Lo que me parece más interesante de los artículos que tratan el tema en Cahiers es la conclusión de que parece existir, precisamente en EEUU, una sutil reivindicación de ciertas formas clásicas que podrían componer algo así como un cine nacional estadounidense. Dejaremos de lado que esas formas de narración clásica estadounidense las (re)inventaron directores europeos trabajando ese país en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Y, lo que es más importante, que esa revisión del clasicismo nacional la están llevando a cabo directores que destacaron en principio por su independencia o por cierto tono experimental (para bien y para mal)
Recuerdo las que tengo más reciente: Zodiac, de Fincher; American Ganster de Scott; No es país para viejos de los Coen; Pozos de ambición de Anderson...
(completemos la lista)
En todas ellas uno tiene la sensación de encontrarse ante grandes películas que renuncian a serlo, que ponen en primer lugar la obligación de contar. En todas estas películas se aprecia un alto grado de maestría formal, pero son obras poco ambiciosas artísticamente, ya que se centran en la necesidad narrativa de explicar EEUU, su historia, sus problemas y como han llegado a donde lo han hecho... y me refiero a ese espacio vacío entre las dos torres.
Tal vez eso explique que el único cine que la actualidad se pueda denominar nacional sea, paradójicamente, el que se hace en Hollywood.
Edición:
Alberto complementa la información desde Libro de Notas:
4 comentarios:
No creo que haya mucha relación entre las películas citada por explicar los EEUU. Si lo hay en American Gangster (aunque básicamente es un regreso al thriller de los 70) y Pozos de Ambición, pero la de los Coen es básicamente una película que traslada el imaginario de McCarthy, sangriento y árido con una perfección inaudita. Zodiac si que encaja en su reflexión pero es más bien hablar del impacto mediático del asesino, que del asesino en sí. Mierda, he terminado pareciendo un viejo que dice sí pero no :)
El resto muy de acuerdo. Muy desafortunado lo del "era global" de la por otro lado muy molona Cahiers española, la más interesante revista de cine estatal en activo (le siguen de cerca letras de cine, tren de sombras y miradas de cine).
No se trata tanto de que haya relación consciente entre ellas como de que se pueda establecer una relación no premeditada entre películas realizadas en el mismo tiempo. Creo que la de los Coen también revisa la historia de EEUU, de hecho el western podría considerarse el único género cinematográfico genuinamente hollywoodiense (¿incluso histórico?).... además, tienes razón... has dicho "no, pero sí"... te estas haciendo viejo, Alvy
jejejejejeje
Mañana o pasado me sumaré a la controversia Cloverfield: a favor o en contra.
Un saludo
(Deberíamos retomar la correspondencia que iniciamos con Death Wish)
Disculpen que me entrometa pero no me he resistido a continuar el diálogo que empieza aquí en Libro de Notas. Dejo el enlace, por si interesara.
La obligación de contar Norteamérica
Oiga, yo siento nostalgia de aquellos pulsos dialécticos. Sigh. ¡Pero prefiero un si con reservas a Cloverfield pero un no con sus logros!
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