El arte reclama ahora una radical visión de conjunto que antes no era de prever. Para satisfacer tal exigencia, la novela precisa una superposición de planos para la que no basta la vieja técnica naturalista: hay que presentar al hombre en su totalidad, en toda la gama de sus posibles experiencias, desde las físicas y sentimentales hasta las morales y metafísicas. Se hace necesario, además, recurrir al elemento lírico, pues sólo él es capaz de ofrecer la precisión requerida.
Hermann Broch, Los inocentes, Lumen, 1995; traducción de María Ángeles Grau
Estas condiciones, que Broch aplica a Huguenau, hacen de ésta una novela compleja y variada... así que no es de extrañar que antes de comentarla tenga que releerla en parte.
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