Confesémoslo: Todos quisiéramos ser capaces de poseer la clarividencia de distinguir en los demás “el rostro de mañana”, quienes y como serán las personas que conocemos o que nos influencian de alguna, incluso remota, manera.
Tu rostro mañana es la (gran) novela de Javier Marías (no tiene sentido ahora considerarla una trilogía) en la que introduce este fascinante concepto que tiene un enorme potencial literario. Si queremos podemos buscar las raíces en la literatura de género, en especial en la de espías y en la de ciencia-ficción: Un grupo de personas trabajando para una organización inexistente que analizan el comportamiento futuro de destacadas figuras públicas. La gente de Smiley con poderes precog. John LeCarre y Philip K. Dick.
Pero conformarse con eso no haría de Tu rostro mañana la excepcional novela que es.
Si hay gente empeñada en demostrar que Javier Marías es Jacobo Deza a través de deducciones que simplemente demuestran que los malos lectores abundan, que sigue habiendo personas que no entienden que todo texto es literatura, es porque en Tu Rostro mañana (Fiebre y lanza, Baile y sueño, Veneno, sombra y adiós) Marías emplea elementos de su propia experiencia vital para crear un extraordinario fresco sobre la maldad y la crueldad humana y sobre la facilidad con que nos dejamos llevar por ellas, y también sobre la imperiosidad del silencio y la necesidad de contar, de conseguir que las experiencias destacables perduren. Dos personajes señalados de la novela, Peter Wheeler y el padre de Jacobo Deza, pueden tener su reflejo en la realidad, y sus experiencias reales, merecen ser rescatadas del olvido a través de la literatura. Por eso contar, aunque sea mejor guardar silencio.
Porque el silencio nos preserva a nosotros mismos de los demás. Narrar nos ensalza, pero el silencio, callar, es una forma pasiva de ensalzamiento. Callando ocultamos lo que verdaderamente somos. Jacobo Deza finalmente narra y nos muestra su rostro mañana. Deza se revuelca en la iniquidad humana y sale de ella reafirmado como persona.
Quizás nosotros como lectores también.
Si al inicio de Tu rostro mañana Deza duda entre contar o callar, pronto comprobaremos como se vuelca en un torrente literario plagado de digresiones que confunden y mantienen alejado al lector del propósito final de la obra. El modelo literario de Marías es, sin ninguna duda, Lawrence Sterne y su Tristram Shandy. Tal vez deberíamos añadir como influencias a Faulkner, pero, creo, un Faulkner multiplicado a través de Benet, de tal manera que alimentando esas influencias, enorgulleciéndose de ellas, Marías crea un apabullante estilo personal: El lector no tiene más que dejarse llevar, ser paciente y atender a todo lo que se nos cuenta. Porque que alguien nos cuente algo es ya un gran privilegio y, en el caso de Marías, cuando al final descubramos que contrariamente a nuestra primera impresión todo es trascendente en la novela, un enorme placer.
Tal vez siendo exigentes en extremo, se le podría recriminar la saturación del texto de sinónimos y antónimos, o de reacciones derivadas de determinadas situaciones, sumándolas u oponiéndolas, como si en cada frase Marías quisiera abarcar todas las posibilidades de acción... pero esto, en el fondo, no es recriminable... supongo que forma parte del estilo de Marías
Tal vez, también, podríamos recriminar el que en repetidas ocasiones, tanto en artículos como en la novela, Marías confunda la clepsidra (un reloj de agua que puede adoptar diversas, incluso aparatosas formas) con el reloj de arena cuya peculiar forma de vasos opuestos y comunicados es la que el autor quiere traernos a la cabeza (en inglés sí hay una palabra para designarlo, Hourglass, no entiendo porque no la empleó cuando la variación de expresiones entre el inglés y el castellano es uno de los temas recurrentes de la novela)
Tu rostro mañana es la (gran) novela de Javier Marías (no tiene sentido ahora considerarla una trilogía) en la que introduce este fascinante concepto que tiene un enorme potencial literario. Si queremos podemos buscar las raíces en la literatura de género, en especial en la de espías y en la de ciencia-ficción: Un grupo de personas trabajando para una organización inexistente que analizan el comportamiento futuro de destacadas figuras públicas. La gente de Smiley con poderes precog. John LeCarre y Philip K. Dick.
Pero conformarse con eso no haría de Tu rostro mañana la excepcional novela que es.
Si hay gente empeñada en demostrar que Javier Marías es Jacobo Deza a través de deducciones que simplemente demuestran que los malos lectores abundan, que sigue habiendo personas que no entienden que todo texto es literatura, es porque en Tu Rostro mañana (Fiebre y lanza, Baile y sueño, Veneno, sombra y adiós) Marías emplea elementos de su propia experiencia vital para crear un extraordinario fresco sobre la maldad y la crueldad humana y sobre la facilidad con que nos dejamos llevar por ellas, y también sobre la imperiosidad del silencio y la necesidad de contar, de conseguir que las experiencias destacables perduren. Dos personajes señalados de la novela, Peter Wheeler y el padre de Jacobo Deza, pueden tener su reflejo en la realidad, y sus experiencias reales, merecen ser rescatadas del olvido a través de la literatura. Por eso contar, aunque sea mejor guardar silencio.
Porque el silencio nos preserva a nosotros mismos de los demás. Narrar nos ensalza, pero el silencio, callar, es una forma pasiva de ensalzamiento. Callando ocultamos lo que verdaderamente somos. Jacobo Deza finalmente narra y nos muestra su rostro mañana. Deza se revuelca en la iniquidad humana y sale de ella reafirmado como persona.
Quizás nosotros como lectores también.
Si al inicio de Tu rostro mañana Deza duda entre contar o callar, pronto comprobaremos como se vuelca en un torrente literario plagado de digresiones que confunden y mantienen alejado al lector del propósito final de la obra. El modelo literario de Marías es, sin ninguna duda, Lawrence Sterne y su Tristram Shandy. Tal vez deberíamos añadir como influencias a Faulkner, pero, creo, un Faulkner multiplicado a través de Benet, de tal manera que alimentando esas influencias, enorgulleciéndose de ellas, Marías crea un apabullante estilo personal: El lector no tiene más que dejarse llevar, ser paciente y atender a todo lo que se nos cuenta. Porque que alguien nos cuente algo es ya un gran privilegio y, en el caso de Marías, cuando al final descubramos que contrariamente a nuestra primera impresión todo es trascendente en la novela, un enorme placer.
Tal vez siendo exigentes en extremo, se le podría recriminar la saturación del texto de sinónimos y antónimos, o de reacciones derivadas de determinadas situaciones, sumándolas u oponiéndolas, como si en cada frase Marías quisiera abarcar todas las posibilidades de acción... pero esto, en el fondo, no es recriminable... supongo que forma parte del estilo de Marías
Tal vez, también, podríamos recriminar el que en repetidas ocasiones, tanto en artículos como en la novela, Marías confunda la clepsidra (un reloj de agua que puede adoptar diversas, incluso aparatosas formas) con el reloj de arena cuya peculiar forma de vasos opuestos y comunicados es la que el autor quiere traernos a la cabeza (en inglés sí hay una palabra para designarlo, Hourglass, no entiendo porque no la empleó cuando la variación de expresiones entre el inglés y el castellano es uno de los temas recurrentes de la novela)
Ilustración de Joanna Barnum
¿Buscabas la palabra "guebrídguma"? Pues la encontraste.
15 comentarios:
A mí también me gustó “Tu rostro mañana”, una novela dividida en tres partes, no una trilogía, como muy bien señalas. Me interesan las ideas que el autor va desgranando poco a poco, con ese estilo javiermariano inconfundible, estilo plagado de enumeraciones, antítesis, aliteraciones, retorcimientos sintácticos, empleo peculiar de algunos signos de puntuación..., al que hay que habituarse para que no paralice nuestro disfrute de su obra.
También yo noto las influencias de Sterne y de Benet en su estilo. Sin embargo, el narrador de TRM, Jacobo Deza, que mezcla realidad y ficción, me recuerda a Bolaño y Vila-Matas. No creo, Portnoy, que intentar buscar rasgos autobiográficos en el narrador sea algo exclusivo de los malos lectores, a mí me interesa ese rastreo, aunque no modifique mi criterio sobre la calidad de la obra.
Tendría que comentar muchísimo más sobre esta obra pero lo dejo para otra ocasión. Por cierto, aprendí una palabra nueva, “guebrídguma”, es raro que no tengamos recogida en español una palabra para designar ese grado de relación o parentesco.
Seguiré comentando. Un abrazo.
Bruce Willis es JACOBO DEZA en LIVE FREE OR THOMAS BERNHARD.
.... sale reafirmado como persona: o como personas, que para eso es la literatura el rompimiento, la descompensación: los otros yo que uno mismo alberga.
Elegantemente, Portnoy opta por llamar al protagonista Jacobo, y no como otros desalmados que siguen insistiendo en el Juan o el Jacques. Sabia decisión.
Otro día le hablo de la novela...
Gracias, Portnoy; cuando lea estas novelas, que espero sea pronto, tendré en cuenta tus notas. Un saludo.
No, Fuca, no es malo buscar elementos autobiográficos de los autores en su obra. Lo que quería decir es que los malos lectores "identifican" vida con "vida escrita" lo cual me parece un error.
Por cierto, Fuca, "guebrídguma" no da ninguna entrada en el buscador... la incluiré en el texto para que esa palabra siempre conduzca al Lamento :-)
O Jaime, Jacobo, ese Jaime que tanto parece irritarle al narrador. Eso de la multiplicidad de nombres es un tema para la reflexión. Pasa de ser un narrador innominado a uno con innumerables denominaciones que, además, realiza una tarea secreta.
Alvy, malvisto, Enrique, gracias por vuestros comentarios.
Un comentario anónimo ha sido eliminado por ofensivo e inexacto... recordamos que incluso para insultar primero hay que documentarse adecuadamente.
Un saludo
Pero “guebrídguma” ya había aparecido en Mañana en la batalla o en Corazón tan blanco, ¿no?
¿Sí notó el cameo de los personajes de Corazón tan blanco? A mí me emocionó mucho.
Ando, por otro lado, tras la pista del pintor. Ya encontré un cuento donde aparece. Un cuento viejo, que sin embargo pareciera íntimamente relacionado con lo que ocurre en la novela.
¿Qué decía el insultante anónimo inexacto? Me entró curiosidad.
¿Qué hace Alvy Singer hablando de Jacobo Deza si no ha leido nada de Javier Marías? Un misterio.
No me acuerdo, Javier Moreno (¡qué coincidencia de iniciales, JM!), si la palabra “guebrídguma” ya aparecía en anteriores novelas, leí “Corazón tan blanco” hace 15 años, demasiado tiempo para recordar la palabrita.
Me admira, en esta última parte de la novela, la maestría de JM para retomar todas las historias abiertas en las dos partes anteriores y darles un final, un adiós; la verdad es que no era fácil pero Javier Marías consigue que sintamos la obra como una unidad en tres partes, no como una trilogía.
El final que menos me gustó fue el de la historia del narrador con Patricia Pérez Nuix, creo que le sobraba la escena de cama, esa relación sexual que me resulta totalmente inverosímil.
A pesar de que en muchas ocasiones, al escuchar a Jacobo Deza, estamos apreciando las opiniones de Javier Marías, no debemos confundir realidad y ficción; estoy de acuerdo contigo, Portnoy. Sin embargo, a mí me gusta relacionar autores y narradores o personajes, siempre que conozca el contexto en el que se mueven. Jacobo Deza es un hombre, ¿podría estar detrás de este narrador una escritora? Creo que no, una mujer nunca describiría una escena de cama como lo hace Jacobo Deza en esta novela; tampoco JM presume de ser un gran conocedor del interior femenino, nunca aparecen narradoras femeninas en sus novelas y los personajes mejor caracterizados suelen ser hombres. De todas formas, lo que resalta en las obras de JM son las ideas que expone y su estilo inconfundible, los personajes suelen estar en segundo plano.
Un saludo.
Portnoy, Javier Marías ciertamente es un escritor extraordinario, como tú dices, de los pocos con un estilo personalísimo. Además, ninguna novela suya tiene pierde.
Bueno, si hay lectores que confunden inocentemente realidad con ficción, después de todo eso se debe en buena parte al poder de la ficción.
Saludos.
excelente marías...
Tu rostro mañana... Saber que dentro de tres o cuatro años volveré a leer sus tres volúmenes seguidos... Un escritor grande de verdad, cuya narrativa evoluciona con una lógica literaria aplastante. Me entusiasma (¿se nota?).
Saludos Portnoy. Aunque no aparezca mucho por la red te voy siguiendo. He terminado hace un par de semanas el tercer volumen de "Tu rostro mañana" (después de releerme el primero al comprar hace seis meses el segundo), y coincido en la mayor parte de tus observaciones.
Ciertamente, como en el mejor Marías (Corazón tan blanco, p.ej.) toda digresión acaba demostrándose necesaria y refuerza la trama, incluso aquellas frases que se van repitiendo y que uno se ha ido preguntando que por qué, por qué tal fijación. Pero también coincido en que hay un exceso de sinónimos, de oposiciones, de exprimir demasiado hasta el final un micromundo semántico determinado. En este sentido (¿quién seré yo para opinar esto?) me parece como si a la obra le sobrara un 20% de su extensión, por poner una cifra, o incluso más. No me gusta tanto este Marías "derramado", no tan compacto, no tan sólido. Me he saltado segundas mitades de párrafo una docena de veces (nunca me pasa; en estos casos ya he dejado el libro antes).
Gebrídguma sale, en efecto, en "Mañana en la batalla piensa en mí". Coincido en lo interesante y casi conmovedor de las citas y los cameos. En este caso, Jacobo Deza dice recordar haber leído un libro contemporáneo (igual no recuerda el autor, es Javier Marías).
En cuanto a los cameos genuinos, me parecen todavía más interesantes, y vienen perfectamente a cuento al hablar de realidad y ficción. En primer lugar aquel personaje potente que ya fascinaba e inquietaba en Corazón tan blanco, Custardoy (que me recuerda a un Corduroy de Lucky Luke e incluso a un Portnoy).
¿Realidad y ficción? ¿Identificación del narrador con el autor? En Negra espalda del tiempo ya hablaba Marías de confusiones que se habían producido en su vida real. Pero es que el tipo de narrador de Marías se presta a ello. Quien habla, en todas sus novelas, tiene "la misma voz" que Javier Marías (en Negra espalda es Marías quien habla, se supone, así como en sus artículos). No es de extrañar, además, que no haya narradores femeninos (no sé si en algún cuento, lo dudo). La voz de Javier Marías me hace pensar en el espléndido final de Corazón tan blanco (que corro a buscar a mi librería y transcribo):
"Luisa tararea a veces en el cuarto de baño, mientras yo la miro arreglarse apoyado en el quicio de una puerta que no es la de nuestro dormitorio, como un niño perezoso o enfermo que mira el mundo desde su almohada o sin cruzar el umbral, y desde allí escucho ese canto femenino entre dientes que no se dice para ser escuchado ni menos aún interpretado ni traducido, ese tarareo insignificante sin voluntad ni destinatario que se oye y se aprende y ya no se olvida. Ese canto pese a todo emitido y que no se calla ni se diluye después de dicho, cuando le sigue el silencio de la vida adulta, o quizá es masculina."
Y no puede ser de otro modo, porque en la mayoría de sus novelas, aunque sobre todo en Corazón..., uno de los motores de la narración, incluso me aventuraría a decir que de la necesidad de escribir, es la conciencia de la diferencia entre sexos y la consiguiente perplejidad, la inagotable curiosidad ante el universo femenino.
Ya lo dice Jacobo Deza en la novela (o lo hace decir a su cuñada): "por cierto, su mujer también se llama Luisa"). Habla de Juan Ranz, protagonista de Corazón..., a quien obviamente, al leer aquella novela antigua, habíamos identificado con Marías, porque era esa voz la que nos hablaba. Curioso imaginar que si llegan a conocerse Deza y Ranz, ahora que el primero ha vuelto a residir en Madrid, se encontrarán con un alma no sé si gemela pero sí muy afín. Y cuando salgan a cenar con sus respectivas esposas, ¿no es posible que Luisa 1 sea idéntica a Luisa 2?
Pero qué digo. Si se trataba de una novela.
Duquena es un placer tenerte comentando. Precisamente ayer le recordaba a Settembrini nuestros debates. ¡Ahhh, los viejos tiempos!.
:-)
Debería investigar todas esas conexiones intertextuales que habéis mencionado tanto tu como Fuca y J.,comprobar como el universo literario de Marías se amplía, se hace consistente. Me encantan esas cosas. De momento tengo algo en mente sobre cierto apéndice que aparece como regalo si compras los tres tomos de TRM.
Lo que comentas sobre el 20%... no sé si yo escogería tanto... toda digresión acaba siendo consecuente, ya se ve mientras avanza la lectura, pero si hubiese que eliminar algo (¿y quién soy yo para tan siquiera sugerir algo tan arrogante?) yo escogería esa repetición que busca alcanzar todo el espectro de posibilidades.
Es difícil encontrar un escritor masculino que se atreva, con acierto, a emplear una narradora. Es mejor asumir nuestras limitaciones... (y ahora tengo la sensación de haber dicho una burrada)
Gebrídguma es ya entrada de Google... conduce, como no, a este post. La pescadilla que se muerde la cola.
Ojala dejases tus comentarios más a menudo por aquí, Duquena.
:-)
No me olvido, Niki, dscntxt-3, Jose, gracias por vuestros comentarios.
Mi entusiasmo por los libros raros y los autores olvidados o mal conocidos es quizá la razón por la que nunca leo autores demasiado jóvenes, ni demasiado visibles, ni demasiado amables. Me producen una inquietante incomodidad...en el caso de Javier Marías,la palabra que tal vez más se acerca a lo que siento cuando veo un libro suyo en la estantería de cualquier librería, es indiferencia. Pero me gusta tanto cómo hablan de Tu rostro mañana todos ustedes...cuando el libro quede lo bastante cubierto de polvo, emprenderé su lectura.
Un saludo
Carla Bodoni
Con esa filosofía pretendidamente exquisita de la señora Bodoni ningún escritor podría subsistir sólo con sus creaciones lo cual le obligaría a trabajar en otros asuntos que obviamente le quitarían tiempo, y nadie crea sin tiempo. También existiría la posibilidad de que sólo fuesen artistas los millonarios, lo cual seguro que a la señora le parece lo más adecuado. Ya lo decía una profesora marquesa que tuve, no se puede trabajar y estudiar al mismo tiempo. Seguro que tampoco se puede ser un caballero decimonónico y trabajar al mismo tiempo. Por no hablar del homenaje que debe suponer el tener un cierto éxito de ventas en vida.
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