9/5/07

Ada o el ardor y Solaris

En su relato Terra Incognita Nabokov plantea el solapamiento perceptible de dos realidades:
Me di cuenta de que la habitación que me importunaba con su presencia era ficticia, como todo más allá de la muerte es, en el mejor de los casos, ficticio: una imitación de la vida apresuradamente reconstruida, las amuebladas habitaciones de la inexistencia. Me di cuenta de que la realidad estaba allí en el lugar donde me encontraba, bajo aquel maravilloso y aterrador cielo tropical, entre aquellos juncos relucientes como espadas, en aquel vapor suspendido sobre los mismos, y en las flores de labios gruesos que se agarraban a la isleta plana, donde, junto a mí, yacían dos cadáveres abrazados.

Los dobles, el solipsismo, la subjetividad y la memoria son algunos de los temas recurrentes en las obras de Nabokov. Ada o el ardor reúne muchos de estos temas, centrándose sobre todo en el desdoblamiento de la "realidad", con un interés muy persistente ya que el ciudado en la elaboración de la novela nos muestra que era para su autor la que sería su obra cumbre, al menos, al igual que le ocurrió a Cervantes con su Persiles, la obra que Nabokov cree ser su obra maestra pero no es reconocida así. Cervantes será recordado por el Quijote, Nabokov por Lolita. Sus obras más personales quedan eclipsadas por las más populares.

Todo esto no son más que trivialidades. Dejo en el aire la influencia cervantina en la obra de Nabokov, ese paralelismo Altisidora-Lolita, la presencia de Cervantes en la vida de Humbert (“Él, mon cher petit papa, me llevaba a pasear en bote y a montar en bicicleta, me enseñó a nadar y a zambullirme y a esquiar, me leyó El Quijote y Los miserables...”) (lo que abre una nueva línea de especulación, Humbert- Valjean, Lolita Cosette... además, nótese la aliteración Jean Valjean, Humbert Humbert) (y en esa especular especulación deberíamos incluir a Javert como Claire Quilty... tal vez esto justificaría el nombre “francés” del alter-ego de Humbert) (Javert, para cuya confección como personaje, Hugo buscó inspiración en Vidocq, el criminal-policia) (un claro culpable (Clear Guilty) y un perseguidor infatigable, una personalidad doble e impredecible) Dejo también las influencias que Ada tuvo en otros escritores (La más evidente la que ejerce en El suelo bajo sus pies, de Rushdie, pero ¿por qué pienso en El quinteto de Avignon de Lawrence Durrell? Vale, ya lo sé, pero no lo diré... deja la respuesta en los comentarios)
En fin...

Sin venir a cuento, mientras releo Ada o el ardor (una relectura tardía, separada de la primera cerca de veinte años) pienso en Solaris de Lem. (No tiene nada que ver con que en la película de Tarkowski aparezca un Quijote sobre la mesa de la sala de reuniones)
Tiene que ver con construcciones, con diálogos, con comunicación.

El océano que recubre casi totalmente el planeta Solaris es una entidad viva. La estación espacial en órbita está habitada por científicos terrestres que intentan desentrañar el misterio de Solaris, aunque el escepticismo de Lem sobrevuela toda la novela:

“Veubeke, director del instituto en la época de mis estudios, había preguntado un día, en broma: "¿Cómo quieren comunicarse con el océano cuando ni siquiera llegan a entenderse entre ustedes?" La broma contenía una buena parte de verdad.”

La forma de comunicación que el planeta intenta es totalmente incomprensible para la mente humana: “El océano se entregaba a transformaciones innumerables, a una "autometamorfosis ontológica" ". Los humanos por su parte intentan clasificar ese tipo de formaciones que Solaris emite y dividen las formaciones "plasmáticas" del océano en "árboles-montaña", "longus", "fungoides", "mimoides", "simetríadas" y "asimetríadas", "vertébridas" y "agilus".
Pero no hay comprensión posible. La mente del océano (si es que hay algo comparable a ese concepto) no logra hacerse entender con los humanos. Entonces llegan los entes, ellos, los humanos artificiales formados a partir de los recuerdos de los científicos de la estación, falsas réplicas insensibles que necesitan aprender y que mueren haciéndolo sin llegar a comprender.
Es decir, Solaris intenta comunicarse con Literatura.

Leyendo Ada o el ardor pienso que Antiterra o Demonia, el planeta paralelo a Terra en el que Nabokov desarrolla las aventuras carentes de sentimiento de culpa de sus protagonistas, Ada y Van, es como Solaris. No. Nabokov es Solaris. Y lo que nos deja ver en su libro son mimoides y simetriadas y longus y fungoides y otras construcciones narrativas de un (¿delicado? ¿exquisito? ¿suntuoso?) barroquismo que evoca otras estructuras literarias (de Tolstoi, de Dostoievski, de Austen, de Dickens... ¿incluso creo reconocer una mención a Faulkner?, no, debo estar delirando) que transformadas resultan un entramado para entender el cual precisamos ser Nabokov. El propósito de Joyce.
¿Pero hay comunicación? ¿Consigue Nabokov con ese juego de metareferencias llegar al lector? ¿O tenemos la sensación de enfrentarnos a una jungla literaria en la que lo diegético es vehículo y excusa y lo único verdaderamente importante es aquello que apartamos a machetazos?
Con lo que digo pongo Ada o el ardor al mismo nivel que Ulises (por el propósito) o Paradiso de Lezama Lima (por la jungla)
Pero es que tengo la impresión que la obra de Nabokov es una impostura, que su voluntad de separar a priori y confundir a posteriori realidad y ficción deja siempre al descubierto la falsedad del entramado. Predomina la estructura, pero la construcción no nos colma como lectores. Demasiado fría, demasiado elitista, demasiado “ideal”

Vamos a hacer todo lo posible por no caer en el fatídico error de buscar en las novelas la llamada «vida real». Vamos a no tratar de conciliar la ficción de los hechos con los hechos de la ficción. (...) La idea de «vida real» se basa en un sistema de generalidades, y si los llamados «hechos» de la llamada «vida real» enlazan con la obra de ficción es únicamente en cuanto generalidades. Por lo tanto, cuanto menos general sea una obra de ficción menos reconocible será en términos de «vida real». O viceversa, cuanto más detalles vívidos y nuevos haya en una obra de ficción, más se apartará ésta de la llamada «vida real», dado que la «vida real» es el epíteto generalizado, la emoción media, la multitud de los anuncios, el mundo del sentido común.
Introducción al Curso sobre el Quijote. Vladimir Nabokov

3 comentarios:

Abol dijo...

Gracias por tus comentarios a "Reunión" de Cortázar. Te escribí algo en el Ojo que resume, más o menos,mis inquietudes-las tuyas también,imagino-, sobre la realidad y la ficción, o cuán verosímil puede ser lo ficticio. Y así caemos en un hoyo negro, sin salida. Jugarretas literarias.
Saludos.

Portnoy dijo...

Gracias, Lili.
Un saludo

Anónimo dijo...

la literatura no deja de ser un juego y la realidad no existe como tal, es un concepto que se le escapa al ser humano como la idea de infinito, y en cuanto a la dualidad corporal me quedo con el doble de dostoyeski.

tiene usted un blog muy interesante, y he dejado algunos comentarios, espero que no le moleste,
saludos