15/3/07

Las infilmables IV: El Quijote- Historia de cavalleria, de Albert Serra

El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha debe ser una de las obras literarias más veces adaptadas al cine.
El siguiente enlace lleva a una página web que recoge más de 50 adaptaciones de la obra de Cervantes, la llamaremos El Quijote para abreviar, sin contar con las que lo son de algunas de sus partes, El curioso impertinente o El retablo de Maese Pedro, o aquellas adaptaciones de obras inspiradas en el Quijote, como Dulcinea de Gaston Baty:

(Don Quijote de la Mancha en el cine, de la página Cine y educación de la Universidad de Huelva)


Pero El Quijote, una obra literaria de primera magnitud, destaca principalmente por su lenguaje, tanto el de los personajes, que varía desde el más popular hasta el que apela a una épica anacrónica ya en tiempos de Cervantes, como por el empleado por el autor. También destaca por el juego metaliterario que se plantea en sus páginas con el que Cervantes consiguió confundir la realidad con la ficción, y no me refiero sólo a ejercicios menardianos y otras referencias postmodernas, sino también a que en nuestra cotidianeidad el personaje de Don Quijote, Alonso Quijano, sobrepasa los límites de la ficción literaria para convertirse en persona histórica.

Toda adaptación cinematográfica de El Quijote debe quedarse en la superficie de la obra, en los hechos narrados y en los diálogos y actitudes de los personajes. La profundidad literaria de la novela desaparece en las adaptaciones, por lo que éstas deberían ser otra cosa. Un hecho recurrente es la filmación de la escena de los molinos, que en el texto cervantino ocupa poco más de una página del famoso capítulo ocho, en el que la acción del texto se detiene. Cinematográficamente supone una larga puesta en escena resuelta en muchas ocasiones a través del montaje de múltiples planos en el que se nos muestra la realidad (molinos) y la subjetiva del personaje (gigantes), la acción de la acometida y sus consecuencias. La fuerza visual de lo narrado por Cervantes hace que esta sea escena fundamental en toda adaptación cinematográfica, cuando en el texto es un suceso anecdótico y pequeño en el conjunto de la novela.
En general ocurre lo mismo con la filmación de las acciones sugeridas en el texto literario, acciones que suelen ser mínimas (pero no por eso poco importantes) en contraposición a las reflexiones y diálogos anteriores y posteriores a los hechos, más destacables literariamente.
Teniendo en cuenta las características literarias de El Quijote, toda adaptación cinematográfica de la novela será fallida. Deberá superar la barrera que significa la representación de los hechos narrados en la obra escrita.
Orson Welles supo que debía superar esa barrera. O quizás las condiciones adversas de la producción de la película le obligó a superarlas. Su adaptación, Don Quijote de Orson Welles, emplea la novela de Cervantes como excusa para ofrecernos un espejo documental de la España de los años cincuenta, del folklore religioso-tenebroso que tanto le impresionó, supongo que de manera iconográfica.


Honor de cavalleria de Albert Serra, supera esa barrera radicalmente, ya que su director ha construido algo que podría ser calificado como la antiadaptación de una obra literaria. Lo que propone Serra en su película es mostrarnos la “realidad” que subyace en un artificio literario, es decir, aquello que no se suele contar en una novela.

Sin movernos del citado capítulo ocho el texto dice:

Y ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba; y hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del puerto Lápice, porque allí decía Don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero (...)
En resolución, aquella noche la pasaron entre unos árboles, y del uno de ellos desgajó Don Quijote un ramo seco, que casi le podía servir de lanza, y puso en él el hierro que quitó de la que se le había quebrado.
(...)
Tornaron a su comenzado camino del puerto Lápice, y a hora de las tres del día le descubrieron.

Serra sitúa a los personajes en el escenario natural que recorren en los momentos en los que la narración no especifica nada



Cuando Cervantes dice que “aquella noche la pasaron entre unos árboles”, Serra muestra a los personajes acostados mientras, en tiempo real, la luna se alza sobre los árboles.



La realidad es prosaica y, desde un punto de vista literario, aburrida La ficción suele mostrarnos los acontecimientos narrativamente trascendentes en la “vida” de los personajes. El resto, las transiciones, los espacios y tiempos en los que nada sucede son habitualmente obviados (incluso en el caso extremo del Ulises de Joyce lo que nos es narrado aunque sea a través del stream of consciente, es lo que el autor quiere que sea relevante)
En Honor de cavalleria practicamente sólo se muestran esos instantes extranarrativos, con el riesgo que eso supone: Al retratar lo que un autor ha obviado por irrelevante, prosaico o aburrido, puede acabar adquiriendo esas mismas características. Es por ese motivo que Honor de cavalleria es destacable, por su apuesta arriesgada por un cine totalmente anticomercial. Y también porque formalmente busca una belleza estática basada en una impecable fotografía a cargo de Christophe Farnarier y Eduard Grau. Pero sobre todo por lo paradójica que resulta una adaptación de este tipo, ya que siendo una película que basa su argumento en un obra literaria, ésta, un elemento externo al filme, no aparece por ningún lado: Los personajes son irreconocibles frente a sus modelos literarios; los diálogos de Don Quijote carecen de la grandiosidad épica con que Cervantes nos lo muestra, es, en la película, un hombre corriente con un lenguaje corriente; Sancho, lejos de ser un pozo de sabiduría popular, es un campesino silencioso y huraño, más siervo que escudero.
La diferencia es tan grande que incluso puede suscitar la idea de que en vez de encontrarnos ante unos trasuntos de sus homólogos literarios, nos encontramos ante dos personas contemporaneas que intentan convertirse en los personajes cervantinos sin éxito. La aparición de otros personajes avanzada la cinta confirma la calidad de “adaptación” de la película y que ésta no busca un impostura metaliteraria (o metacinematográfica)
No siendo una adaptación, Honor de cavalleria es incomprensible sin el modelo literario en el que se basa. Evitando describir cinematográficamente los hechos narrados en El Quijote, Serra realiza un arriesgado ejercicio cinematográfico que se sustenta en su belleza formal y desprecia ostentiblemente el ritmo narrativo.
Decir que es aburrida es fácil.
Honor de cavalleria es una película necesaria.



No debería destacarse ya que muchas de las adaptaciones de la obra de Cervantes lo son en inglés o ruso, pero desde nuestra perspectiva “nacional” es relevante que Honor de cavalleria sea una película rodada en catalán, y no despectivamente como podría suponerse maliciosamente. Es una paradoja más que añadir a la lista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y sin embargo a veces los dioses despiertan de su letargo y castigan al impío. Como le ocurrío a Terry Gilliam cuando pretendió rodar una versión del Quijote en tierras manchegas (Johny Depp como Sancho Panza; qué malo es el orujo), y misteriosamente se desataron las siete plagas de Egipto en estas generalmente mansas llanuras, para dar al traste con el descabellado proyecto del ex-Monty Python.

Y sin embargo, como los dioses son en el fondo buenos, se apiadaron de él y le permitieron estrenar un documental apañadito que trata, básicamente, sobre la idea del fracaso. O sobre cómo el verdadero Quijote era el propio Gilliam.

Pero dejo estos temas de cine para vuecencia, blogger de pro.

Vale.