8/2/07

Las infilmables I El idiota; Dostoievski-Kurosawa

Sólo quería decir que de cuantas figuras bellas hay en la literatura, la de Don Quijote se me antoja la más perfecta. Pero Don Quijote sólo es bello por ser al mismo tiempo ridículo.
Ginebra, 1 de enero de 1868
De Fedor Dostoevski a su sobrina Sofía Aleksándrovna Ivánov
Los modelos que escogió Dostoieveski para componer el personaje del principe Mishkin fueron Cristo y El Quijote. Es, sin ninguna duda, una novela de extremos en el que la pasión consume a los personajes hasta la muerte y en el que el motor narrativo es la complejidad psicológica de sus personajes.
Por eso, por su profundidad narrativa, por tratarse además de una novela en la que aparecen muchos personajes secundarios, cada uno de los cuales es desarrollado por el autor con prolijidad minuciosa, en la que la trama avanza a través de las disquisiciones psicológicas, por ser, en definitiva, una novela compleja y extensa, yo pensé que El idiota de Dostoievski era imposible de adaptar al cine.
Pero...



En 1951 Akira Kurosawa llevó a las pantallas una curiosa y personal adaptación de la novela de Dostoievski y, al mismo tiempo y aunque parezca contradictorio, fiel al espíritu de la obra literaria.

Hakucchi, El idiota

En primer lugar Kurosawa rompe con el espacio y el tiempo de la novela de Dostoievski. San Petersbusrgo se convierte en una ciudad de la isla del norte de Japón, Hokkaido, sepultada bajo una inmensa nevada que se convierte a su vez en protagonista:
La nieve y el frío parece condicionar a los personajes. El final del siglo XIX se convierte en la adaptación de Kurosawa en la posguerra japonesa, lo cual le permite al autor emplear esa carencia propia de las ciudades en estado de reconstrucción, la precariedad de lo que intenta recuperar la normalidad rota, para despojar a la obra de Dostoievski de todo oropel y lujo. El escenario que nos muestra Kurosawa es uno que se levanta sobre ruinas enterradas bajo la nieve. No hay príncipes, ni palacios, ni suntuosos balnearios; la vida disipada se desarrolla en habitaciones sobrias; un servicio de té simboliza la nobleza de sus propietarios, que habitan un edificio devastado y congelado. El escenario de Kurosawa es austero porque sabe que el drama de Dostoievski es un drama humano, puede cambiar su localización y su tiempo, porque la tragedia de El Idiota es universal.



A pesar de que esta obra de Kurosawa ha llegado hasta nosotros bastante mutilada en su extensión y que nunca sabremos verdaderamente hasta que punto la idea original era fiel al modelo literario, si que podemos apreciar de los recursos que emplea el director para aproximarnos a un drama universal. Porque a pesar de lo que decía Dostoievski en su correspondencia, finalmente su Mishkin, cuya vertiente mesiánica es evitada por Kurosawa, no puede evitar causar dolor, la bondad no puede complacer a todo el mundo y finalmente el protagonista escoge de forma egoísta. En esa caída reside la tragedia.
Ya hemos visto que la elección del escenario y el tiempo no es casual. Kurosawa puebla ese escenario de personajes bastante occidentalizados, lo cual manifiesta el deseo del director de que su obra pueda ser comercializada internacionalmente, al mismo tiempo que amplía el campo de la tragedia, universal y atemporal.

Pero la grandeza de la adaptación reside como era de esperar en el trabajo de dirección, apoyada por una magnífica iluminación, y en un planteamiento casi coreográfico del movimiento de los actores en la escena que da lugar a algunos de los momentos más interesantes en este campo de la historia del cine. La escena de la fiesta debería ser estudiada en toda su complejidad y es un modelo de cómo hacer interactuar e intervenir en la acción sin apenas hablar a una cantidad elevada de personajes.



Sin embargo la profundidad moral y psicológica de Dostoievski es imposible de plasmar en imágenes. El trabajo de los actores hace que dicha afirmación sea puesta en duda. Masayuki Mori, Setsuko Hara, Toshirô Mifune y Yoshiko Kuga, los cuatro protagonistas principales crean sus personajes a través de los diálogos, pero Hakuchi es una película en gran medida formada por silencios. En la mirada de sus actores, en sus gestos y posturas se encierra la mayor parte, y la más interesante, de la narración de Dostoievski.




Hakuchi no es El idiota de Dostoievski. Pero al mismo tiempo la película de Kurosawa tiene como base la novela. Es un ejemplo de cómo debería funcionar una adaptación cinematográfica, respetando el espíritu literario y empleando un lenguaje cinematográfico.



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he de confesar que a mí me molestó la interpretación de Mori Masayuki. No al comparar su Kameda Kinji con el príncipe Mishkin (¡cuánto tiempo que no escribía este nombre!), ni con la idea que tengo del príncipe Mishkin, sino la interpretación en sí misma del actor. El caso es que Mori me gusta y sus cambios de registros me sorprenden. En fin, debo ir a ella otra vez.
Gracias, Portnoy.
Besos

Portnoy dijo...

Pero me da la sensación que es premeditado. En la novela uno tiene la sensación de que las cosas ocurren alrededor de Mishkin, que su presencia es lo que determina que acaben de una manera concreta. Pero él, como personaje, no dirige la acción en un sentido ( es más, cuando toma una decisión se va todo al traste) Tal vez el personaje de Kameda tenga esa misma función, el permanecer en todas las escenas de la película y que, sin embargo, sean los otros personajes los que lleven la iniciativa.
También puede ser que este buscando un sentido a una interpretación poco afortunada de un actor.
El otro día leí algo sobre la relación entre Kurosawa y Mori Masayuki, pero no logro encontrarlo.
De todas formas, ¿tu no ves así al personaje de Dostoievski, como un personaje pasivo en cuanto a que no interviene en la acción directamente? (y no es exactamente eso lo que quiero decir)
Un saludo y gracias a tí.
;-)
M.

Anónimo dijo...

Buen punto, Portnoy.
No recuerdo tan bien la novela como para darte mi opinión, pero creo que es muy buena razón para explicar la interpretación de Mori (sin duda premeditada, como dices).
Sí recuerdo que cuando la leí el príncipe me resultó muy atractivo como personaje. Mishkin es bueno, independientemente de que nos cabree o no alguna de sus conductas (como me ocurrió a mí en mi lectura adolescente), y aunque sea (no siempre) un personaje pasivo conocemos su interioridad y por ella explicamos sus (pocas) acciones. ¿O no? En cambio Kameda no me parece bueno, me parece tonto, y las caras bobaliconas que le presta Mori son a veces insoportables para mí. Creo que no llego a comprender por qué actúa como actúa, y se me escapa.
Es verdad que a Mishkin lo conocí de adolescente y a Kameda de adulta. Puede ser que haya cambiado mi idea de lo que es ser bueno y lo que es ser tonto. Qué fuerte, espero que no. De todas maneras, aunque los otros personajes puedan ver en determinados momentos a Mishkin como un tonto (o idiota), yo creo que el lector sabe que no lo es (bendito dialogismo de Dostoievski, insuperable). Espero que sea eso y no que la bondad me vaya pareciendo con los años una tontería.
“De puro bueno es tonto”. Uf. Vidriosa bondad. Mejor no me meto en problemas morales, jurídicos ni religiosos porque, me temo, no voy a poder salir de ahí.
Un besazo.

Daniel Quinn dijo...

Yo abordé la película de Kurosawa subyugado tras la lectura del libro. Siempre se pone en segunda fila dentro de la obra de Dostoievski, pero para mí supuso uno de los más absorbentes y poderosos de su bibliografía.

La película me decepcionó, especialmente por lo que dice Vernon; me parece que el personaje de Mishkin pierde casi todo su encanto, aunque también es cierto que yo iba demasiado condicionado tras la lectura de la novela. Las discusiones casi alucinadas que introduce Dostoievski se diluyen al ser filmadas y me parece que pierden su fuerza. Pero vamos, probablemente el desencanto venga del excesivo entusiasmo que me provocó el libro.

Así que debería volver a verla de una forma más objetiva, porque estoy contigo Portnoy en que las características que citas son las que debe cumplir una buena adaptación.

Un saludo!

PD: y la mirada de Setsuko Hara es impagable...

Ana Durá Gómez dijo...

Yo tengo un par de cuentas pendientes con Dostoievski, una es el idiota y la otra los Hermnanos Karamazov, ambas las he dejado a mediante. Quizás fueron las circunstancias pero el caso es que nada tan magistral, para mí, como Crimen y castigo. Pero este mismo mes, vuelvo a por los Hermanos, han pasado cinco años desde la primera intentona y creo que ya es tiempo.

Ah, la adaptación no la he visto, pero creo yo que no me gustaría, no sé, hay autores que una quiere verlos en libros toda la vida.

La adaptación de El proceso de Kafka tampoco me enstusiasmó, de hecho, me dormí.

Portnoy dijo...

Creo que lo que dice Lynnsinhill lo suscribimos todos: Hay autores que no desearíamos ver en pantalla.
Ocurre con Dostoievski, con Sterne, con Cervantes... el placer de la lectura no puede compensarse con ninguna aproximación visual al esqueleto narrativo de un texto.
En cuanto a lo que dice Vernon sobre el personaje de Kameda, es posible que la relación entre muchos de los personajes no quede suficientemente explicada en la película. Tal vez suplimos nustro conocimiento de la obra de Dostoievski para rellenar esas lagunas fílmicas con lo cual exponemos a la película a una continua comparación en la que pierde frente a la novela. Admito que Kameda parece más Idiota que Bueno, pero también, a falta de esa inmersión psicológica en el personaje de Mishkin, el personaje de Kameda aparece más Desvalido, más Enfermo, más necesitado de protección (que es lo que parece ofrecerle Ayako)
Como dice Daniel, la lectura de El idiota, nos condiciona como espectadores (pero, al mismo tiempo, rellena lagunas narrativas... ¿una paradoja?)
En cuanto a las interpretaciones... ¿qué se puede decir de Mifune?... nada, sólo rendirse a sus pies. En cuanto a Setsuko Hara... qué diferente su papel del Idiota al de Tokio Monogatari, y que convincente en ambos.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios

ahhh, y apunto El proceso a la lista de infilmables.

Yo dijo...

La verdad yo no he tenido la posibilidad de ver la adaptación de El Idiota, pero la mayoria de las veces en las adaptaciones cinematograficas se viola el espiritu de la obra misma. Personalmente no creo que el principe Liov Nikolayevich Mishkin, sea un personaje pasivo; En absoluto y por el contrario creo que toda la obra es el, contiene parte de él. Y todo sucede con relación a él. Sus pensamientos, sus silencios, sus actitudes, su ensimismamiento No son pasividades, por el contrario son rasgos plenamente activos de su ser. el es asi, el actua asi, el se siente asi.
Ahora se me viene a la cabeza, el imaginar como pudo adaptarse ese instante sublime que el principe Mishkin sentia, en sus ataques epliepticos. los ignorarón? Los respetarón? ese momento me aprece algo magico, es Dostoïevski desnudando lo que siente, esa sublimidad y la rabia por sentirlo al msimo tiempo, la impotencia y la divinidad.