La iniciativa, simpática, de este primer Salon du Cinéma en un París que durante décadas ha sido la capital mundial de la cinefilia, es otra prueba de que este tipo de pasión por el cine está extinguiéndose. La variedad de títulos que se estrenan cada año puede que sea la misma o mayor que veinte años atrás, pero su vida es más breve, enseguida son desprogramados, no tienen tempo de instalarse y su repercusión cultural es mínima. El desprestigio de la crítica y la uniformación cultural han acabado casi con la idea misma de autor aplicada al cine.
Los críticos con sus arbitrariedades y la uniformización al borrar el placer de descubrir las diferencias y aconsejar a todos los cineastas a adoptar como único lenguaje válido el del video-clip más o menos acelerado. En su momento, cuando empezó a circular la noción de autor equiparada a la de los estilistas literarios, se aplicaba de manera restringida, pero luego los autores empezaron a proliferar, de la misma manera que la nouvelle vague se llenó de directores que se ampararon bajo su etiqueta sólo porque ésta permitía rodar más rápido y barato, sin necesidad de estudios ni estrellas, y todo gracias a nuevas cámaras más ligeras y emulsiones más rápidas. Antes la autoría se reconicía en un tipo de plano, en la manera de servirse de las elipsis, de emplear la música y, en definitiva, de fabricar un mundo. Nadie medianamente cultivado en los arcanos del cine podía confundir un plano de Ford con otro de Hitchcock. Ahora la utoría radica o se confunde con las sotanas de Keanu Reeves o con el transformar las matanzas en ballets, tal y como procede John Woo. Hay un abismo moral entre estas dos maneras de considerar la cuestión de la autoría. El Salon du Cinéma consagra la idea del cine como entretenimiento, el triunfo del cómo sobre el qué pero sin que la interrogación afecte el estilo sino las técnicas. El tener algo que contar y el saber cómo hacerlo no es mteria que se debata en público. ¿Por pudor o porque a nadie le interesa?
Octavi Martí, El País, 14 de enero de 2007
En otro orden de cosas:
Hollywood recuerda a Bogart en el 50 aniversario de su muerte
9 comentarios:
Casi nunca estoy de acuerdo con estos comentarios. veo surgir a mi alrededor multitud de nuevos cinéfilos (tengo un curso de Cine y Literatura sembradito de jovencísimos cinéfilos de 3º de ESO), y te recomiendo el blog de cine de Ramon Balcells, un chico de 15 años que hace más de uno que escribe sobre cine como un moderno Vicente Molina Foix, aunque a veces con faltas de ortografía:-).
Te dejo el enlace de su blog en mi nombre. Es alucinante.
Un abrazote, Portnoy.
Y recuerdo cariñoso a Boggie...qué menos.
Coincido contigo, Gabriela, en lo de las "nuevas generaciones"... ya conocía el blog de Ramón (al que visito regularmente) y conozco a muchos entusiastas y jóvenes cinéfilos.
Pero creo que el comentario de Martí en El País no iba contra los espectadores, sino contra los autores y los distribuidores: "El Salon du Cinéma consagra la idea del cine como entretenimiento"... creo que está claro, y en cierta manera apoyo esa reflexión que va en contra de la uniformidad generalizada.
Gracias por tu comentario que nos invita a que no nos desanimemos y tengamos esperanza... aunque personalmente crea que los espectadores debemos ser más exigentes.
Yo no estoy de acuerdo con Martí. Yo soy un cinéfilo reprimido, pero con ganas de comerse todas las pelis. Estoy rodeado de gente amante del cine y muy seguidora de ciertos directores. Creo que en España hay un renacer del amor por el séptimo arte. Un boom que beneficia a la producción nacional e imprime un emblema positivo para el futuro.
Buen blog. Yo cambiaría la foto del encabezado que está pixelada y alargada. Sin embargo, te llevas mi voto. Te seguiré
Si te gusta mi blog, vótame para los Premios 20 Blog: http://fedush.blogspot.com . Un saludo
Tampoco yo creo en esta desaparición. Antes que la idea del apocalipsis (desde antiguo tan actual) prefiero pensar en los cambios.
Es verdad que desde los años 80 el ingreso en taquilla ha experimentado un descenso vertiginoso en mucho países. La competencia de la televisión, además, hoy es fuerte porque crea un producto en menor tiempo, no siempre de inferior calidad, que necesita de un presupuesto también menor. (Entre otras muchas ventajas, como que los creativos de series televisivas gocen hoy de una libertad que pocos cineastas tienen).
Tampoco los cineastas han propuesto nuevas formas de “escritura cinematográfica” realmente rupturistas desde los 80, salvo contadas excepciones. El cine italiano duerme, el francés bosteza, y, comparativamente, pocos cineastas occidentales logran hacer frente a la avalancha asiática que irrumpe con viejas formas de hacer cine, aprendidas, reelaboradas y ampliadas. Y también con nuevas formas, ciertamente.
Pero siguen apareciendo de vez en cuando buenas películas, incluso grandes películas, y los cinéfilos siguen acudiendo a las salas. O comprando DVDs cuando las películas no logran encontrar salas para su proyección (que ése es otro gran cuento).
Tal vez sean las grandes masas las que están abandonando las salas, o eso es lo que indican las cifras (se suponía que a mayor población, mayor cantidad de entradas vendidas), pero no los cinéfilos, que están por doquier. Veremos hasta dónde llega la onda expansiva de este terremoto. Pero si el cine es arte, yo veo difícil que desaparezcan sus artistas y sus seguidores, pese a los enormes problemas de producción y de mercado.
Por otro lado, la “uniformación cultural” siempre ha sido la norma (necesaria) en la historia del cine, y nunca ha impedido la existencia del cinéfilo ni menos la del artista. No creemos mitos en un arte que nació como producto destinado a la entretención de masas y su uniformación cultural, y que gracias a ellas ha podido evolucionar hasta transformarse en arte. Se habla mucho hoy de la rapidez del video, de la versatilidad de los 16 milímetros, de la estructura tipo storyboard de cierto cine... cambios, cambios. Similares a los de la nouvelle vague. No sé, pero yo reconozco un plano largo de Eastwood o un travelling de Tarantino o una ilación temporal de González Iñárritu, por mencionar a los que están en cartelera. Los reconozco como autores, aunque reconozco también que ha cambiado el concepto de autor, y, sobre todo, el de “cine de autor” (ni qué decir del de “cine independiente”).
Siempre se ha confundido el abismo generacional con el abismo moral... y el arte aún no ha muerto, ni sus amantes. Y los “inmorales” del pasado son hoy nuestros referentes; nuestros “inmorales” lo serán en el futuro. Apuesto mi cabeza.
Besos.
Esto seguramente es tangencial, pero el artículo de Martí me ha hecho pensar en ello, y veo que Vernon lo apunta también de pasada. La cuestión es que parece como si todo el peso de la identidad cultural europea se haya evaporado en las últimas dos-tres décadas (qué gracia, justo cuando se habla más de Europa y más proliferan instituciones y uniones y parlamentos). En estos asuntos siempre está bien no confundir una situación pasada objetivamente mejor con una experiencia personal subjetiva; es decir, aquello de que “antes era mejor” muchas veces viene a significar, sin que lo sepa quien lo proclama, “antes era más joven, tenía más ganas de todo y estaba más enterado”.
Pero me parece indudable que este peso cultural, este papel de referencia con el que era posible identificarse (ya fuera “contra” el peso USA o para complementarlo, para abarcarlos ambos y otros más en una gran riqueza) ha desaparecido casi por completo. El cine ofrece un ejemplo clarísimo, pero no el único (hace veinte o treinta años París no era sólo el aeropuerto de Eurodisney, o del Louvre y Orsay masificados, sino que era un referente literario, cinematográfico, en los cómics… Milán no era el estadio de Berlusconi, sino un faro autónomo de creación en diseño, en el mundo editorial… Por no hablar de decenas de ciudades-icono que enlazaban con un imaginario literario-cinematográfico y que hoy han visto diluida su aura en medio de los circuitos turísticos).
Pero hablábamos de cine. En Francia, Renoir, Bresson, todos los nombres de la nouvelle vague y la post-NV: ¿para qué ponerlos todos? No es necesario, pero algunos sí, para que se vaya viendo el bulto: Godard, Truffaut, Resnais, Chabrol, Rohmer, Malle, el gran Tati… En Italia, Rossellini, Fellini, Visconti, Pasolini, Antonioni, Ferreri, etc. En Alemania Herzog y Fassbinder y Schlondorff y Wenders. El gigante Bergman en Suecia, en Inglaterra Losey, Richardson y más tarde Frears, Greenaway, en España Berlanga y Bardem, y Buñuel y Saura… Que alguien me diga: hombre, en Italia por ejemplo está Moretti (por muy respetable que sea su obra), como me dijo ese alguien hace poco, no merece comentarios.
Yo no creo que en el artículo Martí se ponga apocalíptico. Creo que señala una tendencia por la cual el cine comercial (de acuerdo, el cine es antes espectáculo que arte) domina el espectro de las producciones cinematográficas mundiales.
Poco arte pues, sin que eso signifique la desaparición de la “estética cinematográfica. Solo que ahora esa estética, ese arte, hay que integrarlo en la estructura demoledora de una producción comercial (uniforme, previsible, concebida como producto que debe venderse...)
Después todo esta cuestión hay que verla desde una perspectiva general. Dado que a nosotros nos interesan este tipo de temas es lógico que conozcamos a muchas personas a las cuales también les interesen. Pero estoy convencido de que hay muchas más personas a las cuales la cinefilia se la trae floja. Igual que conozco a fervientes cinéfilos, conozco a muchas personas para quienes David Lynch, Takeshi Kitano o Lars von Trier son seres de otro planeta. Y estoy hablando de personas que tienen la costumbre de ir al cine al menos dos veces al mes, es decir, en cierta manera son quienes sostienen la industria cinematográfica. Es paradójico pero es cierto, quienes llenan las salas no son los cinéfilos. Ergo los cinéfilos subsistimos gracias a quienes banalizan el cine.
Lars von Trier, Duquena, Lars von Trier... y Hanecke.
:-)
En fin, como la cosa parece que no puede ir a peor en lo que se refiere a Europa, debemos alegrarnos... mejorará.
¿Cuáles son nuestros inmorales, Vernon?... Porque espero que no prevalezcan los Wachowsky ni los Woo.
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios... la verdad, todo un lujo.
Gracias Fedush, por el voto, por la esperanza y por el comentario. (Tienes razón, debo reformar el chiringuito)
Creo que en los últimos tiempos se está siendo un poco duro con Europa y su nivel cinematográfico. Puede ser cierto que las vanguardias se hayan desplazado hacia Oriente (aunque yo creo que es más desdoblamiento que desplazamiento), pero en Europa se siguen haciendo grandes películas cada año. Me parece un poco injusto comparar grandes nombres surgidos durante todo un siglo con los aparecidos en los últimos..., ¿cinco, diez, quince? años (¿qué es lo actual?), sobre todo si omitimos que muchos siguen haciendo obras sublimes (los Godard, Rohmer, Rivette, Oliveira, Angelopoulos, Herzog...) y otros se encuentran en los mejores momentos de su carrera (Garrel, Sokurov, Kaurismaki...). Europa es muy grande y muy diversa, y tenemos autores que, posiblemente, algún día estén situados al lado de los clásicos más grandes (los Dardenne, Denis, Desplechin, Assayas, Cristi Puiu,Pedro Costa...). Quizás el problema esté en esa distribución que nos priva de conocer obras que el tiempo pondrá en su lugar pero que existen, desde luego existen...
No creo que haya ultradependencia de von Trier y Haneke :P
Respecto a la cinefilia..., deambulando por Internet no parece que haya menguado, pero como decía Portnoy puede que sea engañoso y la acumulación y centralización de afinidades nos haga ver de otra forma el panorama. Desde luego, en la vida real me es muy difícil (si no imposible) encontrar gente con la que hablar de ciertos temas. Aunque lo de ser de ciencias no ayuda :)
En definitiva, me da la impresión de que Europa se mueve cada vez más en torno a corrientes subterráneas, que intentan ser ocultadas por el universo mainstream pero que resisten gracias a los nuevos focos de apoyo, o mutaciones tecnológicas, o como se quiera llamar. Y, para mí, si hay algún culpable de esto, esos son los medios de comunicación, sus críticos de cine, y el caso omiso que hacen a aquello que después añoran.
Ups, siento el ladrillo y, Portnoy, aunque no doy muchas señales de vida, siempre se te lee desde las sombras. Un placer, por supuesto.
Saludos.
PD: hasta el más grande todavía vive y, aunque después de cada película diga que se retira, yo afortunadamente no acabo de creérmelo. Larga vida a Bergman...
Daniel, un placer tenerte por aquí de nuevo... y no te preocupes por los ladrillos, cuantos más, mejor y más sólida será la estructura.
Otra cosa que me preocupa, y lo digo a raíz de algunos de los autores que citas, es la sobrevaloración de cierto tipo de cine que se hace en Europa. Dejando aparte que es casi imposible ver las obras de esos autores, puede ser que el deseo de ver algo diferente, algo que está fuera del circuito comercial nos haga ser más indulgentes con el producto... es cierto, tengo muchísimas lagunas, no he visto todo el cine que debería ver y después me siento culpable cuando una de esas películas tan caras de ver (por las dificultades de su acceso) me decepciona... que me decepcione una comercial es asumible, pero no una película con otras pretensiones.
No sé, es complejo... te invito a leer la reflexión de Andrew Bujalski de la que he dejado un enlace en el siguiente post.
Un saludo, compañero (y que lástima para nosotros que no sigas con tu interesante blog)
Realmente fue un descubrimiento, tu blog, que en principio me atrajo por tu referencia al eximio baterista de dream theater y por supuesto al cine ( principalmente a fellini. Respecto al motivo de tu entrada realmente no sabría que decir ya que me considero una especie de cinefilo medio raro. Casi nunca voy al cine, las peliculas que conozco las vi en televisión o por el emule o por dvd, sere algo asi como un videofilo? non lo so. Pero si se que por estos dias tenemos la ventaja de poder conseguir, por distintas formas, titulos como bande a part, 8 y medio o underdground de kusturica. Y quizas esa sea una forma amar al cine
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