27/1/07

Congreso de Futurología, Stanislaw Lem

Tichy, lo haré por usted. Voy a vulnerar el secreto profesional. Todo cuanto acaba de decirme, lo saben hasta los niños, y no puede ser de otra manera. El progreso no pudo más que seguir esa vía desde el momento en que después de los narcóticos y los alucinógenos se pasó a los llamados psicofocalizadores de poderosa acción selectiva. Pero la verdadera revolución tuvo lugar hace veinte años, cuando lograron sintetizar los maskones, es decir los hapuntores o alucinógenos punteados. Los narcóticos no separan al hombre del mundo, sólo modifican su relación con el mismo. Los alucinógenos enturbian y velan todo el mundo. Ya se convenció usted mismo de ello. En cambio los maskones falsifican el mundo. (...) Maskones viene de máscara. Al introducir en el cerebro los adecuados maskones sintetizados, es posible velar un determinado objeto del mundo exterior con unas imágenes ficticias hasta el extremo que el individuo enmaskonado ya no sabe lo que es real ni lo que es ilusorio. Si viera en un abrir y cerrar de ojos el mundo que en realidad nos rodea, en lugar de esa quimicomascarada maquillada, le aseguro que se quedaría asombrado.
—Espere, espere, ¿qué mundo? ¿Dónde está? ¿Dónde puede contemplarse?
—Aquí mismo, si lo desea —me susurró al oído, mirando furtivamente a su alrededor.
El profesor vino a sentarse a mi lado y dándome por debajo de la mesa un frasquito de cristal, me susurró:
—Esto se llama antic, del grupo de los ocicanos, un potente específico antipsiquímico derivado de la nitrodasilcova peiotropina. El solo hecho de llevarlo encima, aun sin tomarlo, es un grave delito. Destape el frasco debajo de la mesa, lléveselo a la nariz y huela, pero solamente una vez, somo si oliera amoníaco o sales. Y después... que sea lo que Dios quiera. ¡Domínese, aguante, no lo olvide!
Las manos me temblaron al abrir el frasco. Apenas si tuve tiempo de oler su fuerte aroma de almendra, cuando el profesor y a me lo había quitado. Los ojos se me llenaron de lágrimas. Al frotármelas con los dedos y volverlos a abrir, se me cortó la respiración: La magnífica sala del restaurante, sus alfombras, sus palmeras, las paredes de mayólica, con el elegante resplandor de las mesas, la orquesta de cámara que tocaba en el fondo de la sala acompañándonos con su música hasta los postres, ¡todo eso se había desvanecido!
Nos encontrábamos en un bunker de hormigón, ante una mesa de madera desnuda, con los pies sobre una vieja estera de paja. La música continuaba, pero ahora salía de un altavoz colgado de un alambre. Los candelabros de cristal habían cedido el puesto a una bombilla polvorienta. Pero la metamorfosis más espantosa fue la de la mesa. El albo mantel había desaparecido; la fuente dé plata con las perdices aderezadas sobre unos picatostes se había convertido en un plato de loza en el que había una papilla pardogrisácea muy poco apetitosa, que se pegaba al tenedor de cinc, pues también había desaparecido la cubertería de plata. Me quedé pasmado, mirando la porquería que unos segundos antes estaba saboreando, delectándome con la piel crujiente de las doradas perdices puestas sobre sus picatostes espesos bien asados por encima y bañados en una deliciosa salsa por debajo. Lo que antes se me habían antojado ser las ramas de unas palmeras se acababan de convertir en unos simples cordones de los calzones del individuo que junto con otros tres se hallaba inmediatamente encima de nosotros, en una especie de balcón que más se parecía a un estante por lo estrecho... ¡Y que gentío, madre mía!
Creí que los ojos se me salían de las órbitas cuando esa imagen horrible vaciló y fue desvaneciéndose, como tocada por una varita mágica. Los cordones de los calzones fueron reverdeciendo junto a mí y se transformaron nuevamente en ramas de palmera, el cubo de la basura que tenía a tres pasos, fue cobrando un oscuro brillo hasta transformarse en un hermoso florero esculpido; la negra superficie de la mesa se cubrió de blancura, como de nieve recién caída; resplandecieron los vasos de cristal tallado; la papilla pardogrisácea fue recobrando formas de noble asado, brotando en su lugar las alas y los muslos; los cubiertos volvieron a refulgir con su plata antigua... y por la sala iban y venían los camareros con sus fracs. Miré a mis pies: la estera de paja se había transformado en una rica alfombra persa, y devuelto al lujoso mundo, jadeante, me quedé mirando la rica y jugosa pechuga de las perdices, incapaz de olvidar lo que camuflaban...
—Ahora es cuando comienza a aprehender la realidad, Tichy —me dijo en voz baja Trotelreiner, mirándome a la cara como si temiese mi violenta reacción—


Congreso de futurología, Stanislaw Lem, 1971 (Traducción de Melitón Bustamante)

2 comentarios:

luis dijo...

Mucjhas gracias por aclarame el error de informacion que tuve, puse en una respuesta anterior que era memorias encontradas en una bañera, se sacaba la trama de matrix. Y era en esta.
Pero hace como 1000 años que la lei y por eso la confucion.

Portnoy dijo...

No lo he hecho por eso... yo pensé que además de en memorias encontrada en una bañera, también en Congreso se anticipaba Matrix... en realidad ¿acaso no se anticipa Matrix en todas las novelas de Dick?
Un saludo