Quiero decir, en la actualidad, debido a la influencia del cine estadounidense, ¿el cine japonés ha perdido sus características que, tras la segunda guerra mundial, impresionaron a espectadores y críticos occidentales?
La cadencia lenta, la influencia del teatro Kabuki y de la pintura, los inusuales, para occidente, personajes y sus peculiares relaciones y, como corresponde a una cultura desconocida, el elemento exótico que aporta una interesante extrañez, son algunos de los principios que cimentaron el éxito de la cinematografía japonesa.
En la actualidad, aparentemente, esa distinción se diluye bajo las formas imperantes del cine proveniente de Hollywood (aunque no debemos olvidar el efecto contrario, la influencia del cine japonés en el cine occidental), aunque en la comparación occidente-oriente sigue ganado el cine proveniente de Japón.
Y eso es lo que provoca mi pregunta, porque aunque esa distinción inicial que hacía singular la cinematografía japonesa ha quedado relegada como perteneciente al pasado, sin embargo, y me remito a casos como las dobles versiones de The Ring, por ejemplo, las versiones orientales siguen pareciéndome superiores cinematográficamente.
La verdad es que me gustaría recabar vuestra ayuda y que intentaseis explicar que detalles específicos os llaman la atención al ver una película japonesa.
Por ejemplo, siempre me ha impresionado el respeto al espacio vital de las otras personas, la remisión, casi enfermiza, a tocar a otro individuo (eso sin mencionar la impasibilidad emocional), sobre todo en las películas en las que la violencia es un elemento esencial cuando la acción de golpear al contrario se opone al tabú de tocar a otras personas.
9 comentarios:
A ver... el cine japonés existe creo yo y más que nunca. Pero si es cierto que hay toda una generación bajo influencia estadounidense pero nada que ver, todo es indiscutiblemente japonés.
Battle Royale que es un esquema super americano como El Malvado Zaroff tiene esa insularidad, esa poesía bizarra, esa violencia como otra bella arte, ese sentido del suicidio como parte natural de la vida de cada uno de nosotros tan innato de los japoneses. El lirismo de Kitano es inimitable. De hecho existe y más que nunca, quizá no sea tan prolífico como sus colegas de corea o china pero si es muy personal. De hecho es fascinante como cada uno de esos temas tan "japoneses" se mantienen bajo esquemas herejes de la cultura pop norteamericana.
Hay películas que muestran justo lo que en el post se reclama como "muñecas" de Takeshi Kitano. Es cierto que hay una tendencia hacia ese lado occidental, pero el cine oriental tiene muchas cosas para mostrar como un Chan woo Park en Corea, por nombrar algún ejemplo.
Feliz Navidad, Mr. Lawrence, de Nagisa Oshima
Si nos ceñimos a Cipango... que le decían a Richard Chamberlain en "Shogun", la única manera de conservar lo genuinamente japonés habría sido lanzar un sigiloso ataque de ninjas escalando la borda de los primeros galeones holandeses, o bombardear siglos más tarde los barcos negros, o que Truman no hubiera querido apuntarse el primer tanto de la guerra fría con la innecesaria (por más que dijese la propaganda) Hiroshima.
Todo se influye y se mezcla, inevitablemente. Pero los japoneses (y a lo que iba con la memez de antes, los coreanos, los chinos, los taiwaneses...) tienen la extraña habilidad de hacernos creer a los occidentales (y especialmente a los americanos) que nos imitan, pero su sátira, su ociosidad, la disfrazan igual que a un extranjero. Este podrá beber sake, podrá presenciar la ceremonia del té, pero los japoneses son algo así como los hindúes del extremo oriente, no existen las conversiones.
Existe, como todo, buen y mal cine japonés, coreano, etc. (permíteme la extensión). Existe una mirada y una voz capaz de ubicar el reflejo de las emociones en otro lugar, y el cine americano sólo destila una fórmula rebajada, acorde con el estómago educado de los espectadores occidentales y, eso sí, en cantidades industriales, que para eso el alambique es enorme.
"Primavera, verano, otoño, invierno, y primavera", o "2046" (su director prepara el salto a Hollywood coreografiando a ilustres del cine de allá, como mi admirado Ed Harris, creo, y "featuring" Norah Jones, la hija del maestro del sitar, Raví Shankar) cuentan de otra manera. "Ringu", por citar una, es el otro modo de contaminarse, con una aparente originalidad perfectamente preparada para ser reconvertida en producto ("The ring"). Y las manos del oeste lo manufacturan eficientemente (para caja).
En fin, sí creo que existe un cine japonés (y vecinos). Y aunque se prepare a veces con el aliño de un Ryuichi Sakamoto (como el de la banda sonora de la película que nos traes en ese fotograma) de lo más digestivo, aunque rueden en Central Park, hay "algo" de lo genuinamente nipón, capaz de impregnar lo que hacen.
Cierto orgullo domesticado, con látigo de seda y jaula de papel de arroz, pero con una mano en la consola y la otra garra sobre la tumba de los ancestros.
A veces parece que me pongo hasta el culo de sake, ¿no?
Un abrazo.
Existe. ¿Qué se mantiene? En principio esa cadencia lenta del, por ejemplo, cine de Kitano con sus tomas extensísimas (y que a más de alguno han llegado a enfermar en Takeshis) o del cine de Ishii Katsuhito en, por ejemplo, El sabor del té; la aparición de historias paralelas que tienen la misma importancia narrativa que la historia central (y a veces no se relacionan claramente con ella); la plasticidad de las imágenes (incluso en películas como Ichi, the killer); la vida íntima de Ozu reinterpretada como siempre, sin ñoñerías, ahora por Kore-eda Hirokazu.
Para mí, los rostros de los personajes de Asano Tadanobu siguen siendo impenetrables (teniendo en cuenta, eso sí, que sus personajes suelen ser casos límite) o los de Kunimura. Y el respeto al espacio vital sigue marcando la imagen, con las mismas salvedades en los guiños cómicos como, por ejemplo, el famoso manotazo en la cabeza marca Mifune ahora en manos de Miike Takashi. Creo que también se mantiene la profundidad de campo (que en el cine yanqui definitivamente no funciona debido al abuso del plano medio), y, pese a que los directores japoneses han integrado bien el plano-contraplano en sus películas, es notorio que siguen construyendo el espacio por medio de la utilización de sus puntos de referencia de siempre.
Los japoneses continúan jugando con la cámara, quitándole realismo a la imagen, manejando los tiempos (no aristotélicos), estableciendo diálogos (el teatro y la pintura están en Kitano, o en Tori de Asano; el comic en Ishii), jugando con la verosimilitud...
Ringu de Nakata es superior a The ring de Verbinski, por donde se la mire. Y curiosamente también lo es la versión japonesa de The grudge (Ju-on), comparada con la versión yanqui que filmó el mismo Shimizu para espectadores occidentales.
Y la lluvia sigue siendo parte importante del cine japonés.
Qué bueno, Vernon...
La lluvia en el cine americano, a menudo, es un extra, un efecto. En el japonés y aledaños, muchas veces, un personaje. Creo que esa es la diferencia.
No acabo de pillar lo de la lluvia. Quiero creer que la "lluvia" que influye en el cine japonés es la "lluvia negra" y las secuelas que, en silencio, perdurarán durante muchos años.
También pienso que Kitano es una excepción. Dolls reclama ese cine japonés por el que pregunto. Takeshis es la conjunción de la metaliteratura (metacinematografía) occidental y la reclamación de un cine propio (el de Kitano, el de Japón) que no se someta a normas externas (aunque tampoco internas, supongo) Su aparición en Battle Royale toca todos los matices de su obra: Violencia, ternura y humor (en ocasiones hasta chabacano) El hecho de que el personaje que interpreta en BR se llame Kitano forma parte del juego que pretende terminar con Takeshis (o tal vez lo que pretenda sea dejar claro que seguirá haciendo lo que le parezca)
Y mi pregunta se ciñe estrictamente al cine japonés, así que dejaremos de lado otras cinematografías cercanas.
Tal vez mi pregunta esté motivada en parte por ignorancia (que Vernon acaba de dejar al descubierto con su exhaustiva relación de factores, técnicas y directores actuales, y en parte por cierta sensación de orfandad que me ha dejado la muerte de Imamura, a quien consideraba el Gran Director Japonés. Pero también porque las nuevas generaciones, abanderadas por Miike, no acaban de convencerme. Miike me parece irregular, capaz de lo mejor y de lo peor; Kiyoshi Kurosawa demasiado influido por el cine estadounidense; Kitamura...mmm tal vez Kitamura sí, por su hibridación macarra de géneros y por Godzilla, claro; en fin... que no encuentro, quitando a Kitano, el sabor del cine japonés de antaño, el que lo distinguía del resto de las cinematografías.
Un saludo
Con la lluvia me refería a lo que dice Sergi. La lluvia como tema, personaje y como estructura rítmica. No pensé en ese momento en Kuroi ame.
Miike es irregular, pero no sé si le preocupa mucho, yo más bien diría que no. Una característica de estos directores que se me hace cada vez más presente es que se entretienen con lo que hacen, películas malas y películas buenas. Algunos vienen del vídeo, otros de cine serie B, del cine porno, del chambara. Y mantienen sus orígenes, creando una cierta marginalidad en sus propuestas que es impensable en occidente que un artista mantenga una vez que se integra al mercado. Algunos filman como locos, hacen cortos a un ritmo vertiginoso... Lo importante es crear. ¿A qué costo?, pues en occidente a riesgo de producir basura y, sobre todo, de dejar en evidencia que la gran obra te salió por casualidad y que en fondo no eres tan bueno (el pánico a la segunda película o al segundo libro); en Japón tengo la sensación (y es sólo una impresión) que no funciona exactamente igual.
Kurosawa Akira, Kobayashi, Ozu… también fueron irregulares, sólo que ahora están muertos. Y que todavía ignoramos demasiado.
Otra característica que me parece curiosa es que muchos de ellos no piensan en el cine como única profesión. Se dedican a la pintura, al baile, a la caligrafía, a las artes marciales, más de alguno tiene una banda de rock, hace comic o escribe. Creo que se nota en sus películas, y que esto también se relaciona con la poca importancia que le dan a filmar una serie B después de una obra de arte. Asano dice que él es artista o músico antes que actor o director; Kitano, después de su grave accidente, se dedica más a la pintura; Ishii a su banda, Mach 1.67.
Kitano no se arrugó cuando le criticaron que la sangre de Zatoichi era tipo cine gore (lo que provocó una media sonrisa en nuestros críticos); le importaba más dejarse los huesos filmando con las dos cámaras que Kurosawa utilizó en Los siete samuráis. Es difícil detectar, para mí, qué es lo más importante para ellos (si no lo leo antes en sus entrevistas), pero creo que nos están educando con paciencia oriental. En el fondo, yo creo que todo se resume a lo que ha dicho Sergi: “tienen la extraña habilidad de hacernos creer que nos imitan”. Tal vez la hibridación macarra, Portnoy, no esté tan mal después de todo. Curiosamente, también está produciendo arte.
¿Qué sería del cine de Kitano sin su pasado de cómico barato o de stripper?
“Cierto orgullo domesticado, con látigo de seda y jaula de papel de arroz, pero con una mano en la consola y la otra sobre la tumba de los ancestros”. No hay palabra que sobre en esta declaración.
Estás muy nostálgico, Portnoy. Échale un nuevo vistazo a Seppuku y a Gohatto, y después a Ichi, the killer... saldrá el sabor del cine japonés de antaño. Seguro.
No estoy de acuerdo con la motivación de tu pregunta, Portnoy-senpai.
Un saludo.
En cuanto a el comentario de que la producción americana de "Ringu" esta muy por debajo de la original discrepo totalmente. Sin mencionar la calidad visual como la dirección fotográfica y la edición, hay escenas en la versión japonesa que me parecen ridículas que pecan de lo ingenuo. La verdad me pareció muy mala. En este caso la producción americana creo supero con creces la versión nipona, que de haber sido un fiasco la versión americana, seguramente no me hubiera molestado en ver la versión original, ni muchos de nosotros.
En fin solo quiero dar mi punto de vista acerca de esa película en específico y no demeritar el cine japonés, que por lo general, aporta muchas innovaciones al cine mundial, como lo ha hecho con grandes directores y películas.
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