There's a painting of Stanley Spencer's that hangs in the Tate, a double nude portrait of Spence and his wife in their mid forties. It's the quintessence of directness about cohabitation, about the sexes living together over time. Spencer is seated, squatting, beside his recumbent wife. He is looking ruminatively down at her from close range through his wire-rimmed glasses. We, in turn, are looking at them from close range: two naked bodies rightin our faces, the better for us to see how they are no longer young and attractive. Neither is happy. Ther is a heavy past clinging in the present. For the wife particularly, everything has begun to slacken, to thicken, and greater rigors than striating flesh are to come.
At the edge of the table, in the immediate foreground of the picture, are two pieces of meat, a large leg of lamb and a single small chop. The raw meat is rendered with physiological meticulousness, with the same uncharitable candor as the sagging breasts and the pendent, unaroused prick displayed only inches back from the uncooked food. You could be looking through a butcher's window, not just at the meat but the sexual anatomy of the married couple.
The Dying Animal; Phillip Roth
Hay un cuadro de Stanley Spencer en la Galería Tate, un retrato en el que Spencer y su esposa, ambos ya cuarentones, aparecen desnudos. Es la quintaesencia de la franqueza acerca de la cohabitación, de los sexos que viven juntos a lo largo del tiempo. (...) Spencer está sentado, acuclillado, junto a su mujer recostada. La mira pensativa desde cerca de través de las gafas de montura metálica. Nosotros, a la vez, los miramos de cerca: dos cuerpos desnudos ante nuestras narices, la mejor manera de que veamos que ya no son jóvenes y atractivos. Ninguno de los dos es feliz. Un denso pasado se aferra al presente. Para la esposa, en especial, todo ha empezado a aflojarse, a engrosar, y peores asperezas que la piel estriada están aún por llegar.
En el borde de una mesa, en primer plano del cuadro, hay dos pedazos de carne: una gran pierna de cordero y una sola y pequeña chuleta. La carne cruda está representada con una minuciosidad fisiológica, con la misma franqueza nada caritativa que los senos caidos y la polla flácida, expuestos a sólo unos centímetros del alimento sin cocinar. Es como si estuvieses mirando a través del escaparate de la carnicería, no sólo la carne sino también la anatomía sexual del matrimonio.
Traducción de Jordi Fibla, El animal Moribundo de Philip Roth, Alfaguara.
11 comentarios:
Descarnado Roth, como siempre. La bofetada de la verdad, me gusta la pintura de Spencer.
Una pintura y un comentario muy interesantes. A mí, el superrealismo de Spencer me parece sobrecogedor, y en esta obra en concreto, un tanto incómodo. Nunca es agradable que te presenten a dos seres humanos desnudos (indefensos, vulnerables), con todos sus detalles y sus miserias. Dos cuerpos que desbordan el marco del cuadro para acercarse más a nosotros en toda su crudeza.
Y luego está el trozo de carne cruda (elemento también presente en Dalí), que no puede ser más simbólico. Los cuerpos adultos de los protagonistas son comparados a un trozo de carnaza, deshumanizándose por completo, perdiendo sus atributos humanos, quedando convertidos para el espectador en eso, pura materia biodegradable, carne.
Impresionante el cuadro.
Me ha recordado muchísimo a los desgarradores desnudos de Lucian Freud, en especial al de
Sebastián Smee, pero sin necesidad de más carne (creo que no es necesario, es como explicarlo)
Y qué decir de Roth que no hayas dicho ya en este,por cierto,magnífico blog. Yo disfruté mucho. Está escrita con una increíble y aparente facilidad. Un soliloquio ágil y agudo, el erotismo entre música.
Sobre el miedo a envejecer, a perder de alguna forma lo que más libre le ha hecho, el sexo.
Saludos
Qué alegría verle de vuelta y en tanta forma maestro Portnoy. La segunda aventura de Kepesh promete ser grandiosa. ¡La he visto citada dos veces esta semana!
De momento gracias por vuestros comentarios. Volveré sobre Kepesh y sus peculiaridades como narrador en El pecho y en El animal moribundo.
Quería destacar la visión de un narrador de una obra pictórica y como es insuficiente para plasmar la crudeza del cuadro. Y sin embargo, a su manera, transmite la misma sensación de carnalidad indefensa, de decrepitud y del ansia de mantenerse joven. Sexo y vejez.
Es un motivo recurrente en Roth.
Un saludo
Salud, querido Portnoy. Me han gustado mucho la pintura de Spencer y el texto de Roth. Parece que el canon de la belleza roto desnivela o repele. A mí la decadencia me parece hermosa, porque es verdad. Y un día habría que reflexionar sobre la diferencia entre belleza y hermosura.
Un abrazo fuerte.
En realidad es la tercera "aventura" de Kepesh, después de El Pecho (1972) y El Profesor del Deseo (1977)... la última no la he leido, pero encuentro relación entre la primera y El animal moribundo.
Ya hablaremos.
Gabriela, quizás sea necesario cierta constatación física de la decadencia para poder apreciar plenamente sus representaciones artísticas... lamentablemente, añado.
;)
Un saludo y gracias por vuestros comentarios.
Y sin embargo a mí me parece bello. Quizás sea por empatía. Esa que te llega con la edad. No sé.
Welcome back, señor.
Leyendo el libro busco el cuadro y lo encuentro en tu blog...lo seguiré.
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