En Espacio sobre literatura hay una interesante reseña sobre la novela El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon.
Esta nota intenta remarcar de nuevo los riesgos que supone la inmersión del narrador en una mente enferma. Aunque en este caso no sé sí enferma es la palabra justa, se podría decir que el protagonista de El curioso incidente tiene una particular visión del mundo. Partiendo de esta premisa, de una subjetiva visión de la realidad sujeta a ciertos condicionantes psíquicos, el autor se lanza a escribir una novela desde ese punto de vista. Pero no olvida que la comunicación debe tener sentido para receptor y emisor, y, a pesar de que en el hipotético caso de un niño con síndrome de Asperger el emisor no estaría en absoluto preocupado en que el receptor recibiera el mensaje, esta comunicación funciona, lo que no deja de ser una falaz manipulación de la realidad. No se trata de explicarnos como funciona una mente con síndrome de Asperger, lo que posiblemente daría lugar a un texto vagamente comprensible y, por supuesto, nada literario, si no, a través de una narración de estructura más bien simple, explicar al lector como se muestran a nuestros ojos los procesos mentales de los afectados por este síndrome, no, de ninguna manera, como ellos nos lo explicarían. El resultado final es más bien inverso al deseado: El lector queda en un nivel de conocimientos mínimos al que hay que explicarle prácticamente todo, ya que parece ser que según Haddon, los lectores no sólo carecen de la suficiente capacidad para entender ciertos conceptos matemáticos o topográficos, si no que son definitivamente ignorantes a todos los niveles (lo cual es posible al nivel de la enfermedad que sirve de base a la historia, pero no en otros aspectos)
Sigo pensando que este tipo de experimentos literarios son arriesgados porque suelen volverse en contra del autor a causa, sobre todo, del sometimiento a ciertas normas de legibilidad, muy lejanas a todo tipo de experimentación. La inmersión narrativa en una mente enferma debe llevar necesariamente a una narración enferma, solipsista, si se quiere, pero mucho más arriesgada que la que nos ofrece Haddon. Limitando las capacidades del narrador, limita al mismo tiempo la narración, y, lo que me parece más grave, la pervierte.
De todas formas ese no era el objetivo del autor. Lo que quería, supongo, está plenamente conseguido: Una novela amable y convencional que se adentra en los problemas de personas con problemas psíquicos, no como excusa literaria, si no como divulgación amena de una enfermedad.
Más Beckett.
1 comentario:
sin embargo me gustó esa novela. y de hecho mientras la leía no me di cuenta de que el niño tenía síndrome de Asperger hasta la mitad. pero... antes de eso sí pensaba que era un niño especial. no sé si me explico. creo que tampoco intento hacerlo. sólo quería decir que disfruté mucho esa novela.
y adivino el por qué de ese "más Beckett". creo que es un comentario-coda sintético extremo. Beckett pudo recrear mejor procesos mentales especiales. en su obra se aprecia bastante eso. sólo leí 3 novelas de él y vi una sola pieza teatral, eso sí.
saludos.
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