2/8/05

Todos contra Olga, de Rodo Ospina

Polyester, ,de John Waters, tiene el dudoso honor de ser la primera película realizada en Odorama.
Pero para aquellos que piensen que el olfato es un sentido inoperante cinematográficamente, les sugiero la revisión de Todos contra Olga que será reestrenada tras la clamorosa acogida que tuvo en el festival.

Lo cierto es que nada más arrancar la proyección del film la pituitaria es atacada por un olor dulzón penetrante que se arrastra hacia el fondo de la garganta, un colectivo y simultaneo tragar saliva y un rumor de cuerpos acomodándose a sus butacas. El cine pornográfico pertenece generalmente al ámbito de las catacumbas personales. Presenciar una película de este género en un festival cinematográfico que no se ocupe específicamente de él, supone enfrentar al espectador no habitual, o habitual en la intimidad, a una comunión tribal cuya exégesis es inaprensible. Por eso sorprende y anonada ese primigenio olor que flota por la sala, esa llamada hormonal que hace que los espectadores, prácticamente todos varones, comprendan que no sólo se encuentran ante un espectáculo que apela a sus más profundas e ignotas tensiones sexuales, sino que el acto comunitario impele al enfrentamiento por el dominio de la manada.
John Waters hubiese sustituido todos sus cartones con numeraciones olorosas por un solo instante de primitivo enfrentamiento sexual, por arrancar a sus espectadores una respuesta tan instintiva y animal. El autentico Odorama se vivió la noche pasada durante la proyección de Todos contra Olga, de Rodo Espina, una obra mítica, a pesar de su carácter minoritario y de pertenecer a un género denostado como el pornográfico.
Sobre el argumento poco deberemos decir. Sobre las circunstancias de su rodaje mucho se ha escrito ya, y sobre la excelencia de la película aún está abierto el debate que dirimirá si ésta se debe a su odisea extracinematográfica o a aspectos puramente fílmicos, aunque los defensores de esta última opción no ocultan lo difícil de mantener argumentos sólidamente cinematográficos frente a escenas de penetraciones múltiples, por ejemplo.

(Nota: Por cierto, si este último aspecto fuera estudiado más a fondo cronológicamente, quizás nos encontrásemos con la agradable sorpresa de un Rodo Ospina pionero en estas acrobacias filmadas. Puede, también puede, y para ello es preciso un detallado análisis cronológico, que la recurrente influencia de Mario Bava en la obra de Ospina pudiera ser inversa, teniendo en cuenta precisamente la notable influencia de esta obra mítica, Todos contra Olga, en la posterior industria pornográfica italiana)

Sea como sea, tras el sonoro tragar de saliva, el dulzón aroma se extendió por todo el patio de butacas, anunciando que nos disponíamos a contemplar algo que trascendía lo cinematográfico. Cuando un primer plano del pie desnudo de Yurbleidi Cárdenas desperezándose aparece en la pantalla sabemos que algo tremendo está a punto de ocurrir.
Tal vez esa sea la esencia del cine.

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