Ya te he contestado antes.
No era una respuesta precisa.
No fumo.
Esa es una respuesta definitiva.
Napoleón Wilson pasaba la mayor parte de Asalto a la comisaría del distrito número 13 pidiendo un cigarrillo. Esposado o, finalmente, armado, resistía estoicamente el síndrome de abstinencia y al mismo tiempo no renunciaba al vicio del tabaco. Sabía que le mataría la silla eléctrica, no fumar.
Eso ocurría en el western-macarra que lanzó a la fama a John Carpenter, película de culto a pesar de no ser más que un cutre remake de Río Bravo de Howard Hawks.
Y sobre western y poesía nos habla Iria en su post sobre Dead man, una magnífica película de Jim Jarmusch en la que todos los personajes piden ansiosamente tabaco a un William Blake (genial Johnny Depp) completamente fuera de lugar.
Dead man es del año 1995, al igual que Blue in the face, de Auster-Wang, cuya acción se desarrolla en el estanco de Auggie Wrenn, personaje creado por Paul Auster para protagonizar uno de los cuentos de navidad que más me han impactado. En ese estanco que Wrenn fotografía cada mañana a la misma hora, Jarmusch fuma su último cigarrillo, porque el mejor lugar para hacer una cosa como esa es en un lugar conocido entre amigos.
Coincidencia tras coincidencia el círculo se cierra. Ahora mismo tengo el mismo síndrome de abstinencia que Jarmusch mientras rodaba Dead man, pero no la suficiente inspiración como para emprender y concluir una obra como la suya. Y lo que son las cosas, yo que siempre me identifiqué con el cínico nihilista Napoleón Wilson (y con Snake, con Nada, con Crow , con Desolation Williams y con todos los antihéroes macarras de Carpenter) resulta que ahora estoy del otro lado, ahora tengo una “respuesta definitiva” a la pregunta:
¿Alguien tiene un cigarrillo?
NO FUMO
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