21/2/05

Los dos lados de la cámara: Nabokov de nuevo

Tal vez la opinión del personaje Albert Albinus, “El sonido acabará en poco tiempo con el cine”, defina el punto de vista de Nabokov al respecto: Imágenes mudas en blanco y negro proyectadas en una sala oscura.
Encuentro dos aspectos básicos que hacen de Risa en la oscuridad una obra diametralmente distinta a otras de su autor. La primera es el narrador omnisciente aunque ésta no sea una distinción determinante ya que emplea el método en otras novelas, por ejemplo en La defensa. Sin embargo esta elección choca con sus narradores en primera persona, los desquiciados protagonistas de Sebastián Knigth, Desesperación o Lolita, en cuanto éstos eran absolutamente subjetivos, por no decir mentirosos o esquizoides. Así pues, lo que se nos cuenta en Risa en la oscuridad es rigurosamente cierto desde el punto de vista narrativo al estar expuesto de forma objetiva, no hay un juego subterráneo para despistar al lector sino la exposición y explicación de unos hechos.
En segundo lugar está el uso del diálogo, un recurso que Nabokov no suele derrochar, y que en Risa en la oscuridad es abundante y al mismo tiempo banal, ridículo en ocasiones y melodramático en otras, mientras que la verdadera acción narrativa discurre por debajo, y a pesar, de esos diálogos.
Si considerásemos esta novela como un filme, veríamos una sucesión de situaciones que van de lo cómico a lo dramático, redundando en todos los tópicos cinematográficos, y, por esa razón, de supuesta calidad artística nula, que incluso se adentran en lo moralizante, como el castigo al pecador, algo inusual en Nabokov. Todas esas secuencias cinematográficas quedan sustentadas por el verdadero entramado literario con el que Nabokov las une y explica. Hay una abismal diferencia entre lo que el narrador cuenta con la sutil maestría del autor y las “actuaciones” de los personajes. Nabokov contrapone la grandeza narrativa a la banalidad del folletín cinematográfico utilizando recurrentemente el campo de lo visual (cuadros, tapices, dibujos y falsificaciones; sus personajes son respectivamente crítico de arte, dibujante, modelo y actriz; y el soporte material que engloba todos los aspectos de la producción cinematográfica) Sólo al final, privado de lo visual, será capaz Albinus de asimilar la realidad.Sigo pensando que la relación de Nabokov con el cine va más allá de la adaptación de sus novelas. Sostengo que Risa en la oscuridad es una mala película narrada genialmente. El capítulo de Mashenka en el que Ganin se redescubre a sí mismo , o al otro que fue, es bastante elocuente.
En la versión cinematográfica de Lolita, de Stanley Kubrick, (en cuyo guión participó Nabokov, aunque no puedo determinar en que medida lo hizo, si sé, por sus declaraciones que lo hizo menos de lo que a él le hubiese gustado)hay ciertos detalles que apuntan en la dirección de la importancia de lo visual y de mantener separados lo literario de lo cinematográfico. Lolita es una novela eminentemente psicológica en la que la mente de Humbert domina totalmente la narración. En la Lolita de Kubrick, Humbert pasa a ser un personaje que vemos desde fuera y es en este sentido en el que el Humbert cinematográfico se transforma en el Albinus literario: La interpretación de James Mason bebe de las fuentes del Albinus de Risa en la oscuridad, más que del desquiciado narrador de Lolita. Muchos gestos del actor, algunas reacciones del personaje y, como no, su abrigo de piel de camello así parecen indicarlo.
Kubrick y Nabokov fueron conscientes de la imposibilidad de transcribir en imágenes el desquiciado pensamiento de Humbert y, en cierta medida, transformaron al soberbio Humbert en el patético Albinus, sin traicionar el espíritu nabokoviano de la obra.



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