Dejaremos de momento el bestiario. Punto final. Quizás quedaba escribir sobre el caballo que mató a Faulkner, pero, como en la lápida de la tumba de Jesse James, el nombre de su asesino no merece figurar. La última caída es la que te mata y por mucho que quieras aferrarte al dolor, al final la nada se impone, como lo hizo ese día de julio del año 1962.
Una de las características común a toda la obra de Faulkner es la paulatina degradación tanto del hombre como de la naturaleza. He traído tres ejemplos del interés del autor por resaltar la importancia del entorno en los destinos trágicos de sus personajes.
La vaca de Houston de la que el hijo retrasado de Mink Snopes se enamora, que aparece en el fragmento como la visión obnubilada de una mente enferma, destaca la importancia de la propiedad privada para los pequeños propietarios que poblaban Yoknapatawpha. La tierra es el sustento y la condena, más aún para personas como los Bundren de Mientras agonizo, condenados eternamente a bregar contra la tierra mezquina y los elementos de la naturaleza, en palabras de Faulkner, campesinos blancos que viven peor que los negros. En ese sentido la vaca de Houston representa una forma de subsistencia que no puede ser compartida y el litigio que comporta la obsesión del hijo de Mink llevará a la muerte de Houston y al encarcelamiento de Mink y a la gestación de una larga venganza que se ejecutará veinte años después en La ciudad, último tomo de la trilogía de los Snopes.
Flem Snopes, objeto de la venganza de Mink, es uno de los pocos personajes de Faulkner que consigue salir adelante, aunque la condena trágica de su esterilidad acota las posibilidades de expansión de la familia Snopes. Flem reconoce en los hombres la necesidad de la posesión, no tanto como muestra de avaricia, sino como necesidad para la supervivencia y, liberado de la esclavitud de la tierra, emplea esa necesidad de los demás para enriquecerse y prosperar. Los caballos de Flem, imposibles de cabalgar, si exceptuamos el que consiguió domar Jewel Bundren, y, quizás, el que mató al propio Faulkner, simbolizan para los campesinos de Yoknapatawpha lo que jamás podrán poseer y por ese mismo motivo objeto inmediato de su deseo. Flem juega con esa avidez y al mismo tiempo, con el deseo de sus vecinos de vencerle.Old Ben, el oso de Desciende, Moisés, se convierte por si mismo en un símbolo de la importancia de la naturaleza en la obra de Faulkner. Él solo, el nominado, frente a la muchedumbre innominada que le acecha y le arrincona en ínfimos territorios rodeados de hierro y campos, ahuyentado por la azada, el hacha y el ferrocarril. El trágico destino de Old Ben se mezcla así con el de las familias de Yoknapatawpha, cuyas herencias teñidas de sangre y corrupción se pudren lentamente, arrebatadas por gente sin nombre simbolizadas en la figura de los Snopes.
Una de las características común a toda la obra de Faulkner es la paulatina degradación tanto del hombre como de la naturaleza. He traído tres ejemplos del interés del autor por resaltar la importancia del entorno en los destinos trágicos de sus personajes.
La vaca de Houston de la que el hijo retrasado de Mink Snopes se enamora, que aparece en el fragmento como la visión obnubilada de una mente enferma, destaca la importancia de la propiedad privada para los pequeños propietarios que poblaban Yoknapatawpha. La tierra es el sustento y la condena, más aún para personas como los Bundren de Mientras agonizo, condenados eternamente a bregar contra la tierra mezquina y los elementos de la naturaleza, en palabras de Faulkner, campesinos blancos que viven peor que los negros. En ese sentido la vaca de Houston representa una forma de subsistencia que no puede ser compartida y el litigio que comporta la obsesión del hijo de Mink llevará a la muerte de Houston y al encarcelamiento de Mink y a la gestación de una larga venganza que se ejecutará veinte años después en La ciudad, último tomo de la trilogía de los Snopes.
Flem Snopes, objeto de la venganza de Mink, es uno de los pocos personajes de Faulkner que consigue salir adelante, aunque la condena trágica de su esterilidad acota las posibilidades de expansión de la familia Snopes. Flem reconoce en los hombres la necesidad de la posesión, no tanto como muestra de avaricia, sino como necesidad para la supervivencia y, liberado de la esclavitud de la tierra, emplea esa necesidad de los demás para enriquecerse y prosperar. Los caballos de Flem, imposibles de cabalgar, si exceptuamos el que consiguió domar Jewel Bundren, y, quizás, el que mató al propio Faulkner, simbolizan para los campesinos de Yoknapatawpha lo que jamás podrán poseer y por ese mismo motivo objeto inmediato de su deseo. Flem juega con esa avidez y al mismo tiempo, con el deseo de sus vecinos de vencerle.Old Ben, el oso de Desciende, Moisés, se convierte por si mismo en un símbolo de la importancia de la naturaleza en la obra de Faulkner. Él solo, el nominado, frente a la muchedumbre innominada que le acecha y le arrincona en ínfimos territorios rodeados de hierro y campos, ahuyentado por la azada, el hacha y el ferrocarril. El trágico destino de Old Ben se mezcla así con el de las familias de Yoknapatawpha, cuyas herencias teñidas de sangre y corrupción se pudren lentamente, arrebatadas por gente sin nombre simbolizadas en la figura de los Snopes.
1 comentario:
Solo me paso por aquí para dar las gracias a quien escribe este... no sé bien qué es esto ¿un blog?
sin comerlo ni beberlo, llevada por la curiosidad de un nombre, el de Faulkner que citan en "Amanece que no es poco" y recién renovada la capacidad de leer gracias a los audiolibros de la ONCE, lei/escuché "El Ruido y la Furia".
La pasión fue inmediata y descontrolada pero la soledad y la dificultad del texto, del autor, de la historia, de la organización también fue mucha.
Así que indagando por la red he encontrado estas entradas sobre libros de mi recuente descubrimiento.
Cuando se lee algo tan complejo como me pareció EL ruido y la furia, una no sabe si está leyendo correctamente si es que ese concepto existe peros saber que alguien más ha leído lo mismo y te echa una mano a redondearlo es tan fabuloso que no puedo seguir leyendo los otros comentarios de los siguientes libros de Faulkner que que voy devorando sin pararme a agradecer.
Muchas gracias a quien quiera que sea que escribe esto.
Belén
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