De la serie de refritos:
Lo comentaba con Robertokles en otro lugar: La obra magna de Thomas Mann está siendo masacrada editorialmente. Y José y sus hermanos no es una excepción. Primero apareció el primer volumen, Las historias de Jaacob en Punto de Lectura por unos 7€. Después Ediciones B se ha encargado de hacer de la tetralogía algo prohibitivo prácticamente triplicando el precio de los dos primeros volúmenes, el citado y La juventud de José. No conozco otras ediciones en castellano, así que habrá que j... pasar por el aro.
Lo que diga sobre esta obra tendrá que limitarse, de momento, a Las historias de Jaacob. Y a este paso, el de momento se convertirá en un largo tiempo:
Hay ciertas características comunes a todas las obras de Mann. Podemos hablar de la distancia moral que adopta como narrador, en el sentido en que jamás juzga a sus personajes, limitándose, desde su perspectiva de narrador omnisciente, a presentar hechos y acontecimientos que configuran una, o unas, vidas literarias, pero sin inmiscuirse en el desarrollo y sin forzar la narración de forma que devengan lecciones morales. Mann captaba minuciosamente los ambientes y los comportamientos de las épocas que retrataba, y aunque ciertamente pueden obtenerse lecturas humanísticas de todas sus novelas, en ningún caso podemos decir que esas conclusiones estén forzadas o sean inducidas por el autor. Podemos decir que el lector puede llegar a esas conclusiones, a esa visión del mundo entre un descorazonador pasado y una esperanza en las posibilidades del ser humano, simplemente dejándose llevar de la mano del narrador. Solamente una habilidad narrativa semejante puede hacer soportable una historia como la de Los Buddenbrock (tan alejada de lo que en cuestión de derechos y igualdad social podemos dar por sentado en la actualidad): La constatación de que nos hallamos ante una obra literaria de gran envergadura. Literatura con mayúsculas.
Otra de las características habituales en la obra de Mann es la subjetividad del tiempo, tan importante y patente en La montaña mágica, por ejemplo.
En José y sus hermanos la cuestión del tiempo también es esencial. Mann escogió un tema recurrente común a la cultura occidental, un relato fundacional cuyo origen se pierde en la historia y, además, suficientemente conocido por todos. Resulta quizás chocante en principio esta elección, pero la forma en que Mann la desarrolla, yendo de lo tradicional a lo universal, con una exhaustiva y minuciosa puesta en escena tanto histórica como religiosa, hacen que el resultado sea aún más chocante: Una inesperada novela moderna. (ponerla en la sección de Novela histórica es un despropósito, pero, ya se sabe, “novela histórica” es un cajón de sastre donde los editores o los libreros pueden meter casi cualquier cosa)
Transcribo un fragmento del segundo capítulo del Preludio, donde se refiriere José a Abraham:
A veces incluso debió de tomar al viajero lunar por su propio bisabuelo, algo que debe excluirse con todo rigor del terreno de lo posible. Él mismo sabía con toda exactitud, por enseñanzas diversas, que la relación era mucho más lejana. Aunque no tanto, desde luego, para que aquel poderoso mundano, cuyos mojones decorados con imágenes zodiacales dejara atrás el primer patriarca, fuera verdaderamente Nemrod, el primer rey de la Tierra, que engendró al Bel de Sinar. Era más bien, según se desprendía de las tablas, Hammurágash, el Legislador, renovador de aquellas fortalezas lunares y solares, y si el joven José lo equiparaba al primer y remoto Nemrod, era por un puro juego mental, que en su caso podía ser ingenioso y divertido, pero resultaría francamente inapropiado para nosotros. Lo mismo sucedía con su ocasional confusión del primer patriarca con el abuelo de su padre, que se llamaba igual o de forma parecida. Entre el muchacho que era José y la peregrinación de su antepasado espiritual-carnal se extendían, conforme a un cálculo temporal que en su época y esfera intelectual no era en absoluto desconocido, por lo menos veinte generaciones, aproximadamente seiscientos años solares babilónicos, un periodo tan extenso como el que nos separa a nosotros de la edad media gótica: tanto y, por otra parte, tan poco.
Y es que, si bien el calendario astronómico que usamos hoy es el mismo, sin modificación, que se utilizaba allí por entonces, es decir, en tiempos muy anteriores a la peregrinación del hombre de Ur, y así se lo legaremos también a nuestros más remotos descendientes, el significado, la importancia y la perfección del calendario terrestre no son los mismos siempre y en todas partes; el tiempo se mide de formas muy diversas, pese a la objetividad caldea de su medición; por entonces y bajo aquel cielo, seiscientos años no significaban lo mismo que significan en nuestra época crepuscular, eran un erial de tiempo más sereno, silencioso y regular; el tiempo era menos activo, el efecto modificador de su acción constante sobre las cosas y el mundo era menor y más tenue. Y pese a todo, en el transcurso de esas veinte generaciones había dado lugar a cambios y mudanzas considerables, incluso mudanzas naturales, cambios de la superficie terrestre en el entorno inmediato de José, como sabemos y como él sabía.
Como se puede ver con este pequeño fragmento los puntos de unión de José y sus hermanos con La montaña mágica son evidentes. Y no sólo en lo que respecta a la cuestión del tiempo, pues ya vemos que Mann de nuevo va a sumergirnos en un espacio, el espacio histórico-mítico, en el que el tiempo transcurre de forma distinta a aquella que creemos evidente. También se puede destacar el método narrativo: la omniscencia de Mann que implica al lector con ese sutil “nosotros”. José será nuestro Hans Castorp mitológico, aunque las derivas de la narración deberán esperar, por lo menos en mi caso, a que las editoriales se pongan de acuerdo o rebajen sus pretensiones.
1 comentario:
HOLA COMO ESTAS:
SOY JUAN CAMILO RODRIGUEZ DE BOGOTA COLOMBIA Y ME ESTOY LEYENDO ESTA GRAN OBRA DEL FAMOSO ALEMAN...
PUEDO DECIRTE QUE HE ENCONTRADO EN MI BIBLIOTECA UNA EDICION EN 2 VOLUMENES CON LA TETRALOGIA COMPLETA...
ESTA ES LA FICHA TECNICA:
Translated by Jose Maria Souviron and Hernán del Solar. Santiago de Chile: Editorial Ercilla. 2 Vol, 1962.
EN LAS PRIMERAS PAGINAS HAY UN APARTE DONDE SE DICE QUE ESTA VERSION EN ESPAÑOL ES LA UNICA AUTORIZADA POR EL AUTOR...
ES UNA OBRA DELICIOSA...
SIENDO COLOMBIANO HE PENSADO SI ALGUNOS DE LOS PASAJES DE ESTA OBRA NO INSPIRARIAN A MI COMPATRIOTA GABRIEL GARCIA MARQUEZ A ESCRIBIR CIEN AÑOS DE SOLEDAD...
LOS MANEJOS DE FAMILIAS DE ESTOS DOS AUTORES SON INCREIBLES...
QUE VIVA LA LITERATURA...
RECOMIENDO ESTA OBRA CON TODO MI CORAZON....
QUe DIOS LOS BENDIGA...
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