El periodista deportivo, de Richard Ford
The Sportswriter, 1986
En la contraportada de la edición de Compactos Anagrama hay un comentario sobre la novela de un periodista deportivo (sic) de The New York Times: “Una novela de lectura compulsiva” (...) “Ford escribe sobre el hombre contemporáneo, perdido en el laberinto de la cotidianeidad, un superviviente capaz de capear todas las tempestades” Lo que me resulta chocante en este comentario, que en cierta manera puede reflejar la opinión de cierto tipo de lector estadounidense, es, no tan solo su banalidad, si no la incongruencia del comentario comparándolo con el contenido de la novela. Porque hay dos formas de tomarse la novela de Ford o como un ejercicio crítico irónico sobre la sociedad estadounidense, o bien como la aceptación total de la banalidad y la mediocridad como fundamento del american way of life (o como sea esa cosa). Si llegué hasta el final de la novela fue con la esperanza de encontrar un vuelco en la narración, vuelco que, por supuesto, no existe. Una novela sobre la mediocridad debe ofrecer una resolución mediocre. Estamos muy lejos de la narrativa de Auster y de sus recursos basados en la excepcionalidad de los personajes o de los acontecimientos. El periodista deportivo es un canto a la vulgaridad, en muchos aspectos terriblemente conservadora, que conduce a la anulación del individuo, a su dilución en la masa:
“Los lugares públicos siempre me producen un efecto curativo, y si sufro de algo, es lo opuesto a la agorafobia. Disfruto del aire público y libremente compartido. En cierto modo es mi elemento. Incluso las terminales de atmósfera amarillenta de la Greyhound y las lóbregas estaciones de metro me producen una sensación de bienestar, como si el lugar estuviese preparado para acogerme a mí y a mis congéneres” (...)
“(El) anonimato me gusta, por supuesto. (...) Esas identificaciones fortuitas siempre me dan buen resultado. Vale más pensar que eres como el resto de los mortales, que pensar (...) que eres un se único e insustituible. Eso es una locura, despierta la nostalgia de una vida inexistente y lleva al más absoluto ridículo.
En la mayoría de los casos, todos podríamos ser otro. Hay que enfrentarse a los hechos”.
(Traducción de I. Núñez y J. Aguirre para Anagrama)
Frank Bascombe, el protagonista de la novela, se convierte en una especie de apóstol de la mediocridad, del olvido, de la aceptación sin más de la trivial realidad. Un superviviente, sí, pero de la nada, de la negación del pasado y de la aceptación de cualquier futuro. Quiero creer que El periodista deportivo encierra una crítica a esa banalidad, pero es una apuesta arriesgada, ya que, al mismo tiempo, puede ser interpretada literalmente como un canto al abandono del individuo y de su personalidad. Una novela, pues, un tanto ambigua que particularmente me ha decepcionado, en parte porque la postura del protagonista suele ser irritante, plagada de convencionalismo y ramalazos racistas y homófobos. Quizá sea ésta la intención del autor, pero ya digo que es un arma de doble filo que puede apuntar en el sentido contrario. ¿Será esa ausencia de autocrítica, que tan bien maneja Philip Roth, por ejemplo, la razón que Ford sea más apreciado literariamente en su país que en Europa?
10 comentarios:
Mejora con "El Día de la Independencia".
¿En qué sentido mejora?
Me parece excelente de principio a fin. Sin duda no has llegado a comprender la novela. Sigue probando con Auster :D
Hay una cierta ambigüedad, sin duda, pero me cuesta creer que el autor crítico, casi radical de relatos como Rock Springs y Great Falls puede incurrir en el conservadurismo.
A mi entender, la vida del protagonista le conduce a una soledad no deseada (en la novela se sugiere que sigue enamorado de su ex), y se transforma en un escéptico, desencantado y conformista que no lucha, sino que se somete a los acontecimientos y a los resultados, sean estos buenos o malos. Me produce una impresión de soledad, abandono y melancolía, aunque, por otra parte, Frank Bascombe me cae simpático. Se deja leer, pero, desde luego, no es una obra maestra.
Lo he leído este pasado verano. Y como al autor del post, este libro me ha decepcionado.
Coincido con Portnoy en el fondo. En la forma no. Yo directamente hubiese escrito que, leído hasta la mitad, lo siguiente es superfluo desde un punto de vista narrativo (formal). Y lo narrado (fondo) completamente falto de interés desde bastante antes.
Yo tampoco entiendo a Ford.
Acción de gracias no lo leo ni aunque me lo regalen por Navidad.
El caso es que me parece un pelmazo. Estirado,lento con una manera de escribir mediocre, mediocre como la vida del prota. Y mediocre en el sentido peyorativo de vulgaridad, átono sin chispa.
Vamos un pelmazo.
Borcam, es la mejor crítica de "El periodista deportivo" que he leído.
Acuerdo con Barcam y por eso la pregunta obvia: Cuál es la razón de la sinzarón de tanto elogio, de tanta excelente critica?? En algún momento me pareció una versión escolar de "La Nausea" de Sastre.- Chau y Saludos.
Gracias por tu opinión, pensaba que estaba sola en el mundo. Me has quitado un peso de encima.
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