3/2/16

Cómo me hice monja, de César Aira

Tal vez la analogía a la que me voy a referir no sea demasiado afortunada ya que esconde cierto deje despectivo que no es mi intención resaltar (sobre todo porque no la comparto)... bueno, luego lo explico, primero me meto en el berenjenal.

Imaginemos un churrero. Hay muchos churreros, todos fabrican incansablemente churros. Lo que distingue a unos churros de otros es, sin duda, la calidad de los componentes que conforman la masa y la del aceite en que se fríen, así como de los tiempos (de reposo de la masa, de inmersión en el aceite (cuya temperatura también es significativa) y así...) y así...

Hay churros buenos y apetitosos y churros que empachan.

(Esta analogía sirve para cualquier cosa, ahora que lo pienso... ¿por qué me pongo a escribir de churros hablando de Aira?... efectivamente, porque soy muy malo con las analogías y cuando leo esto:

Bibliografía de César Aira (ficción)

Moreira, 1975
Ema, la cautiva, 1981 
La luz argentina,1983
El vestido rosa. Las ovejas, 1984
Canto castrato, 1984 
Una novela china, 1987 
Los fantasmas, 1990 
El bautismo, 1991
La liebre, 1991
La guerra de los gimnasios, 1992 
Embalse, 1992 
El llanto, 1992
El volante, 1992
La prueba, 1992
Cómo me hice monja, 1993
Madre e hijo, 1993
Fragmentos de un diario en los Alpes, 1993 
Diario de la hepatitis, 1994
El infinito, 1994
La costurera y el viento, 1994 
Los misterios de Rosario, 1994
Los dos payasos, 1995
La fuente, 1995
La abeja, 1996
Dante y Reina, 1997
El congreso de literatura 1997 
La serpiente, 1997
Las curas milagrosas del Dr. Aira, 1998 
La trompeta del mimbre, 1998
El sueño, 1998
La mendiga, 1999
Varamo, 1999 
Haikus, 2000
El juego de los mundos, 2000
Un episodio en la vida del pintor viajero, 2000 
Un sueño realizado, 2001
La villa, 2001 
El mago, 2002
La pastilla de hormona, 2002
La princesa Primavera, 2003 
Mil gotas, 2003
El tilo, 2003 
Los dos payasos,2004
Las noches de Flores, 2004
Yo era una chica moderna, 2004
Yo era una niña de siete años,2005
El cerebro musical, 2005
El pequeño monje budista, 2005
Cómo me reí, 2005
Parménides, 2006
La cena, 2006
La villa, 2006
El todo que surca la nada, 2006
Las conversaciones, 2007
La vida nueva, 2007
Picasso, 2007
Las aventuras de Barbaverde, 2008
La confesión, 2009
Yo era una mujer casada, 2010
El perro, 2010
El té de Dios, 2010
El error, 2010
El divorcio, 2010
En el café, 2011
Festival, 2011
El mármol, 2011
El náufrago, 2011
Los dos hombres, 2011
Entre los indios, 2012
Relatos reunidos, 2013
El testamento del mago tenor, 2013
Tres relatos pringlenses, 2013
Actos de caridad,2013
Margarita (un recuerdo), 2013
Continuación de ideas diversas, 2014
Artforum, 2014
Triano, 2014
Biografía, 2014
El santo, 2015
La invención del tren fantasma, 2015

… pues eso, cuando leo esto pienso en el churrero... sí, lo sé, soy bastante chusco y poco original)


¿Por dónde iba?
Hay churros buenos y apetitosos y churros que empachan. Y luego están los de la churrería Aira.
Lo curioso, lo genial, lo excelso de los churros de Aira no es precisamente que sean sabrosos (que lo son) sino lo sorprendente de cada uno de ellos. Es decir (y aquí quería llegar con esta estúpida analogía de la que ya me arrepiento) que cuando compras un churro en lo de Aira, obtienes un churro, con el aspecto y la textura de un churro, pero cuando lo pruebas descubres una maravillosa y desbordante panoplia de sabores que nada tienen que ver con un churro, sin dejar de ser un churro. Alta repostería con aspecto de churro.
O helado de frutilla.

Cómo me hice monja, en nuestro caso, define el aspecto externo del churro.
Pero lo que hay en su interior es otra cosa distinta que conduce al lector al más contundente desconcierto y perplejidad. Como lectores seguimos digiriendo el título de la novela (algo así como “No pienses en un oso blanco”) cuando la novela ya ha concluido y nos decimos “¡¿qué puñetas ha pasado?!” sumidos en una confusión agradable y satisfactoria.

Uno, a partir del título, espera una especie de hagiografía de conversión religiosa, y casi parece que la escena inicial, la del helado de frutillas, deba conducir a una especie de epifanía, pero lo único que consigue es aumentar la confusión. La narradora habla de sí misma mientras el resto de personajes se dirigen a “ella” como “él”. La narradora se llama César Aira.

Inclusive oí voces que me llamaban; las oí sonar por altavoces: «el niño César Aira…» «el niño César Aira…». Eso ya no era una fantasía, una reconstrucción mental. Eran voces a las que debía responder.

La confusión, en este y muchos otros aspectos, continúa a lo largo del texto. No se trata de crear un sinsentido para equivocar al lector, se trata más bien de reflejar la realidad tal y como puede entenderla un niño de seis años. O construir un relato realista impregnado de la subjetiva (y fantástica, aunque no en el sentido de género) apreciación de la realidad de un niño, del niño que fue César Aira. Y al mismo tiempo no ser nada de esto, sino un relato autobiográfico serio que se ciñe a unos hechos en los que la confusión no tiene opción para manifestarse.

En realidad se podría definir diciendo que es una novela muy simple en su complejidad, o de compleja sencillez.
Yo qué sé... 
Por eso decía que lo de los churros no era demasiado afortunado... admiro a Aira. 

(Y en mi tonta serie de paralelismos incongruentes, después de decir que Váramo es una especie de reescritura del Ulises, que El congreso de literatura es Hamlet revisitado, ¿me atreveré a comparar Cómo me hice monja con Ferdydurke?)

Confúndanse. Lean esta novela de Aira. Lean todas las novelas de Aira. Aira no se acaba.

Leídas: Váramo, El congreso de literatura, Cómo me hice monja, Un episodio en la vida del pintor viajero, Las curas milagrosas del Dr. Aira... y pienso seguir.

6 comentarios:

David Pérez Vega dijo...

Hola Javier:

Leí este libro hace poco, y me gustó. Me parece uno de los textos más logrados de Aira, al menos de lo que yo he leído.

Sobre lo del realismo impregnado de la subjetividad del niño: este recurso me recordó mucho al que emplea Bruno Schulz en sus relatos, ¿será Schulz una influencia real sobre este libro?

Saludos

Portnoy dijo...

Encantado de verte por aquí, David.
Recomiéndame algo de Bruno Schulz, por favor... tengo que indagar eso que sugieres.
Un saludo y gracias por tu comentario.

David Pérez Vega dijo...

Hola Javier:

Si te interesa Bruno Schulz debes buscar un libro que sacó Siruela en 2008 titulado "Madurar hacia la infancia", con las obras completas de Schulz (que básicamente son dos colecciones de relatos entrelazados) y reproducciones de dibujos del autor, que se ganaba la vida como pintor y siendo profesor de dibujo.

En esos cuentos recreaba su infancia, pero lo hacía de un modo muy libre, como si mezclara en sus recuerdos lo real con lo onírico, algo que hace Aira en este libro, y también ocurría algo que me ha recordado a Aira: la metáfora daba forma a una nueva realidad en lo contado. Así, por ejemplo, recuerdo que Schulz evocaba a su padre que tenía una tienda de telas como una raña que rectaba por las paredes de la tienda para alcanzar las telas, y en el libro el padre se convierte entonces en una verdadera araña atrapada por la metáfora.

Merece la pena "Madurar hacia la infancia" para un lector exigente, seguro que te gusta este otro Kafka.

Saludos

David Pérez Vega dijo...

fe de erratas: quería decir "araña" y no "raña".

Portnoy dijo...

Gracias, David.

Caro dijo...

Para mí, dentro de la producción del propio Aira se puede encontrar una abanico de churreros: algunas obras -especialmente dentro de las de los últimos años- me parecieron muy grasientos churros!! pero vale la pena seguir probándolos, porque cuando son buenos, son de lo mejor.
Saludos!!