—Y ¿dónde está el agrimensor? —preguntó.
Era un hombre cortés y bien educado por el trato duradero y relativamente libre con personas muy superiores a él, pero con Frieda hablaba empleando un tono especialmente respetuoso, que llamaba la atención porque, a pesar de ello, en la conversación no dejaba de ser el empleador frente a su empleada, además frente a una empleada bastante audaz.
—He olvidado por completo al agrimensor —dijo Frieda, y puso su pequeño pie en el pecho de K—. Se ha debido de ir hace tiempo.
—Pero yo no le he visto —dijo el posadero— y he estado casi todo el tiempo en el pasillo.
Aquí no está —dijo Frieda con indiferencia.
—A lo mejor se ha escondido —dijo el posadero—, después de la impresión que me ha dejado, le considero capaz de eso y de otras cosas.
—No creo que tenga esa osadía —dijo Frieda, y presionó aún más su pie contra K.
Había algo alegre y libre en su ser que K no había advertido antes y ese rasgo se apoderó increíblemente de ella cuando de repente, y riéndose, dijo:
—A lo mejor está escondido aquí debajo —se agachó hacia K y lo besó fugazmente para levantarse al instante y decir con un tono triste:
—No, no está aquí.
4 comentarios:
Qué gran obra El castillo, inaccesible.
Este fragmento me trae a la memoria la carta robada,de Poe: buscamos en todos lados, excepto en los lugares más comunes,ahí donde "siempre" está.
Los secretos deben ocultarse a simple vista.
La cuestión es lo que pasa cuando no hay secreto... lo digo por el 53
Un saludo
Este no lo he leído pero "La metamorfosis" es de mis libros favoritos y me encanta su forma de escribir.
He empezado a escribir otra vez en el blog, por si quieres ir pasando de nuevo. Un saludo!!
Allí nos veremos.
Un saludo.
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