30/7/14

Mao II, de Don DeLillo

"Cuando en el mundo reina el suficiente desorden, nada parece fuera de lugar"


Foto de Gary Winogrand mencionada en Mao II.


Hay que releer a DeLillo. Como lectores, solemos centrar nuestras expectativas narrativas en que se desarrollará ampliamente un tema en una novela. Así, con Mao II, esperamos, porque de alguna manera el autor quiere que nos focalicemos en ello, ver la conclusión de la historia del autor recluido que lleva años sin publicar reescribiendo la misma novela.

Estos son algunos de los temas que se desarrollan en Mao II:

Boda multitudinaria de la secta Moon en un estadio de béisbol (*) [“El futuro pertenece a las masas”]; Librerías, salas de exposiciones, excéntricos… [“Me refiero a Nueva York, por favor, a mi religión estatal oficial”]; fotografía [“… ¿qué importancia tiene una fotografía si uno conoce la obra del escritor”]; avalancha humana en un estadio de fútbol [“Muestran la verja de lejos, los cuerpos que se amontonan tras ella (…) y parece el fresco de alguna oscura iglesia, una visión atestada y partida del encuentro con la muerte que sólo un maestro de la época habría sabido pintar”](*); escritores [“Creo que he desarrollado un segundo yo en esta habitación. Es el yo autocomplaciente lo que mantiene activo al escritor.”]; la reescritura como insatisfacción e inseguridad [“Bill ha ganado fama a base de no hacer nada”]; vagabundeo, auto-stop, fuga, desprogramación; conversaciones hilvanadas [“Bill está convencido que los escritores se están viendo consumidos por la aparición de las noticias como fuerzas apocalípticas”]; espejos, multitudes, individualidad (**); poeta rehén en Beirut, relación prisionero-raptor; terrorismo [“El motivo (del terrorismo) reside en el control”]; oriente medio [“Beirut es una tragedia, pero aún respira. Londres es el verdadero montón de escombros”] (***); Warhol; listas; vagabundos; terroristas y escritores [“Hace ya algún tiempo que tengo la sensación que tanto novelistas como terroristas se encuentran inmersos en un juego de habilidad. (…) Beckett fue el último escritor que realmente dio forma a nuestro modo de ver y de pensar. Después de él la mayor parte de las obras tienen que ver con explosiones en vuelo y edificios demolidos. Tenemos ahí una nueva y trágica narrativa”]; disturbios en China bajo la efigie de Mao; el entierro de Jomeiny; Beirut…



(*) Obsérvese que, en cierta manera, Submundo, la siguiente novela de DeLillo, es heredera de Mao II en cuanto que se inicia con un magistral relato que sucede en un estadio de béisbol en el que la multitud de espectadores enfervorecidos es comparada con la que ocupa el cuadro de Brueghel, El triunfo de la Muerte.

(**)


(**) de nuevo, y (***)Hay que anotar que una de las grandes virtudes de Mao II es que a pesar de estar publicada hace más de veinte años no ha perdido un ápice de contemporaneidad. El conflicto oriente-occidente está plasmado por DeLillo con una sorprendente lucidez. Se trata, según desarrolla a lo largo de la novela, de un conflicto entre la individualidad y la multitud entregada a la voluntad de una premisa superior, sea un líder, unas normas o un dictado religioso. Cuando uno cree que DeLillo se centra en el personaje de Bill Grey, una especie de trasunto de Salinger, espera una epopeya focalizada en la propia literatura. Sin embargo lo que nos propone DeLillo es la disolución de la personalidad, de la individualidad, en la masa uniforme. Cuando afirma que el sistema del “reverendo” Moon es, en teoría, valiente y visionario, cuando especula sobre el maoísmo y pone en boca de uno de sus personajes que “existe una nostalgia por Mao que habrá de barrer del mundo”, cuando presenta a los seguidores de una facción armada como carentes de rostro y de voz, DeLillo nos está advirtiendo de la futura desindividualización que implica la muchedumbre. En un mundo igualitario, en el que cada individuo es indistinguible de otro, sin rostro y sin voz, la función del escritor es nula. Se diluye en la multitud. Desaparece.
Pero, al mismo tiempo, cuestiona la validez y la importancia de la voz del escritor y de su función “moral”, en nuestros tiempos y en nuestra sociedad.

Hay que leer a DeLillo con atención y luego hay que volver a leerlo.


Los textos de la traducción de G. Castelli y P. Palanco, para Seix Barral.

2 comentarios:

Borja Giménez de Azcárate dijo...

Hola, Javier. Los libros de Delillo me esperan en mi mesita de noche, aún no he leído ninguno (¡qué vergüenza!). Después de tu crítica, me animaré. Todo el mundo habla muy bien de este escritor norteamericano, por algo será. Si quieres saber más sobre mí mismo y mis columnas y escritos, por favor visita mi blog: http://borjagdeazcarate.com/

Anónimo dijo...

Estaba comenzando Mao II cuando leí tu reseña. Delillo me vuelve a deslumbrar. Siempre hace unos análisis muy profundos de la sociedad, que al poco tiempo se ven cumplidos (como en Cosmópolis o en Mao II*). Y lo hace con un estilo impecable, lleno de metáforas accesibles y haciendo que todas las piezas encajen.
Por eso me ha sorprendido que no mencionaras la que yo creo que es la idea central del libro: la pérdida de la fe.
"...La duda. Cada minuto de cada día. Lo que huelo en mi lecho. La pérdida de la fe. De eso se trata todo".
Un saludo
Crom

*Fukuyama escribió su famoso artículo en 1989, y Delillo menciona en varias ocasiones el fin de la historia. No obstante, se posiciona claramente con las tesis de Huntington en su artículo Choque de civilizaciones, que se publicó un par de años después de la aparición de Mao II.