1/6/12

Los hijos de Nobodaddy, de Arno Schmidt

Las sombras que me persiguen: Arno Schmidt menciona a Hamsun (ya lo comenté). Julián Ríos prologa Los hijos de Nobodaddy. Ríos, en Larva, menciona a Hamsun “Ham! Soon! mirando todos aquellos jamones colgantes” a propósito del hambre. Y del hambre habla también Schmidt, en El brezal de Brand. La trilogía Nobodaddy termina con un relato postapocalíptico, Espejos negros. Hace poco acabé de leer la novela postapocalíptica de Markson, La amante de Wittgenstein. Y, creo, (creo) que podría (a los hechos me remito) decir que siento cierta afinidad por lo postapocalíptico. Sobre todo por aquellas historias que presentan un mundo agonizante a través de una narración en primera persona que nadie (ateniéndonos a los postulados del propio relato) podría leer. Ya se sabe, aburro a las piedras repitiéndolo, pero (en esas condiciones) el lector ha muerto. Es la (mal) llamada Soledad del lector. La unicidad del lector en su nicho.

José Luis Amores ya habló sobre esta trilogía. La recomienda para no ser leída. Y como es un libro de bolsillo ni siquiera para ser exhibido. Espero que comprendáis la ironía.
Bolmangani, Los hijos de Nobodaddy

El problema (después de Ríos, después de Amores, después del artículo que publicó Goytisolo en “ese” suplemento) es qué puedo decir yo sobre los textos de Schmidt.



Momentos de la vida de un fauno” 1939- 1944
El narrador es Düring, un funcionario del Tercer Reich. Düring vive una ficción, desprecia al régimen bajo el que trabaja, aborrece a su mujer y desprecia a sus hijos adoctrinados por la ideología nazi. Sólo la literatura le salva. Y la hija adolescente de sus vecinos con las que mantendrá un apasionado romance. Sexo y destrucción es la analogía que desarrolla en un magnífico capítulo final.




El brezal de Brand” 1946
Diario escrito en papel higiénico británico proveniente de un campo de prisioneros del que el narrador acaba de ser liberado. Quiere escribir una biografía de Fouqué. HAMBRE. Conoce y convive con dos hermanas. Entre libros e historias literarias, los personajes intentan cada día, a cada momento, conseguir alimentos y combustible para evitar el frío. ¿Amor? ¿solidaridad?





Espejos negros” 1960- 1962
Cinco años después de la destrucción nuclear del planeta, el narrador pedalea por la misma zona del noreste alemán en el que se desarrollan las dos historias precedentes. De nuevo las necesidades básicas (alimentación, refugio contra los elementos…) motivan los actos del narrador protagonista. Pero aquí no hay la dependencia solidaria con otras personas que padecen. El narrador siente, a pesar del desastre, cierta liberación con los vínculos sociales. De hecho los tres narradores de las tres novelas que componen Los hijos de Nobodaddy sienten cierta aversión-horror por el creciente número de la población mundial.

Otro rasgo común de los tres es que quieren escribir una biografía sobre Fouqué: el primero recopila datos aprovechando su trabajo de funcionario, el segundo pretende escribirla, el último (y remarquemos con mayúsculas lo de último) no necesita escribirla.
(NOTA: En el prólogo Julián Ríos afirma que los tres quieren escribir una biografía de Fouqué. Pero no encuentro en Momentos de la vida de un fauno ese dato. Düring, el narrador, está encargado de confeccionar un archivo de la historia general de la jurisdicción en que trabaja, aunque lo hace en su propio beneficio. Aunque se menciona a Fouqué, el narrador realiza una apología sobre Wieland, poeta contemporáneo de Fouqué)

Tres bicicletas sin nadie en ellas cruzan solitarias la calle ante los tres narradores.

Hay muchos rasgos en común entre los tres narradores… dejémoslo: Los tres narradores son el autor. El espacio en el que se desarrollan las respectivas acciones es una ficción útil, un escenario desastroso (en los tres casos) que sirve tanto para explicar el individualismo como para criticar el gregarismo.

“Quien escribe un libro debe tener muchas cosas que decir, en todo caso más de las que pueda escribir (…)
Todo escritor debería recoger a manos llenas las ortigas de la realidad y mostrárnoslo todo: las raíces negras y viscosas, los tallos verdes y venenosos, las flores insolentes. Y en cuanto a los críticos, esos sempiternos aguafiestas, parásitos del espíritu, deberían dejar de dar alfileretazos a los poetas y dar luz a su vez a una obra “distinguida”: ¡Entonces el mundo se extasiaría y exhalaría gritos de gozo!”
De “Momentos de la vida de un fauno

En el trozo que no he transcrito, habla del consejero secreto de Goethe “que nunca tuvo la menor idea de que la prosa pudiera ser un obra de arte
Ahí creo que radica la intensidad narrativa de Schmidt, en ese afán de construir una prosa poética con una estructura que apela a la discontinuidad y lo fragmentario.

Las tres novelas conforman un todo. Schmidt escribía una biografía de Friedrich de la Motte Fouqué mientras redactaba los textos que componen esta trilogía. La república de los Sabios, publicada en 1957, es una distopía postnuclear en la que critica a las esferas culturales. La lástima es que el buque-isla donde están aislados los “sabios” de lo que resta del mundo (Europa ha sido completamente devastada por la guerra nuclear) quiere ser una analogía de la separación “cultural” creada por la Guerra Fría. Aunque es interesante en ciertos aspectos y se podría considerar una continuación de Espejos negros, esta novela ha envejecido mal. Me ha decepcionado. Aunque sigo interesado en otra de sus obras, Zettel's Traum, un libro-atlas tipográficamente difícil de reproducir, basado en las obras de Edgar Allan Poe.

Esto es, pues, lo que tenemos de Arno Schmidt. Un hombre volcado en su obra, inmerso en ella, oculto en las palabras de sus narradores, dispuesto a denunciar al mundo y a defender la individualidad personal, capaz de las diatribas más furiosas contra el poder de cualquier signo y, al mismo tiempo sin que sea contradictorio, buscar la belleza poética en su prosa resentida y furiosa:

En el calmísimo aire de las huertas y marismas: a diez pasos de mí se dibujó la figura de un campesino; al principio era toda gris, como salida de una columna de humo; (luego me pareció que llevaba unos pantalones azules, aunque sus espaldas encorvadas permanecían sin colores ni contornos); las manos le pendían hacia abajo; de pronto se enderezó e hizo restallar el látigo, de suerte que el aire gimió de dolor: entonces el caballo, hecho de trozos de sombras, desapareció junto con él, y él mismo nunca había de volver a presentarse ante mi vista. (Sin duda había sido tragado por la tierra, sembrado… de alguna manera)

También de “Momentos de la vida de un fauno

Eso es Schmidt.

Traducciones de Luis Alberto Bixio (“Momentos de la vida de un fauno”), Fernando Aramburu (“El brezal de Brand”) y Florian von Hoyer y Guillermo Piro (“Espejos negros”)

3 comentarios:

Lansky dijo...

En el año 2008 las bombas atómicas han desbastado el planeta, pero los sabios , pensadores y artistas más notorios viven a salvo en una "isla de hélices". Winer, periodista norteamericano, luego de atravesar un territorio envenenado por las radiaciones atómicas, donde proliferan criaturas monstruosas, llega a visitar la isla. Pasará allí cincuenta horas repartidas entre la zona norteamericana y la zona rusa, entrevistando a viejas glorias estériles y a funcionarios que reglamentan la "creación colectiva", y descubriendo los horrores secretos: "metempsicosis" de los rusos, hibernación de los norteamericanos.

La República de los sabios de don Arno es una de las mejores novelas de S.F., por adscribirla sin ánimo de menosprecio a un género, mejores que he leído en mi vida, y bien adecuada a estos tiempos que soportamos ahora.

(Tu verificador de comentarios se empeña en que desmuestre que NO soy un robot, pero es que...soy un robot, aunque de ultimísima generación)

Lansky dijo...

devastado, excusas

Portnoy dijo...

Si te sirve de consuelo yo también tengo que demostrar que no soy un robot (a veces)
En cuanto a La república de los sabios tengo que confesar que no he escogido un buen momento para leerla. El cambio entre las tres novelas de Nobodaddy y ésta creo que es demasiado abrupto. Reconozco su valor como distopía, como novela de ciencia-ficción, sí. Pero mi decepción viene dada por la diferencia entre los textos que yo he querido leer como si existiese una continuidad entre ellos, cuando no la hay. Supongo que con el tiempo apreciaré mejor LRDLS.
En todo caso mi comentario lo que denota es un error como lector por mi parte.
Gracias por tu comentario, Lansky.
Un saludo