10/5/12

Los reconocimientos, de William Gaddis (y V)

Los reconocimientos es una novela compleja. Pero, a diferencia de lo que ocurre con otras, el lector al concluirla no se queda con la sensación de haber escalado una alta y escabrosa montaña en la que una vez plantado en la cima se pregunta ¿y ahora qué?. No. Los reconocimientos es una novela compleja y satisfactoria. Deja las suficientes pistas en el texto para que el lector pueda descubrir las distintas claves internas, no tanto ocultas sino sutilmente camufladas. No es una novela hermética con un significado oculto. Quizás se pueda decir que tiene una estructura laberíntica. La cuestión, siguiendo el precepto que Wallace elaboraría años después, es que Gaddis consigue gratificar al lector. No lo trata con desprecio ni se sitúa por encima de él. Sencillamente nos hace sentir inteligentes. Es tortuoso pero de manera ingeniosa. Una línea aparentemente intrascendente en una digresión, una simple frase entre otras, justifica y explica los hechos que ocurren cien o doscientas páginas después. Los personajes aparecen y desaparecen a lo largo de la novela obedeciendo a una planificación narrativa cuya estructura un escritor no podrá más que calificar de envidiable. No hay en el texto concesiones al azar, todo cuanto se menciona en el texto es trascendente, o recurrente o forma parte de una sucesión de imágenes que se repiten a lo largo de la novela.
Vayan unos ejemplos.
Hay un personaje que es confundido con otro del mismo nombre que ha sido mencionado a través de un recorte de periódico o de una transmisión radiofónica. El drama del personaje homónimo es tenido por otros personajes por cierto, mientras que el drama real del personaje que conocen es ignorado.
La ya mencionada secuencia de nombres con el que es designado el protagonista, Wyatt, él, Stephan, Stephen… y la mención al reyezuelo y otras, nos remite a La rama dorada de Frazer. El papel del padre de Wyatt, el reverendo Gwydon, queda claro en esta trama. Copio de la wikipedia : “Su tesis (de Frazer) de trabajo es que las viejas religiones eran cultos de fertilidad que ocurrían alrededor del culto y sacrificio periódico, de un rey sagrado. Este rey era la reencarnación de un dios que moría y revivía, una deidad solar que llevaba a cabo un matrimonio místico con la diosa de la Tierra, la cual moría en la cosecha y se reencarnaba en la primavera. Frazer afirmaba que esta leyenda es predominante en casi todas las mitologías mundiales” Uno de los aspectos destacables de las religiones primitivas es el poder de la palabra. Conocer el nombre verdadero de un Rey le derrota. Creo recordar que la investigación de Frazer se iniciaba en el festival de Nemi y con la pregunta que el guardián sagrado del bosque pronunciaba: ¿cuál es mi nombre? Robert Graves ahonda en la importancia sagrada del nombre en La diosa blanca. Así pues lo que Gaddis hace es ocultarnos el nombre de Wyatt (quizás porque descubrirlo sería derrotarlo, comprenderlo, humanizarlo) y elevar a categorías míticas el texto de Los reconocimientos (al mismo tiempo que lo hace perfectamente legible sin esa otra segunda lectura)
El último ejemplo es más bien una confesión. Y la verdad es que me preocupa. He perdido a uno de los personajes, no acabo de entender su función en la historia. Hay en el texto una especie de subtrama de espías y asesinos (subtrama, todo hay que decirlo, pynchoniana avant-la-letre) y en ella un personaje cuya función e incluso sus apariciones, se me escapan. El Padre Martin y los motivos de su “final”.
Algún día volveré a Los reconocimientos y seguiré atentamente las huellas de ese personaje.

En conclusión, se podría decir que la yuxtaposición de contrarios es lo que hace de Los reconocimientos una obra magistral. Es erudita y mundana, compleja en su estructura y satisfactoria para el lector, crítica con la sociedad pero amable con sus personajes con los que llegamos a identificarnos (que conste que no estoy muy seguro de que esta identificación sea “amable”), coral y personal, trascendente y con un sentido del humor incisivo y sarcástico.
En cualquier caso es una novela fundamental e imprescindible que nos permite comprender toda la narrativa estadounidense desde su publicación hasta nuestros días.

(Y sí, ¡despidan a esos bastardos!)
(Una novela con mono es mucha más novela. Y más si se llama Heraclés)
(Y no digo nada del gatito para no entristecer a la concurrencia… pero, si habéis leído la novela… ¿no os parece fantástico ese capítulo? Una fiesta en la que hay muchos niveles físicos narrativos, esta el gato, el bebe gateando, la niña que pide pastillas y la estola de piel perdida a nivel del suelo, luego los invitados y la casa… no sé, pero me quedo fascinado)
(Creo que será finalmente en 2013 cuando Editorial Sexto Piso reeditará Los reconocimientos y J.R. de William Gaddis… ya no habrá excusa)

8 comentarios:

Capitán Pollotriste dijo...

Verdaderamente usted está reconociendo esos reconocimientos de ese tal William Gaddis. ¡Bravo!

B B B
R R R
A A A
V V V
O O O
! ! !

Manipulador de Alimentos dijo...

Muy digno de reconocimiento, si señor.
Enhorabuena!

Carnet de Manipulador de Alimentos

Anónimo dijo...

Una año después...

¿Se sabe algo de la reedición de Sexto Piso?

Saludos.

Gabriel Canessa dijo...

La reedición (con revisión del traductor de la primera edición en español, Juan Antonio Santos, saldrá en marzo de 2014 en Sexto Piso.


















Mariajus dijo...

¿Por qué llamaste a este comentario"Los reconocimientos y V" Te lo pregunto porque la lectura me resultó tan extraviada y hermosa que me encontraba buscando rastros de "V" de Pynchon

Portnoy dijo...

Es la quinta parte:
http://ellamentodeportnoy.blogspot.com.es/search/label/Los%20reconocimientos

:-)

Mariajus dijo...

Jajajja!!! Siiiii! Estaba leyendo en el celular, cuando vi el post en la compu me di cuenta!
Igual... no te parece que tienen como un airecito en común?

Portnoy dijo...

Eso habría que preguntárselo a Pynchon ;-)

Gracias por tu comentarios