2/2/11

Punto Omega, de Don DeLillo (XI)

Entrevista a Don DeLillo por Antonio Lozano, QueLeer nº 159:

Ver el tiempo desplegarse a un nivel llamémosle subatómico nos permite ser más conscientes no tanto de lo que vemos y cómo lo vemos sino, mucho más interesante, de lo que nos perdemos aplicando una mirada convencional a las cosas. Y con esto emergen a la superficie toda una serie de consideraciones filosóficas que quizás un astrónomo o un cosmólogo podrían discutir.

P- Al tiempo devorador de la ciudad usted contrapone el tiempo espiritual del desierto.
R- En el contraste entre ambos es donde el libro adquiere su pleno sentido. El tiempo pre-urbano es geológico, es el de los océanos convirtiéndose en desiertos, el de la evolución y la extinción. Antes de que se construyeran las ciudades, el tiempo estaba marcado por los ciclos de la Naturaleza, por el sol y la luna. Me lo encontré bellamente simbolizado por unos dientes de tiburón grabados en una roca en un desierto de Arizona. (…) Con las ciudades llega la estructuración, medición, organización, fraccionamiento y aprovechamiento del tiempo por parte de empresas, instituciones e individuos. Para mi protagonista, su uso artificial supone una forma de evitar enfrentarse a la insoportable idea de la muerte.

P- En Punto omega se dice que la vida auténtica radica en los momentos que la conciencia no procesa.
R- Creo que algunos instantes que olvidamos de inmediato, y en los que solemos estar a solas, pueden acabar teniendo un peso determinante en nuestra identidad. ¿Cómo se explican si no esos recuerdos que afloran de forma inesperada treinta años después de los hechos? Hay fogonazos pequeños, elusivos, que apenas se registran y que parecen volatilizarse, pero que configuran nuestra auténtica personalidad de una manera decisiva y a la vez inaprensible.

Siguiendo a Teilhard, (copio de la wikipedia), éste explica la noosfera como un espacio virtual en el que se da el nacimiento de la psíquis (noogénesis), un lugar donde ocurren todos los fenómenos (patológicos y normales) del pensamiento y la inteligencia. Opone Biosfera (el contexto biológico en todos sus sentidos de la humanidad) a Noosfera (en el que la humanidad deja de ser en el sentido que la entendemos para trascender)

DeLillo contrapone esos dos entornos a través de la consistencia del tiempo, o parafraseando a Nabokov en Ada o el ardor, en su tesis sobre La textura del tiempo: El ritmo lento disuelve el Tiempo, el ritmo rápido no le deja lugar.

Biosfera contra Noosfera, Ciudad contra Desierto. El Tiempo no se detiene, pero su textura es otra.

El tiempo según Mann y según Nabokov

(Con mi agradecimiento a Milo por su ayuda)

Don Delillo: una mañana en el MOMA

1 comentario:

Adrian morales Guimer dijo...

Este tema siempre me ha interesado, muy bueno el artículo.

Estoy leyendo un libro que habla sobre este tema, Noosfera la mente del planeta tierra de Bianca Atwell. Está muy claro y es apasionante, se los recomiendo.