17/11/07

Pasenow o el romanticismo, de Hermann Broch

La fama de Kafka se afianzó tras su muerte, en la década de los años veinte del siglo pasado. Joyce publicó el Ulises en 1922 y un año más tarde Svevo publicaba La conciencia de Zeno. Por su parte, en Estados Unidos, Faulkner publicaba en 1929 El ruido y la furia. Es en este contexto histórico, el del nacimiento de la modernidad literaria del siglo XX, en el que debe entenderse la trilogía de Los sonámbulos de Hermann Broch.

Quizás sea precipitado escribir un comentario sobre la primera parte de una obra concebida como un todo.
Pasenow o el romanticismo es el primer tomo de Los sonámbulos, la obra que Broch compuso en tres años, algo que se interpretó fruto de cierta rivalidad con Musil, con la que quería mostrar la decadencia centroeuropea que culminaría con la Primera Guerra Mundial. Tal vez, mientras se esperaba la conclusión de El hombre sin atributos, los referentes fuesen entonces dos novelas de Mann, Los Buddenbrok y La montaña mágica. En este sentido el principal atractivo de Pasenow o el romanticismo es su estructura anti-Mann, la forma en que está tratado el tiempo narrativo, tan importante en La montaña mágica. Broch emplea una narración lineal pero que puede parecer discontinua sin serlo ya que cada uno de los fragmentos del texto parece desarrollarse como si hubiese habido un salto temporal desde el fragmento anterior independientemente de que la acción continúe o de que exista ese salto temporal. Eso ocurre porque la acción no es tanto situacional sino psicológica y cada fragmento desarrolla una línea de pensamiento de su protagonista, Joaquim von Pasenow, a través de las cuales Broch desarrolla su teoría de la contradicción entre un pensamiento y unas situaciones tópicas de la narrativa del Romanticismo y la prosaica realidad que, ya lo sabemos, nada tiene que ver con la literatura. Digamos que Joaquim tiene una visión romántica de la vida y que su visión subjetiva de los acontecimientos no corresponden con los reales. Al contrario que en La conciencia de Zeno, en la que el narrador era poco fiable, aquí es el protagonista quien lo es. La interpretación que Pasenow hace de los acontecimientos de su vida no pueden estar más equivocados y así nos lo hace ver Broch para que, como lectores, contemplemos la evolución paralela de dos historias irreconciliables, la que Pasenow cree que vive y la que vive realmente. La lectura social es clara, aguda y contundente: La sociedad centroeuropea de principios del siglo XX es incapaz de comprender como está cambiando al mundo mientras permanece aferrada a formas y modos que perdían su significado.
Todo esto que ya sería suficiente para destacar Pasenow o el romanticismo queda empañado por la maestría literaria que despliega Broch convirtiendo la académica narración del siglo diecinueve en un relato moderno a partir de su propios tópicos.
El diálogo que mantienen Elisabeth y Bertrand mientras cabalgan juntos se mantiene fiel al clasicismo de la novela romántica pero a través de diálogos propios del siglo XX, y simultáneamente mantiene cierta ambigüedad narrativa en cuanto a si el diálogo lo mantienen efectivamente los dos personajes o forma parte de las elucubraciones de Joaquim, ya que la conversación obedece a los parámetros que el protagonista imagina.
Todo en
Pasenow oscila entre dos mundos, el caduco, rescatado a través de la evocación literaria, y el moderno, mostrado a través de la evolución de la historia.

Me quedo con la profunda carga literaria de Pasenow. Rescato un fragmento que me parece resume a la perfección la dualidad de la obra:

“(...) y habría surgido de seguro una pequeña discusión, si el canario harziano de la jaula no hubiera lanzado al aire el tenue haz amarillo de su voz. Estaban sentados a su alrededor, como en torno a un surtidor, y olvidaron por un instante todo lo demás como si aquel débil y amarillo hilo de voz que ascendía y descendía los envolviera y los uniera en aquella comunidad en que se fundaba la comodidad de su vida y de su muerte; como si aquella línea, que se elevaba y los colmaba, y regresaba sin embargo a su punto de origen y se redondeaba, los dispensara de hablar, tal vez porque era un delgado adorno amarillo de la habitación, tal vez porque por unos instantes les daba plena conciencia de que se pertenecían y los arrancaba al espantoso silencio, cuyo mutismo y cuyo estruendo se alzan entre hombre y hombre como un sonido impenetrable, una pared que la voz humana no puede franquear en ninguna dirección, de modo que el hombre debe estremecerse”.


El tiempo, cuando termine de leer la trilogía de la cual aún no tengo el tomo siguiente, me dirá si estoy equivocado, si en realidad Los sonámbulos solo puede interpretarse en su totalidad y no uniendo sus partes. Ya veremos.

Os dejo un par de interesantes análisis (no solo por tratarse de amigos del Lamento, que conste) de la vida y la obra de Broch:

Hermann Broch por Settembrini
Pasenow en Solodelibros

14 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Menuda coincidencia!, los tres leyendo el mismo libro. Coincido con lo que expones en tu comentario, salvo en que yo no aprecié ninguna ambigüedad narrativa en el diálogo entre Elisabeth y Bertrand, para mí está claro que lo mantienen los dos personajes y no es fruto de las elucubraciones de Pasenow, en caso contrario no se entendería el diálogo entre estos mismos personajes en el hospital.
Para mi gusto, el personaje más atractivo es el de Bertrand (por cierto, vuelve a salir en la segunda parte, la que estoy leyendo en estos momentos), el antagonista de Pasenow, el único que parece darse cuenta de que el mundo está cambiando.
El capítulo final, de apenas cinco líneas, es digno de resaltar. El narrador se dirige a los lectores para informarnos de que no le interesan las historias decimonónicas, no sólo está cambiando el mundo, también la literatura.

“(...) Sucedió, pues. Cómo pudo llegar a ocurrir, no es necesario relatarlo. El lector, con todo el material que se le ha proporcionado acerca de la configuración de los personajes, puede imaginárselo por sí mismo”.

Anónimo dijo...

Bueno, yo no creo en fantasmas y cosa así, pero va a ser cosa de empezar a creer, porque esto no es normal. ¿Qué os ha llevado a empezar esta obra precisamente ahora? Imagino que habrán sido las meigas, que haylas, y a millares.

En fin, que yo también estoy empezando Esch, y como decía en el anterior mensaje, nada más comenzar se percibe la relación que existe con el primer volumen. Y al terminar el tercero se comprende qué es lo que representa la trilogía en la literatura de comienzos de siglo. Pero ya hablaremos, que quedan muchas páginas por delante ;-)

Pedro Incio dijo...

UN COMENTARIO ERUDITO
Meigas hay, pero también incultura entre los editores en España. La trilogía de Broch estuvo inencontrable en España durante muchos, muchos lustros. Absolutamente imposibles de conseguir las tres novelas que Lumen había editado hacia 1980; aunque de ellas hace unos años se reeditó una de las tres en una colección estupenda que se hizo en conmemoración a los 30 años de Lumen.
Ahora se puede leer -y comprar- la trilogía, porque ha sido reeditada malamente. Digo malamente porque ha salido en bolsillo y con tapa de papel y, en fin, YO CREO QUE libros de esa categoría hay que tenerlos en buenas ediciones para que los lean nuestros hijos -e hijas-.
Por cierto, de Lumen, de Esther Tusquets, y , ?por que no?, de Oscar, habla El País del domingo. Esther nos cuenta las historias de su familia y su vida como falangista.
Saludos
PI

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

por si acaso, hay una edición de los años sesenta de Los Sonámbulos completa y en un solo volumen, en un formato grande además. Cuando la leí, hace muchos años, me pareció que las partes, aunque relacionadas, podían degajarse fácilmente. Lo que siempre me ha sorprendido es la diferencia estilística entre Los sonámbulos y La muerte de Virgilio.

Ámbar y spunk dijo...

Lo que pasa, don Coral, es que Broch -no sé si me equivoco- concibió La muerte de Virgilio como "un poema". Póngale o sáquele usted las comillas a este humilde enunciado, de ahí esa diferencia estilística y tonal.

Portnoy dijo...

Sí, Fuca, ya sé que el diálogo entre os dos personajes lo mantienen efectivamente, pero se pliegan a lo que Pasenow piensa,actúan tal y como el protagonista ha ideado, de forma que es posible "dudar" de donde ocurre ese diálogo, en el campo o en la cabeza de Pasenow. Después, claro, esa duda queda despejada.
Sett, cosas de meigas, sí... y de la ocasión, supongo, de poder acceder a la obra en la edición de bolsillo.
Ya sé Incio, que los libros pueden ser material que legar, objetos de culto. Broch merece una buena edición, de acuerdo. Pero económicamente tengo derecho a acceder a la obra de Broch... de otra manera no sé si podría.
Dad por seguro, Víctor, Brujo, que cuando terminé con Los sonámbulos intentaré leer La muerte de Virgilio.

Un saludo y gracias por vuestros comentarios

Anónimo dijo...

No tan rápido, Porntoy, que lo del realismo de ese diálogo es más que discutible. Claro que lo que insinúo resulta más evidente en otro diálogo que encontrarás en Esch, pero no adelantemos acontecimientos... No digo que se trate de fantasías oníricas; sólo digo que en ningún momento pretende Bosch hacer como si sus personajes fueran seres reales, aunque tampoco sean simples marionetas: es literatura. Ahí está la clave.

En cuanto a la edición, estoy de acuerdo en la oportunidad de publicar una en bolsillo, barata sólo relativamente. Yo, la verdad, estoy harto de ediciones perfectas a noventa euros el volumen, como poco. No están los bolsillos para esas alegrías. Pedí una vez la canonización para los editores de esta trilogía, y vuelvo a pedirla ahora.

En cualquier caso, sigo creyendo en meigas, porque hace meses que tengo estos libros y sólo me he decidido a abordarlos ahora. Debe de haber algo subliminal en esto, yo qué sé...

En fin, iba a proponer una incursión al viejo refugio para cuando acabemos con Hugenau. Veremos si surge.

Ah, cuidado con La muerte de Virgilio. Creo que es uno de los libros más "difíciles" con que me he encontrado, y ya es decir.

Claro que para alguien capaz de pasar de Broch a la Patrulla X sin solución de continuidad no hay nada imposible ;-)

Anónimo dijo...

Bueno, bueno, habrá que discutir eso de personajes reales u oníricos, ya veremos lo que opino cuando acabe la trilogía.

Tienes razón, Sett, “La muerte de Virgilio” es un libro dificilísimo de leer. Me lo advertiste en tu blog, me dijiste que no empezara por esta obra, que podía quedar imposibilitada para volver a disfrutar de Broch, pero no te hice caso y estuve a punto de dejarla por la mitad; la acabé y no me arrepentí, de vez en cuando me rondan por la cabeza las contradicciones de Virgilio en su lecho de muerte, recuerdo las bellísimas imágenes que aparecen en esta obra, como si se tratara de un larguísimo poema en prosa (coincido con Brujo); hay que leerla y , sobre todo, releerla, pero es necesario buscar el momento oportuno. Y estoy de acuerdo contigo, Sett, para Portnoy no hay nada imposible. Un abrazo.

Ps. Y Sett, haces bien en creer en las meigas, por lo menos en mi tierra las hay (trasnos, bruxas e meigas).

Anónimo dijo...

Me apetece mucho leer sus textos , Portnoy, pero resultan de muy difícil lectura debido a la combinanción de color entre el texto y el fondo. Si pudiera cambiar uno de los dos o ambos tendría más lectores y comentaristas, se lo aseguro, ¿a usted no le molesta?, la letra es casi fosforescente imposible de leer con tranquilidad. Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Creo que de momento Broch puede esperar. Por lo que puedo leer veo que requiere un buen esfuerzo de lector de fondo y todavía me falta la resistencia mental necesaria. ¡Por favor no cambien los colores! Son un clásico ya y a mi personalmente no me molestas para nada.

Anónimo dijo...

Jajajajj ¡Perdón! No es cambien los colores, sino, cambies los colores y molestas por molestan, usted tiene mi eterna admiración literaria Sr. Portnoy.

Portnoy dijo...

Escogí el color porque dicen (no sé quien ni porque) que el fondo negro era más descansado para leer en la pantalla. Ya sé que no se puede contentar a todo el mundo... pero no pienso cambiar el formato de momento.
La verdad es que vuestros comentarios me están creando la urgencia de continuar con la trilogía y sí, sería muy interesante un debate más amplio, en igualdad de condiciones, en terreno neutral.
Y después La muerte de Virgilio, claro.
Vidi, exageras.
Un saludo y gracias por vuestros comentarios

Anónimo dijo...

No molesta el negro, Portnoy, sino... bueno, si oscurece un pelín el tono del texto verá que, inmediatamente, gana visibilidad... apenas lo notarían esos admiradores suyos tan sufridos que... no perciben esa irisación tan molesta. Somos animales de costumbres, Portnoy. Hasta el vértigo.