28/5/07

Suicidios ejemplares (I): Muerte por saudade, de E. Vila-Matas

"A la muerte le sienta bien la tristeza leve de una severa espera".

Esta es la historia de un hombre que nunca termina nada, que huye de la plenitud.
También es una historia que forma parte del libro de relatos Suicidios ejemplares de Enrique Vila-Matas.
Luego, este hombre protagonista de un relato de suicidas que es un hombre que nunca termina nada (ya se ha dicho) acabará por no suicidarse. O sí. Depende de cómo consideremos a sentarse en una “silla pública” y callar y mirar la línea del horizonte practicando la saudade hasta consumirse.
Un ejercicio que sólo puede realizarse en Lisboa.
Previamente hay que leer a Pessoa.
Supongo.
Callar y mirar la línea del horizonte... algo no encaja en nuestro relato. El narrador de Muerte por saudade no calla. Habla sin parar, narrando su historia en primera persona. Y de su voz constante descubriremos que, al igual que los practicantes de saudade, el narrador en primera persona del relato evoca los días del pasado y que se despierta “llorando en cuclillas en un rincón sombrío de mi cuarto de hotel
Algo no encaja.
Las cosas empiezan a no funcionar cuando nuestro narrador nos deja claro que nos ha mentido respecto a su profesión. No es pintor, pero ¿debemos aceptar que es dueño de una cadena de tintorerías?. Entonces, tras la mentira confesa, debemos buscar en los entresijos del relato el “verdadero relato” que subyace a su mentira inocente. Una falsedad pueril y tímida rápidamente desvelada, una falta sin importancia y un presuroso arrepentimiento alejan al narrador de Muerte por saudade de otros narradores “poco fiables” como el Zeno de Svevo o los narradores duales de Nabokov. En nuestro caso confirman que el personaje es un ser indeciso y variable, fantasioso y con un sentimiento de culpa arraigado, capaz de disfrazarse para descubrir un secreto y huir espantado cuando éste le va a ser desvelado, capaz de asumir como suya la tragedia familiar de su amigo de la infancia y, al mismo tiempo desvirtuarla convirtiendo el impulso suicida en una “tristeza leve”
Pero, ¿debemos dudar del narrador? Aunque en el texto se apunta esa posibilidad, una variación metaliteraria explotada en demasía, juego en el que Svevo y Nabokov eran absolutos maestros, el narrador de Vila-Matas tiene sus raíces en la literatura decimonónica, es, si se puede decir de esa manera, un narrador clásico, que se limita a exponer... aunque esta definición no es del todo precisa, al menos no en este caso. Como lectores del siglo XXI sabemos (debemos) desentrañar los enigmas y las trampas que ocultan los narradores. Los lectores deben (saben) actuar a nivel psicoanalítico para sacar a la luz la verdadera personalidad del narrador. Y creo que Vila-Matas cree que los lectores debemos y sabemos llevar a cabo ese trabajo.
Así que no debemos dudar del narrador de Muerte por saudade. Es voluble y en cierta manera cobarde. Sabemos que no consumará su lenta muerte por saudade, que cuando esta se acerque saldrá corriendo al igual que lo hizo cuando la mendiga del Venus iba a decirle lo que tanto escandalizaba a algunas mujeres. Sentado en su “silla pública” sentirá el viento de la bahía como un elemento molesto más que emocionalmente perturbador y volverá a su casa con su mujer y sus queridas hijas. O a su solitaria habitación de hotel. Pero no morirá. No todavía.

(Claro que también puede ser que el relato tenga otra explicación en la que Pessoa es el principal referente y lo que ocurre es que no me he enterado de nada)

(Aunque lo mejor es no buscar explicaciones psicoanalíticas, tan inexactas, y simplemente disfrutar con el laberinto que entreteje el autor a partir de tres historias: La de la mendiga, la de Horacio Vega y las tribulaciones personales del narrador)

(Claro que si me limitase a disfrutar de la lectura no escribiría nada sobre el relato. No añadiría al placer de la lectura la no menos placentera reinvención del texto al explicar la visión subjetiva del mismo como lector)

(reinventar, mentir)

(Todos mentimos)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que Suicidios fue mi segunda lectura de Vila-Matas (empecé a conocerle en El viaje vertical) y tengo una vaga idea de ejercicio impreciso, o al menos tu primera crítica me la ha recordado. Quiero decir que no salí nada entusiasmado de esa lectura pero en cambio seguí leyendo a Vila-Matas, o sea que algo (impreciso) saqué de la experiencia. Ahora el viejo ejemplar luce en mi biblioteca de Barcelona, lo suficientemente lejos como para que no vaya a participar de tu hilo, pero lo bastante cerca en el tiempo como para leerte y recordar esos cuentos, tan imprecisos.

Portnoy dijo...

Creo que esa sensación que describes es bastante acertada. Supongo que mientras sigamos explorando los relatos de Vila-Matas podremos profundizar en ella y, quizás, concretar.
Un saludo, Jacobo, y gracias por tu comentario

Rain (Virginia M.T.) dijo...

El suicidio como eje de sinsentidos, cobardías y temeridad última, es un hecho inquietante que me atrae: ahora tu post deja una sensación de bruma, nebulosa, zona extraña,
sí:

zona imprecisa.

Es la subjetividad tan versátil y vasta.
Salute y gracias, Portnoy.

Portnoy dijo...

¿Qué seríamos sin subjetividad? Peones sin voluntad, quizás.
Gracias Rain por tu comentario. Es agradable saber que visitas El Lamento.

Anónimo dijo...

A mi modo de ver el relato es más textual y directo de lo que planteas. Las experiencias que se narran están hartas de "Saudade"; la genealogía suicida del amigo que asume como propia, la loca del Venus, el hecho de que viva en un hotel (que nada tiene de extraño, si no mal recuerdo la lectura, la tintorería y su fmailia se encuentran en su ciudad de infancia, el hotel debería estar en Lisboa), el ser pintor de espíritu aunque no en la práctica, sus hábitos de lectura en la infancia, su capacidad para fantasear... Morir sentado, mirando el horizonte y esperando "algo" es una consecuencia lógica. El personaje asume la desgracia y la tristeza donde sea que la ve.
Dice que la única plenitud posible es la del suicidio, ¿cabe imaginar un suicidio más pleno que ese; tan lleno de vida, de recuerdos, tan lento y estoico? Un famoso suicida mexicano escribió antes de matarse que para ese acto se necesita un minuto de valor o un minuto de cobardía. El personaje del cuento tiene toda una vida de valor, o toda una vida de cobardía. Según se quiera ver.
¿No es eso el saudade; sufrir sin esperanza el presnete por algo que ya pasó y que en términos prácticos no tiene importancia?

"A la muerte le sienta bien la tristeza leve de una severa espera".

Portnoy dijo...

Gracias por el comentario anónimo. Es un interesante punto de vista que enriquece la lectura del relato. Pero recordemos que Suicidios ejemplares es un libro de relatos de suicidas que no se suicidan... ¿o sí?
Un saludo

Unknown dijo...

Precisamente es la parte donde la lectura nos enriquece, el objetivo de Vila-Matas, precisamente, dejar al lector con esa vaga sensacion de... nada y un objetivo suelto y llenos de subjetividades que no tienen ninguna conclusion acertada, ni lo contrario...en fin.