29/7/06

La casa en el límite, de William Hope Hodgson

Medimos la importancia de una obra por la influencia que sobre otras tiene. A veces incluso sobreponemos esa influencia a los valores literarios. La casa en el límite, si bien es a su vez heredera de los relatos de M.R. James, del Drácula de Bram Stoker y de las obras de H.G. Welles, sobre todo La máquina del tiempo, es una de las obras fundamentales para entender la construcción del universo de Lovecraft, como también ocurría con El rey de Amarillo. Pero la influencia de la novela de Hodgson alcanza incluso a Kubrick y a su viaje a través del espacio tiempo como es relatado en 2001 (¿o debería decir que La casa en límite influenció a A.C. Clarke?) y, en la actualidad, las dos novelas que han dado fama a Sánchez Piñol, La piel Fría y Pandora en el Congo.

La casa en el límite, escrita en 1908 no es, como es habitual al hablar de obras de esa época, una colección de relatos, es una novela de terror. Además es una genuina novela “moderna” en la que la narración se desarrolla en distintos planos. En primer lugar tenemos las explicaciones del editor sobre la conveniencia o no de publicar el texto, un manuscrito hallado en una ruinas, que el cree verdadero pero que resulta difícil de creer. La experiencia que el editor vive junto a un compañero cuando encuentra el manuscrito y la coincidencia de esos terrores primigenios con los que se encuentran explicados en el texto encontrado justifican su edición y, lo que es más importante, el carácter verídico de lo escrito en La casa en el límite, pues ese es el título del manuscrito.
Empieza así el núcleo de la narración, donde se cuenta cómo la casa que habita el autor del manuscrito, un extraño edificio al borde de un abismo en remotas regiones irlandesas es asediada por una bestial raza de hombres-cerdo. El hombre, que vive junto a su hermana y a su fiel perro, sufre además raptos interestelares que le hacen viajar a través del tiempo a velocidades vertiginosas, presenciando así, el fin de la Tierra y la consunción del Sol y del Sistema Solar, y de su hallazgo, donde la materia desaparece, de una casa idéntica a la suya, asediada por un bestial hombre-cerdo y contemplada su acción por todos los dioses imaginables por mentes humanas y por otras aún más terribles. De vuelta al tiempo inicial del relato la casa vuelve a ser asediada, ahora no por la horda de hombres-cerdo, si no por aquel monstruo visto en los confines de la eternidad.
El relato concluye abruptamente.

Hay un tercer plano narrativo y es el que me resulta más significativo e interesante. Este tercer plano sólo acaece en la cabeza del lector y que es posible gracias a las pistas que Hodgson va dejando a lo largo de la narración. De manera explícita aceptamos que lo que se nos cuenta en narrativa es “real” pero lo distinguimos claramente de lo real, de la vida. Lo “real” en literatura se circunscribe al ámbito del relato. El manuscrito de La casa en el límite es “real” en ese sentido. Además tiene el aval del prefacio del editor, donde nos confirma, a través de las extrañas sensaciones que envuelven el hallazgo del manuscrito, lo “real” de lo que en él se cuenta. Sin embargo el lector no puede dejar de cuestionarse muchos de los extraños detalles que el propio autor del manuscrito va dejando a lo largo del texto. Son una serie de incongruencias y de extrañas reacciones de los personajes secundarios nunca explicadas, que plantean una tercera posibilidad ratificada por la subjetividad del texto del manuscrito. ¿Y si esa aceptación tácita de lo “real” por parte del lector le lleven a engaño? ¿Y si el manuscrito relata los delirios de un enfermo que causa pavor a quienes le rodean? ¿Y si todo es falso?
La posibilidad de que estemos leyendo un falso relato dentro de una “realidad” literaria está sustentada en numerosos detalles que el editor parece no percibir, según sus palabras el manuscrito llega al público sin “literaturizarlo” tal y como fue hallado y transcrito.
Lo que en realidad nos ofrece Hodgson, a través del editor, a través del autor del manuscrito es pura literatura. La imagen de una imagen, tan real como nosotros queramos, tan cierta como lo es su lectura y tan falsa como la vida.

11 comentarios:

Daniel Quinn dijo...

Cuánta erudición, Portnoy, como de costumbre... No conocía el libro ni el autor, pero con tu crítica y las influencias que dices que tiene sobre Lovecraft es suficiente para apuntármelo.
Saludos!!

Portnoy dijo...

Erudición... pues sí... por ejemplo, no he leído nada de M.R. James. Pero no me corto al mencionarlo.
Yo también soy un farsante, :-)

(Pensaba que quizás está crítica, como la de El rey de amarillo podían ser tomadas por falsas, pero supongo que comprobáis las fuentes) (¿no?) (cualquier día cuelo una reseña inventada)

En serio, gracias por tu comentario, Daniel (aunque me sobra lo de erudición :-) )

Javier Moreno dijo...

La Casa de las Hojas (House of Leaves), de Danielowski, parece un ejemplo "moderno" de este mismo esquema. Llevo un tercio del libro, cuando lo termine, le cuento.

Portnoy dijo...

Estaba mirando y me parece que al final no escribí nada sobre Pandora en el Congo. Al igual que La piel fría me parece un interesante relato de aventuras con dos o tres salvedades: La cuestión metaliteraria, que sobra el Pandora; la sobrevaloración del autor y su obra por estar escrita en catalán, independientemente de sus virtudes y defectos; y por último, pero descubierto tarde, la cuestión de la influencia de La casa en el límite.
Solo, Sánchez Piñol se confundió en Pandora. La aventura, líneal y previsible, sí, era el objetivo. Lo demás es desmesura del marketing.
Espero esa reseña de House of Leaves, j.
Gracias por vuestros comentarios.

Jacobo Castillo dijo...

Yo siempre desconfío de tus reseñas, como descomfío de las citas de borges. Por lo demás, es imposible no sucumbir al encanto de tu estilo. Por desgracia, mi presupuesto no alcanza para comprar todas las obras que citas, y las bibliotecas xalapeñas no les incluyen en sus catalogos, pero tengo un fichero electrónico donde registro aquellas referencias que más me intrigan.
Por el momento, he comenzado a salir con una chica que trabaja en una libreria, a ella le es permitido sacar libros nuevos para leerlos, siempre y cuando los regrese en condiciones impecables. Así, pues, prostituyo mis besos a cambio de lecturas.

Un saludo.

Gregorio Luri dijo...

¿Y no te parece que las grandes obras, las grandes de verdad, son capaces de crear hasta sus predecesores?

Portnoy dijo...

Yakov, anotaré eso que dices del encanto para usarlo en los momentos bajos (que son casi todos)
La verdad es que La casa en límite, El rey de amrillo y un par de novelas más, las "compré" de saldo: Un libro 2€, cuatro libros 6€. En fin, el azar... que ya veo que te lleva por buen camino: Uno no se prostituye nunca por arte, se entrega.
Gregorio, tendré en cuenta tu comentario para un futuro desarrollo de alguna idea de esas locas: Un libro que crea los libros que le precedieron. Interesante.
:)
Gracias por vuestros comentarios.

Unknown dijo...

Un blog realmente interesante...

Enhorabuena.

Portnoy dijo...

Gracias Diego. Espero seguir viéndote por aquí.
Un saludo

Anónimo dijo...

Pero, hombre! Contaste todo el argumento, hasta el final!

Anónimo dijo...

Anónimo, no te creas. Es un libro que tienes que leer aunque otro te lo cuente de principio a fin. Las sensaciones sólo las podrás tener mientras tengas entre tus manos y tus ojos segundo a segundo oración tras oración. Fue un libro que me prestaron hace mas de diez años, aún lo busco para comprarlo y leerlo otra vez. PD: Leerlo en la noche es el momento ideal.

Atte. Girasol Azul.

Saludos