23/2/17

Aunque caminen por el valle de la muerte, de Álvaro Colomer

Una guerra. Nuestro planeta derrocha guerras. Por eso, cuando alguien inventa razones falsas para invadir un país y derrocar a un gobierno siempre hay naciones dispuestas dar su apoyo.
Armas de destrucción masiva.
Afganistán, Albania, Alemania, Australia, Azerbaiyán, Bulgaria, Colombia, Corea del Sur, Dinamarca, El Salvador, Eritrea, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Estonia, Etiopía, Filipinas, Georgia, Hungría, Honduras, Irak, Italia, Japón, Letonia, Lituania, República de Macedonia, Nicaragua, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República Checa, República Dominicana, Rumanía, Turquía, Ucrania, Somalia y Uzbekistán.

Después de los atentados de Madrid y la derrota de Aznar en las elecciones, el ejercito español desplazado a Irak estaba en una situación extraña ya que iba a ser desmovilizado. Lo que no sé es si tenía orden de no intervenir en acciones bélicas por ese motivo o habían mantenido esa postura desde el principio de si intervención. Algo de eso se insinúa en el texto de Colomer, que el ejercito español tenía idea de participar en una misión de pacificación mientras que el resto de la coalición sabía que estaba de lleno en una guerra. Algo así como no enterarse de lo que ocurría realmente, o vivir en un mundo de fantasía en el que las balas no podían acertarles.
Al parecer el gobierno español, no sé cual de los dos, no quería ni una sola baja militar en combate. Algo así como “ya nos encargamos nosotros de matarlos metiéndoles en transportes infames”.

Aquí iba a poner una foto de los cadáveres de cuatro “contratistas” (mercenarios) estadounidenses colgados del puente de Najaf.
Mejor no.

La guerra siempre se nos presenta como una película. Como un videojuego. Y algo de eso tiene la novela de Colomer. Algo de esa acción bélica a la que nos hemos habituado. Y en ese sentido el relato de Colomer es trepidante.
Pero por otra parte hay un exhaustivo ejercicio de documentación para que la historia que se nos cuenta no se aparte de la verdad de los hechos.
Aunque caminen por el valle de la muerte se aleja un tanto de las anteriores novelas de Colomer tanto en argumento como en ejecución. Sigo prefiriendo Mimodrama de una ciudad muerta y Los bosques de Upsala, pero esta novela me ha sorprendido gratamente. Tanto en lo que se refiere al rigor como en lo que se refiere a la tensión dramática. Por su firmeza y por su versatilidad. 
Supongo que es síntoma de la madurez de un escritor.
Y no estoy siendo irónico.



(Al final de todo comentario sobre la guerra de Irak habría que recordar la repulsiva broma de George W. Bush en la cena anual con la prensa buscando armas de destrucción masiva. Eso nos da una dimensión de lo que verdaderamente es una guerra)
(Nunca pongo vídeos, pero hay que escuchar las risas del público para ver hasta donde llega la mezquindad humana)

3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
hoeman dijo...

En sus memorias, Christopher Hitchens sigue afirmando que había armas de destrucción masiva en Irak, y que de hecho fueron empleadas para matar a poblaciones/habitantes del país: lo que pasa es que eran armas biológicas/químicas.

Portnoy dijo...

En realidad me desvié un poco del tema. Lo que quería resaltar era la habilidad que tiene Colomer para meternos de lleno en un conflicto con toda la tensión y las contradicciones que encierra.
Gracias por tu comentario.