20/1/16

La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine

Lo que voy a contar no tiene nada que ver con el Manifiesto de Ordine.
O sí.
Sea como sea lo que se puede decir es que lo que sigue es subjetivo.
Una vez una cirujana me dijo que yo era la personificación de la tranquilidad. Luego, bajando escaleras, pensé que mi réplica debería haber sido que no soy tranquilo, que en realidad soy lento. Supongo que la apreciación de la doctora tuvo que ver con  mi actitud en la sala de espera. Cada vez que voy al médico asumo que tendré que esperar un largo rato. Así que siempre me llevo un libro. Luego, cuando me avisan, tengo que buscar el punto de lectura, cerrar el libro, guardar las gafas, levantar mi mole propensa a la lumbalgia del incómodo asiento. Sí, supongo que mi lentitud puede confundirse con tranquilidad.
Hoy me llevé a la consulta el librito de Ordine, principalmente por su tamaño, fácil de guardar en el bolsillo de la chaqueta, pero también porque tenía pendiente finalizarlo.
Pero al llegar al centro de salud me he dado cuenta que ya había leído el libro. Es decir, no había terminado de leer el libro pero ya lo había leído. Incluso el epílogo a cargo de Flexner ya lo había leído.
Sin embargo, luchando como ya es habitual contra la narcolepsia que me provoca la lectura desde hace ya demasiado tiempo, he insistido en la lectura. 
Pero ya había leído las opiniones de Montaigne. También el tema de la copa de oro en el Orlando furioso y de rebote en El curioso impertinente incluido en el Quijote. Conocía la anécdota de Hipócrates y Demócrito, etc.
Hay dos opciones, o ya había leído el manifiesto de Ordine y creía no haberlo hecho, o no había leído el manifiesto de Ordine, pero era como si ya lo hubiese leído.
Y mientras seguía insistiendo en la lectura me he quedado dormido.
Un microsueño provocado por la lectura.
Seguramente la anterior vez que leí el libro debí quedarme dormido, o leerlo mientras dormía.
O todo en el manifiesto es un lugar común.
O soy un idiota capaz de absorber todo cuanto leo, aún catatónico, sin saber después de dónde proceden mis “conocimientos”.
En la última frase borrad todo después de “idiota” y poned un punto. 



5 comentarios:

Anónimo dijo...


Me gustó esta entrada aunque no he leido el libro, pero me llevó a buscar y ojear las primeras páginas y el contenido.

Me hiciste recordar esta canción: "Se me olvidó que te olvidé"

matilde urbach dijo...

A mi me pasó, con éste de lo inútil, que lo abrí, empecé a leer y de repente todo fue pensar en qué caray iba a cenar y a seguir el vuelo de una mosca que andaba por allí y cosas así. Total, que lo tuve que abandonar en la estantería de los Llibres Ja Llegits Sense Ni Tan Sols Necessitat d'Obrir-Los En Tant Que Pertanyents A La Categoria Del Ja Llegit Abans I Tot D'Haver Estat Escrit. Sí, clasifico mi biblioteca personal siguiendo el método Calvino. Italo (no Juan), claro está.

Portnoy dijo...

No era necesaria la aclaración... aquí sólo reconocemos a un Calvino.
Un saludo y muchas gracias por vuestros comentarios.

Harapos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Harapos dijo...

Me he sentido muy identificada con esta entrada. En mi tranquilidad y lentitud muchas veces leo cosas que no sé si he leído ya, o me están leyendo ellas a mí en ese momento. Un saludo.