23/8/15

El Congreso de Literatura, de César Aira

Se puede leer en la Wikipedia a propósito de Aira: “Su abundante obra novelística, teatral y ensayistica, asciende a más de sesenta textos”. En esas condiciones es muy complicado para un neófito en su narrativa extraer las claves de su narrativa a partir de dos novelas breves como Váramo y la que nos ocupa, El Congreso de Literatura
¿Qué sé yo de Aira? Nada. ¿Qué puedo decir sobre sus textos? Apenas nada. Tuve el atrevimiento de decir que Váramo era una especie de deconstrucción del Ulises de Joyce... quisiera decir que El Congreso es la de Hamlet por el deseo de mantener la coherencia paranoico-discursiva. Pero el hecho de que se represente una obra de teatro dentro de la novela, una obra escrita por el propio narrador de El Congreso y que el objeto de las maniobras del narrador, a quien se considera algo así como un "rey" de la narrativa" asista a la representación, no es más que una coincidencia, una velada referencia que podemos recibir con una sonrisa. De hecho, El Congreso podría ser una deconstrucción de Tokio bajo el terror de los monstruos, trasladada al Caribe, o algo así.

(El título en realidad era Japón bajo el terror del monstruo, más conocida como Gojira, es decir, Godzilla... qué importa)

De todas formas, algo empiezo a vislumbrar de lo que supone la narrativa de Aira, si creo lo que nos cuenta (y es más que dudoso “creer” lo que nos cuenta un narrador bajo su faceta de escritor sabiendo que al mismo tiempo es un “Sabio Loco”):

“El viejo consejo sapiencial que adorna el frontispicio de mi ética literaria, “Simplifica, hijo, simplifica”, ¡otra vez dilapidado! Lo poco de bueno que he escrito, lo hice ateniéndome, por casualidad, a él. Sólo en el minimalismo se puede lograr la asimetría que para mí es la flor del arte; en la complicación es inevitable que se configuren pesadas simetrías, vulgares y efectistas”


En resumen, un hombre se hace inesperadamente rico y acude a un congreso de literatura bajo su fachada de escritor para conseguir su propósito oculto, dominar al mundo clonando hasta el infinito a Carlos Fuentes, pero los planes salen mal.

Esa es la trama. Lo que tenemos en las manos es la “traducción” de los hechos por parte del narrador. Cuando dice que quiere “extender mi dominio al mundo entero” se refiere, según confiesa, a “la apertura de las puertas de la realidad”. Cuando hace mención a la “traducción” la cosa se complica. Pero la “traducción” es la base del texto. Según nos explica, la Fábula que ns quiere contar hace referencia a otra Fábula que a su vez se refiere a una Fábula anterior y así hasta el infinito. Cuando “traduce” el narrador en primera persona se inmiscuye en la historia. En primera instancia podemos suponer que lo hace para explicar desde su punto de vista algunos aspectos de “los hechos” que constituyen la “Fábula”. Eso está claro pues ningún narrador en primera persona puede ser neutral respecto a los hechos que narra. La “traducción” en algunos aspectos simplifica la historia, la cual se asienta en la realidad, cayendo obviamente en una contradicción ya que por una parte “simplificar” es la máxima como escritor del narrador y por otra, “la apertura de las puertas de la realidad” es el fin del Sabio Loco, la otra personalidad del narrador.
Entonces, la “traducción” a la que alude el narrador no puede ser más que un enmascaramiento de la forma en que realmente está construida la historia de El Congreso de Literatura.

¿Entonces Hamlet?


Debo seguir investigando a Aira.

1 comentario:

Elisa dijo...

Gracias, Javier, por tu reseña. César Aira es una de mis asignaturas pendientes. Solo he leído su libro "Los fantasmas", aparentemente sencillo. En el caso de esta novela se confirmaría la cita de Válery sobre la piel como lo más profundo.