14/5/15

El hombre sin atributos, de Robert Musil, página 53

«Si yo fuera Walter, desafiaría a Nietzsche a un duelo» —respondió sonriendo.
La espalda delicada de Clarisse, oscilando en suaves líneas bajo el vestido, se enderezó como un arco, y también su rostro se estiró enérgico; ella lo protegía guardándolo temerosamente y distanciándolo de su amigo.
—«Conservas todavía un aire virginal y heroico a un tiempo…», añadió Ulrich.
Era una pregunta, o quizá tampoco lo fuera, un poco de broma, pero también un poco de tierna admiración. Clarisse no entendió bien lo que él quiso decir con ello, pero las dos palabras, que ya otra vez había empleado, penetraron dentro de ella como una flecha incendiaria en un tejado de paja.
(...) por fin, Clarisse habló de otra cosa muy distinta: — «Tú no quieres a Walter —afirmó—; en realidad no eres amigo suyo». El tono fue provocativo, pero Clarisse lo dijo riendo.
Ulrich dio una respuesta inesperada.
—«Sí, somos amigos, desde nuestra juventud. Tú eras todavía una niña, cuando ya nos estrechaba a nosotros el vínculo de una auténtica amistad. Hace muchísimo que veníamos admirándonos
mutuamente, y ahora desconfiamos el uno del otro con profundo conocimiento de causa. Cada uno quisiera liberarse de la embarazosa impresión de que el uno se ha cambiado al otro por sí mismo, y así nos prestamos el servicio de un espejo imperecedero y caricaturesco.»
—«¿No crees, pues —repuso Clarisse— que va a conseguir algo?»
—«No hay un ejemplo de destino inexorable comparable al que ofrece un joven de ingenio, prematura y mediocremente envejecido; sin golpe de la suerte, sólo por una contracción a la que había sido predestinado».


El hombre sin atributos, Robert Musil, página 53, traducción de José M. Sáenz para Seix Barral


2 comentarios:

bernhardini dijo...

¿qué pasa con las páginas 53?
qué maravilla la foto de Viena, bueno, y el libro de Musil también, claro.

Portnoy dijo...

Un misterio intrascendente.
La novela de Musil es inmensa y tristemente incompleta.
Gracias por tu comentario