29/9/14

Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, de Eduardo Lago



Anular, cancelar, suprimir, tachar, rayar, corregir, derogar, abrogar, extinguir, revocar, abolir, suspender, liquidar, eliminar, rescindir, quitar, prohibir, incapacitar, descalificar, invalidar, expulsar, erradicar, extirpar, cortar, inhabilitar, impedir, conjurar, evitar, dejar, borrar, marcar, rectificar, cambiar, reformar, inutilizar, proscribir, neutralizar, finiquitar, finalizar, terminar, concluir, desautorizar, censurar, expurgar, desmembrar...

En Siempre supe Lago indaga sobre la desaparición (física) del autor o, lo que es lo mismo sin ser para nada similar, la disolución en el vacío del narrador. Lo hace en forma de novela de género (negro) imposible, con tintes austerianos (por lo que no es de extrañar que Auster se convierta en personaje marginal), incidiendo en la relación entre hijos y padres escritores.

Dimitri Nabokov tomó la decisión de publicar El original de Laura, una serie de fichas que constituyen el esqueleto de la novela que Vladimir Nabokov no pudo terminar. No he leído la “novela” póstuma de Nabokov porque siento cierto rechazo hacia ese tipo de comercialización de lo que no es. Mi sorpresa es que Lago me convence al construir su novela basándose en la premisa de que hay verdaderamente una novela (que él nos narra) en las fichas de trabajo de Nabokov. Así, la novela que encierra el esquema de las notas de Nabokov para El original de Laura se encuentra en Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee. Con una pequeña salvedad: todo cuanto nos cuenta Lago debe desaparecer, ser borrado, anulado. La novela de Lago, la novela que habla sobre una novela que no existe más que en armazón, en realidad no existe.

Pero para ser un ente inexistente me provoca un gran placer lector.

Podéis pensar lo que queráis sobre mis opiniones, sobre mi insistencia en recrearme en lo metanarrativo, pero creo que Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee, es una gran novela, aparentemente sencilla en su desarrollo pero excepcional en su transfondo, que demuestra que el verdadero valor de la literatura reside en lector y en su capacidad de “crear” a partir de lo creado. Incluso ante la lectura de aquello que no puede considerarse cerrado, concluso… quizás entonces aún más.

Dimitri Nabokov legó, por motivos que no vamos a discutir ni a analizar, el esqueleto en forma de fichas de una novela en construcción. Una novela que habla (así Lago) sobre la degeneración del cuerpo y la disolución del ser humano atado a su materialidad. Dimitri Nabokov nos hizo un regalo a los lectores, un regalo que Lago ha sabido aprovechar excelentemente.

Ahora, disipados mis escrúpulos, voy a buscar El original deLaura, a seguir los pasos de Aurora Lee.

1 comentario:

H dijo...

Buena idea y buena novela. Lástima que la prosa de Lago parezca una traducción. Ay, el oficio...