En la página 436 de Jotaerre de William Gaddis (Ed. Sexto Piso) hago una pausa al leer lo siguiente:
“La pianola es una forma universal de tocar el piano. Universal, porque no hay nadie en el mundo que, si dispone de manos y pies, no pueda aprender a usarla, ¿eso le parece tan difícil, joder? Si dispone de manos y pies…”
Recordemos que en Los reconocimientos, uno de los personajes (que yo identifiqué con el propio Gaddis en su momento) hace un comentario sobre la pianola:
“He escrito una historia de la pianola. Una historia completa. He tardado dos años; lo he metido todo. ¿Qué pasa con la gente? ¿Qué es lo que quieren leer?, ¿sexo todo el tiempo? ¿Política? (…) Algún día lo imprimiré yo mismo en papel cebolla japonés, encuadernado en vitela… no sé. (…) Vitela blanca con estampaciones de oro…”
En Jotaerre es Jack Gibbs quien hace el comentario, así que, al igual que Gibbs es el narrador innominado de Ágape se paga, es posible que apareciese en Los reconocimientos sin ser reconocido.
La cuestión es que en la página anterior Gibbs afirma:
“También ayudó aquí al señor Eigen (…) le ayudó con su obra, verdad, Tom, le dijo que eliminara el primer acto, que no se perdía nada, joder, le dijo que era Platón mal digerido (…) le dijo que el final quedaba demasiado claro, él mismo puede contárselo (…) un escritor que se está quedando sin ágape”
Así, Tom Eigen es el equivalente a Oscar Crease en Su pasatiempo favorito. Ambos son los autores de Once at Antietam, la obra teatral inconclusa, que “plagia” en su primer acto los diálogos de Platón (“Platón rima con…”) y que forma parte de la trama de Su pasatiempo favorito. Siguiendo las anotaciones de Steven Moore a Jotaerre. descubro que en la página 407 de la edición de Sexto Piso, Eigen aparece un fragmento de Once at Antietam. También que ese “ágape” al final del fragmento de Gibbs, es la primera de una larga serie de menciones a la obra póstuma de Gaddis.
El discurso etílico de Jack Gibbs en esta parte de la narración nos descubre una perspectiva totalitaria sobre el conjunto de la obra narrativa de Gaddis.
Tanto la fallida obra teatral como el ensayo sobre las pianolas parecen obsesiones recurrentes. El ensayo ya aparece mencionado en su primera novela, Los reconocimientos y la obra en su segunda, Jotaerre. Es decir, previamente a la publicación de lo que son cinco obras maestras de la narrativa, Los Reconocimientos (The Recognitions, 1955), Jotaerre (J.R.,1975), Gótico carpintero (Carpenter's Gothic, 1985), Su pasatiempo favorito (A Frolic of His Own, 1994), Ágape se paga (Agapē Ágape, 2002 obra póstuma), Gaddis había escrito dos textos, que llamaremos “Pianola” y “Platón” que permanecieron inéditos.
¿O no?
Supongamos que “Platón” es una obra primeriza desarrollada a través de diálogos platónicos ambientada (si no recuerdo mal) en la sociedad pre-guerra de secesión estadounidense. Que el último acto de la obra sea escamoteado en Su pasatiempo favorito y que en Jotaerre se le califique de “demasiado claro” puede hacernos pensar que Gaddis no estaba satisfecho con su obra teatral a pesar de que con los comentarios que inserta en sus novelas sobre Once in Antietam quiera poner en evidencia a los críticos.
“Pianola” ve la luz de una forma sesgada e intermitente en Ágape se paga. No es el ensayo en sí, sino una aproximación a “Pianola” a través del monólogo delirante de Gibbs.
Sigamos suponiendo que ambos textos existen realmente. Entonces, lo que Gaddis quiere demostrarnos es que es imposible hablar de (escribir sobre) lo que realmente nos interesa. Los delirantes diálogos que conforman la estructura principal de sus narraciones insisten en la imposibilidad de comunicación, no tan solo por la pobre información que transmitimos oralmente, sino por la egoísta perspectiva de cada individuo, no dispuesto a aceptar más discurso que aquel que le atañe directamente. Mientras que Gaddis quería hablar sobre “Platón” y “Pianola” el ruido en primer plano (no un ruido de fondo) imposibilita cualquier tipo de comunicación.
Sólo hay ruido.
Y las novelas de Gaddis son la plasmación magistral del ruido de nuestras vidas.
Los textos de la traducción de Mariano Peyrou para Ed. Sexto
Piso
3 comentarios:
¡Brillante exposición!
Pues sí, brillante exposición que sin duda alguna me parecerá aún más brillante en cuanto me haya leído alguna obra de Gaddis -de momento tengo a mano Ágape se paga; se me acumula; caerá, seguro. Lo que me hace gracia es eso de la incomunicación. Me recuerda aquel aserto de Homero Simpson, dirigiéndose a Marge: "el problema de los matrimonios es la comunicación, demasiada comunicación". El ruido que nos rodea es más bien ese exceso; la incomunicación me parece, desde esta óptica, una utopia deseable, como la de la soledad, a fin de cuentas lo que notamos no son las cosas sino sus diferencias: uno no nota la soledad sino cómo disminuye su rozamiento con el mundo; uno no nota la incapacidad de comuncarse sino cómo al mundo le importa un bledo lo que uno comunique. Además, quién nos ha dicho que tenemos que comunicarnos. De todos modos, por ahí sigue Hemingway, que nos lo puso dios precisamente para certificar eso, el milagro de la comunicación.
No tengo ni idea de si he dicho algo.
Mejor vuelvo cuando haya leído a Gaddis.
Perdón.
Javier
Gracias por vuestros comentarios.
Y, Javier, vuelve cuando quieras, eres bien recibido aunque no hayas leído a Gaddis y aunque alabes a Hemingway :-)
Un saludo
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