26/2/13

Poetas en la noche, de José María Fonollosa


Mi relación con la poesía es ambigua. También me resultan extraños los textos publicados de forma póstuma. Así que leer Poetas en la noche, un extenso poema publicado tras la muerte de su autor, me produce sensaciones encontradas. Mucho más intentar hablar de ella.
Así que daré rodeos y no hablaré absolutamente de nada relacionado con la ¿novela? ¿poema? de Fonollosa.

Pero antes tengo que confesar que siento una especial predilección por Fonollosa. De hecho, uno de sus versos de Ciudad del hombre: New York, ilustraba la tesis que pretendía mantener al inicio de este blog… ya sabéis, aquello de “los blogs son para onanistas”:

UNITED NATIONS PLAZA

Muchas veces sonrío complacido
a mi cuerpo pletórico de aciertos.
Tiene aspecto atrayente. Es un modelo
de sobria perfección físicamente.
Es un fuera de serie indiscutible.
Un prototipo para un experimento
cuyo exacto sentido se me escapa.
Irradia seducción, fuerza... Es espléndido.
A veces me deseo y me masturbo.

He de reconocer que me entusiasma.
Cuando pasen los años por mi lado
él continuará siendo un arquetipo.

Y hasta un día la muerte, enamorada
de él, lo guardará incorrupto por el tiempo.

Lo merece este cuerpo. Bello. Mío


Poetas en la noche es un extenso poema con distintos narradores en primera persona, escrito mayoritariamente en verso blanco, endecasílabos rítmicamente correctos, pero sin rima alguna… este dato lo he tenido que buscar… no que fuesen endecasílabos, sino el nombre del tipo de poema… y eso lleva a uno de mis problemas con los versos y la poesía en general… a veces me detengo en la lectura intentando comprobar si el autor es riguroso en la métrica… cuento las sílabas pretendiendo descubrir un desliz en su número (y casi siempre acabo equivocándome yo) Esto, que es una tontería, es un ejemplo de mi relación tortuosa con la poesía; es decir, para mí, fallido lector, un poema es un texto que no me permite avanzar en su lectura sin detenerme a considerar su forma, un texto que remite continuamente al propio texto, a su naturaleza y a su estructura, un texto que de alguna manera no logra salir de sí mismo y (aquí soy conscientemente ampuloso) trascender en la mente del lector, convertirse en idea (o algo así) ya que es un texto que precisa del propio texto para ser aprehendido.

Lo que me gusta de las novelas es que consigo, de alguna manera nebulosa, hacer el texto mío. Sin embargo en poesía eso es imposible, el texto, el poema, siempre pertenece al autor, sus límites, extensión, rima, ritmo, están fijados y el lector es un simple espectador… mientras que una novela que nos complazca crece en la memoria del lector, un poema remite siempre al propio poema, o a su repetición exacta. No basta leer un poema para apreciarlo y disfrutarlo a posteriori, se precisa la repetición mimética de todos sus giros e inflexiones, la memorización exacta de cada uno de sus versos. Y nunca, nunca puedes librarte de la presencia del poeta.

No se trata de denigrar a los poetas ni de despreciar la poesía. Intento explicar, con la intención de llegar a comprenderla, esta extraña sensación insatisfactoria que me deja la poesía. A fin de cuentas un poeta es un autor que escoge el camino difícil (o no, eso depende también de el enfoque que le des a una narración o a un poema) sujetando su escrito a una condiciones poco naturales (aceptémoslo, la poesía es en su origen un recurso mnemotécnico que permitía a los aedos y a su público memorizar extensos textos que no estaban escritos) y, lo que es más importante, un poeta es un autor obsesionado por plasmar una idea y que al mismo tiempo reconoce la futilidad de su acto. En palabras de Fonollosa:


Uno escribe aun sabiendo que es en balde,
pues nada puede hacer por impedirlo.
Uno se ve obligado, a pesar de uno.
Porque en la mente asoma, emoción pura,
el poema y nos obsede. Nos reclama
el derecho a expresarse, nos tortura.


Volveremos a esta imagen del poeta sufriente.
Entonces, considerando mi prejuicios contra la poesía ¿por qué leer Poetas en la noche y por qué recomendarla?
Ya he hablado de mi debilidad por Fonollosa, quizás por ese lado oscuro y salvaje que se deja ver en algunos de sus poemas. La respuesta a la primera pregunta viene de una conversación en Twitter y a una recomendación de Subal Quinina (o de esa persona antes conocida como Subal Quinina en la misma forma en que yo soy conocido como Portnoy)
La respuesta a la segunda pregunta es porque Poetas en la noche es una novela, en verso sí, pero en el fondo una novela. Una gran novela.

Voy a terminar abruptamente porque esta reseña se está eternizando en mi procesador de textos.

Poetas en la noche describe una época lúgubre y gris, la Barcelona bajo el franquismo, y traslada esa sensación al propio texto. Los sucesivos cinco narradores en primera persona de cada una de las partes, subjetivos y, esto es lo más relevante, egoístas, pasean en la noche su mezquindad y su egolatría. De alguna manera Fonollosa traslada sus propias sensaciones sobre el hecho de ser poeta y sus expectativas e inicia un proceso de demolición en la que la figura del poeta bohemio que exagera su propio sufrimiento (si es que tal existe) queda completamente ridiculizada. Fonollosa arremete contra el ambiente poético de una época concreta (que quizás se pueda universalizar y destemporalizar) y en cierta medida contra sí mismo, contra sus ambiciones y perspectivas. Es elocuente en ese sentido la propia biografía de Fonollosa y su largo periodo sin publicar, lo que le convirtió (lamentablemente a título póstumo) en una figura mítica de la escena literaria barcelonesa.

Termino con otro poema de Fonollosa, de Ciudad del hombre: New York



CENTRAL PARK SOUTH

Todo es acostumbrarse. El primer perro
que uno acalla colgándolo de un árbol
o enterrándolo vivo en algún hoyo,
tal vez a alguien le cause una aprensión
o le produzco un cierto escalofrío.

Mas si sigue le llega a tomar gusto
y amplía la experiencia a otras especies.
Igual que el cazador que se ha habituado
a vigilar las presas. Y a parar
el veloz movimiento de la vida.
Todo es acostumbrarse simplemente.

Matar los animales no es un trauma
para quien lo practica con frecuencia.
Es el puro reflejo placentero
de liquidar urgencias sin reparos.
Y con seres humanos le es lo mismo.

3 comentarios:

Arles dijo...

Buenísima, buenísima entrada. Esta frase es una constatación aterradora:

"El poema siempre pertenece al autor, sus límites, extensión, rima, ritmo, están fijados y el lector es un simple espectador"

Al menos para el caso de los buenos poetas. Fonollosa me lo parece, desde que me lo descubriste hace algunas semanas.

Me gustan los textos que expone los límites personales. Esta lo es. Me descubro, caballero.

Anónimo dijo...

Muy buena reflexión sobre la poesía, que no carece de sentido y con la que muchos nos sentimos identificados. Y no es extraño que te guste tanto Fonollosa (a mí me encanta), ya que, al igual que los poemas en prosa de Baudelaire, sus textos están en la fina línea entre la poesía y la prosa. Después de haber leído sus ciudades me queda este por leer, y a eso le voy a poner remedio pronto. Un saludo.

Portnoy dijo...

Muchas gracias a vosotros por vuestros comentarios.
Lo que pretendía era precisamente lo que menciona Carlos, exponer mis limitaciones en torno a la poesía, que no me impide caer fascinado ante la grandeza de Fonollosa.
Contradictorio, sí.
Un saludo