Mi relación con la poesía es ambigua. También me resultan
extraños los textos publicados de forma póstuma. Así que leer Poetas en la noche, un extenso poema
publicado tras la muerte de su autor, me produce sensaciones encontradas. Mucho
más intentar hablar de ella.
Así que daré rodeos y no hablaré absolutamente de nada
relacionado con la ¿novela? ¿poema? de Fonollosa.
Pero antes tengo que confesar que siento una especial
predilección por Fonollosa. De hecho, uno de sus versos de Ciudad del hombre:
New York, ilustraba la tesis que pretendía mantener al inicio de este blog… ya
sabéis, aquello de “los blogs son para onanistas”:
UNITED NATIONS PLAZA
Muchas veces sonrío complacido
a mi cuerpo pletórico de aciertos.
Tiene aspecto atrayente. Es un modelo
de sobria perfección físicamente.
Es un fuera de serie indiscutible.
Un prototipo para un experimento
cuyo exacto sentido se me escapa.
Irradia seducción, fuerza... Es espléndido.
A veces me deseo y me masturbo.
He de reconocer que me entusiasma.
Cuando pasen los años por mi lado
él continuará siendo un arquetipo.
Y hasta un día la muerte, enamorada
de él, lo guardará incorrupto por el tiempo.
Lo merece este cuerpo. Bello. Mío
Poetas en la noche es un extenso poema con distintos
narradores en primera persona, escrito mayoritariamente en verso blanco, endecasílabos
rítmicamente correctos, pero sin rima alguna… este dato lo he tenido que
buscar… no que fuesen endecasílabos, sino el nombre del tipo de poema… y eso
lleva a uno de mis problemas con los versos y la poesía en general… a veces me
detengo en la lectura intentando comprobar si el autor es riguroso en la
métrica… cuento las sílabas pretendiendo descubrir un desliz en su número (y
casi siempre acabo equivocándome yo) Esto, que es una tontería, es un ejemplo
de mi relación tortuosa con la poesía; es decir, para mí, fallido lector, un
poema es un texto que no me permite avanzar en su lectura sin detenerme a
considerar su forma, un texto que remite continuamente al propio texto, a su
naturaleza y a su estructura, un texto que de alguna manera no logra salir de
sí mismo y (aquí soy conscientemente ampuloso) trascender en la mente del
lector, convertirse en idea (o algo así) ya que es un texto que precisa del
propio texto para ser aprehendido.
Lo que me gusta de las novelas es que consigo, de alguna
manera nebulosa, hacer el texto mío. Sin embargo en poesía eso es imposible, el
texto, el poema, siempre pertenece al autor, sus límites, extensión, rima,
ritmo, están fijados y el lector es un simple espectador… mientras que una
novela que nos complazca crece en la memoria del lector, un poema remite
siempre al propio poema, o a su repetición exacta. No basta leer un poema para
apreciarlo y disfrutarlo a posteriori, se precisa la repetición mimética de
todos sus giros e inflexiones, la memorización exacta de cada uno de sus versos.
Y nunca, nunca puedes librarte de la presencia del poeta.
No se trata de denigrar a los poetas ni de despreciar la
poesía. Intento explicar, con la intención de llegar a comprenderla, esta
extraña sensación insatisfactoria que me deja la poesía. A fin de cuentas un
poeta es un autor que escoge el camino difícil (o no, eso depende también de el
enfoque que le des a una narración o a un poema) sujetando su escrito a una
condiciones poco naturales (aceptémoslo, la poesía es en su origen un recurso
mnemotécnico que permitía a los aedos y a su público memorizar extensos textos
que no estaban escritos) y, lo que es más importante, un poeta es un autor
obsesionado por plasmar una idea y que al mismo tiempo reconoce la futilidad de
su acto. En palabras de Fonollosa:
Uno escribe aun sabiendo que es en balde,
pues nada puede hacer por impedirlo.
Uno se ve obligado, a pesar de uno.
Porque en la mente asoma, emoción pura,
el poema y nos obsede. Nos reclama
el derecho a expresarse, nos tortura.
Volveremos a esta imagen del poeta sufriente.
Entonces, considerando mi prejuicios contra la poesía ¿por
qué leer Poetas en la noche y por qué recomendarla?
Ya he hablado de mi debilidad por Fonollosa, quizás por ese
lado oscuro y salvaje que se deja ver en algunos de sus poemas. La respuesta a
la primera pregunta viene de una conversación en Twitter y a una recomendación
de Subal Quinina (o de esa persona antes conocida como Subal Quinina en la
misma forma en que yo soy conocido como Portnoy)
La respuesta a la segunda pregunta es porque Poetas en la
noche es una novela, en verso sí, pero en el fondo una novela. Una gran novela.
Voy a terminar abruptamente porque esta reseña se está
eternizando en mi procesador de textos.
Poetas en la noche describe una época lúgubre y gris, la
Barcelona bajo el franquismo, y traslada esa sensación al propio texto. Los
sucesivos cinco narradores en primera persona de cada una de las partes,
subjetivos y, esto es lo más relevante, egoístas, pasean en la noche su
mezquindad y su egolatría. De alguna manera Fonollosa traslada sus propias
sensaciones sobre el hecho de ser poeta y sus expectativas e inicia un proceso
de demolición en la que la figura del poeta bohemio que exagera su propio
sufrimiento (si es que tal existe) queda completamente ridiculizada. Fonollosa
arremete contra el ambiente poético de una época concreta (que quizás se pueda
universalizar y destemporalizar) y en cierta medida contra sí mismo, contra sus
ambiciones y perspectivas. Es elocuente en ese sentido la propia biografía de Fonollosa y su largo periodo sin publicar, lo que le convirtió (lamentablemente
a título póstumo) en una figura mítica de la escena literaria barcelonesa.
Termino con otro poema de Fonollosa, de Ciudad del hombre:
New York
CENTRAL PARK SOUTH
Todo es acostumbrarse. El primer perro
que uno acalla colgándolo de un árbol
o enterrándolo vivo en algún hoyo,
tal vez a alguien le cause una aprensión
o le produzco un cierto escalofrío.
Mas si sigue le llega a tomar gusto
y amplía la experiencia a otras especies.
Igual que el cazador que se ha habituado
a vigilar las presas. Y a parar
el veloz movimiento de la vida.
Todo es acostumbrarse simplemente.
Matar los animales no es un trauma
para quien lo practica con frecuencia.
Es el puro reflejo placentero
de liquidar urgencias sin reparos.
Y con seres humanos le es lo mismo.
3 comentarios:
Buenísima, buenísima entrada. Esta frase es una constatación aterradora:
"El poema siempre pertenece al autor, sus límites, extensión, rima, ritmo, están fijados y el lector es un simple espectador"
Al menos para el caso de los buenos poetas. Fonollosa me lo parece, desde que me lo descubriste hace algunas semanas.
Me gustan los textos que expone los límites personales. Esta lo es. Me descubro, caballero.
Muy buena reflexión sobre la poesía, que no carece de sentido y con la que muchos nos sentimos identificados. Y no es extraño que te guste tanto Fonollosa (a mí me encanta), ya que, al igual que los poemas en prosa de Baudelaire, sus textos están en la fina línea entre la poesía y la prosa. Después de haber leído sus ciudades me queda este por leer, y a eso le voy a poner remedio pronto. Un saludo.
Muchas gracias a vosotros por vuestros comentarios.
Lo que pretendía era precisamente lo que menciona Carlos, exponer mis limitaciones en torno a la poesía, que no me impide caer fascinado ante la grandeza de Fonollosa.
Contradictorio, sí.
Un saludo
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