2/9/11

Bouvard y Pécuchet, de Gustave Flaubert

Pros y contras de Bouvard y Pécuchet

1.- Buscando elementos negativos en Bouvard y Pécuchet corro el riesgo de alinearme en el bando de aquellos a los que Flaubert pretende criticar, el de los estúpidos. Más concretamente en el de la burguesía estúpida.
Nabokov expone en su Curso de literatura europea a propósito de Madame Bovary que “el significado que Flaubert da al término bourgeois (…) equivale a filisteo, personas preocupadas por el aspecto material de la vida y que sólo creen en los valores convencionales. Nunca emplea la palabra bourgeois con connotaciones político-económicas marxistas de ningún género. Burgués, para Flaubert, es un estado del espíritu, no es un estado del bolsillo". Esto es aplicable igualmente a Bouvard y Pécuchet. Pero hay que señalar que la crítica hacia la clase burguesa desarrollada por Flaubert asume un cariz endogámico: Los lectores de Flaubert pertenecen a la burguesía, si bien entendida como “estado de bolsillo”.
Es decir, la publicación (incompleta y póstuma) de Bouvard y Pécuchet en 1881 es un acontecimiento cultural que critica precisamente a la clase que puede acceder a la cultura.

2.- Cualquier duda sobre la trama, desarrollo y circunstancias en torno a Flaubert y la escritura de Bouvard y Pécuchet queda suficientemente explicado en el magnífico prólogo de Jordi Llovet a la edición de DeBolsillo, 2010, de la traducción de José Ramón Monreal. Así que no seremos redundantes, aunque le robaré algunas ideas a Llovet.

3.- La sátira literaria es un género que está muy ligado a la época precisa en que se desarrolla y a la que pretende criticar-ridiculizar. Por eso requiere que el lector tenga un conocimiento bastante amplio de la misma y, obviamente, es el género que más sufre negativamente el paso del tiempo. Los expertos en la obra de Flaubert apenas tienen dudas sobre su afirmación de que precisó documentarse leyendo más de 1500 volúmenes sobre las distintas materias que aparecen en Bouvard y Pécuchet.
En estas condiciones es normal que el lector común (entre los que me incluyo) tenga ciertas dificultades para contextualizarse dentro de la obra, no tan sólo en los avatares políticos que se suceden durante el retiro rural de los protagonistas, si no también en la inmensa cantidad de conocimientos y costumbres vigentes en la época en que transcurre, la mayoría de ellos completamente obsoletos para nosotros.
(Hay que decir que el prólogo y las notas de la edición de Jordi Llovet son de gran ayuda para comprender el contexto histórico-social de Bouvard y Pécuchet)

4.- “La trama”, entrecomillado porque es otro de los escollos de la lectura, consiste en la repetición durante el primer libro (el único completo) del mismo esquema: Propósito de los personajes + estudio pormenorizado de la materia + discusión encendida y puesta en práctica + fracaso y abandono. Según Llovet estas son las materias a las que Bouvard y Pécuchet se entregan: arboricultura, agricultura, jardinería y horticultura, arquitectura de jardines, destilación de licores, química, anatomía y fisiología humana, higiene, hidroterapia, agronomía, veterinaria y reproducción animal, geología, paleontología, arqueología, coleccionismo, la historia y sus métodos afines, literatura en todos sus géneros y teoría literaria, estética, gramática, ciencias políticas, gimnasia, espiritismo, magnetismo, esoterismo y magia, filosofía (en sus apartados clásicos de lógica, metafísica y moral), estudio histórico y filológico de las religiones, frenología, pedagogía, urbanismo y predicción del futuro.
Esta acumulación de saberes cuyos resultados prácticos son catastróficos sirven al propósito de Flaubert, una descripción pormenorizada de tópicos culturales, que en ocasiones, a pesar de sus esfuerzos intercalando en “la trama” aventuras sentimentales de los personajes, resulta agotadora para el lector.

5.- No coincido con quienes quieren presentar a Bouvard y Pécuchet como dos estúpidos que se enfrenta a una sociedad estúpida. Creo más bien que los dos personajes están representados como dos ingenuos que creen posible el estudio y la aplicación práctica de lo poco que sus limitaciones les permiten aprender. Ingenuos porque creen que el entusiasmo puede suplir su falta de preparación y porque carecen de constancia y rigor. Y, además, a pesar de sus limitaciones, los fracasos subsiguientes a cada intento vienen en su mayor parte propiciados por elementos externos: o bien los textos que estudian son imprecisos (o abiertamente falaces) o bien topan con el rechazo de la sociedad.
En este sentido queda claro que el modelo de Flaubert para sus personajes tiene inspiración quijotesca.

6.- La división de opiniones de lectores y crítica en torno a las figuras de Bouvard y Pécuchet (ingenuos, estúpidos, quijotescos, ridículos, tenaces…) viene en gran parte motivada por la forma clínicamente fría que adopta Flaubert en la composición del libro. Consiste principalmente en la eliminación del punto de vista. El autor, desaparecido en la obra, descarta también al narrador y nos presenta una construcción sin intermediario narrativo extremadamente objetiva, de modo que parece que es la propia sociedad la que se describe a sí misma, la que se expone ante el lector de manera nada autogratificante y, ciertamente, consistente con su propia cerrazón.
Ocurre que un narrador impersonal y una objetividad radical conllevan un relato frío y falto de emoción. El lector percibe como en un reflejo esa falta de empatía entre narrador (autor) y personajes y en cierta manera la hace suya, distanciándose de ellos.
Se podría decir que ese efecto nos conduce a deshumanizar a Bouvard y Pécuchet y a contemplar el primer libro, “La novela”, como una larga enumeración de sucesos.
Sin embargo, a pesar de las apariencias, no es cierto que Flaubert no se implique con sus personajes. El lector se implica en sus azarosas aventuras, nos emocionan y desesperan, porque el autor sutilmente deja entrever ese cariño que siente hacia sus creaciones. En cierta manera ellos son parte de él y acaban teniendo similares intereses. Bouvard, Pécuchet y Flaubert no soportan la estupidez de sus contemporáneos y la denuncia de ello se convierte en su motivación.
Ahora bien, esa empatía y la evolución de los personajes están mostradas de manera tan sutil que seguimos teniendo la sensación de estar ante un texto frío. Y son todas estas características tan complejas la que nos hace sentir maravillados ante la elaborada y minuciosa construcción del texto, ante cada uno de los detalles aparentemente insustanciales con los que el autor nos dirige en su dirección sin que nos demos cuenta.


7.- Del segundo libro “La copia” nos han llegado fragmentos de algunas de sus partes: Estupidario, Diccionario de ideas corrientes, Catálogo de ideas chic, El álbum de la Marquesa… una recopilación de notas, citas, frases hechas, lugares comunes, ideas equivocadas y falsedades, que compondrían este segundo libro.
Por lo que podemos saber el plan de Flaubert era presentarnos a los protagonistas cansados de sus fracasos y el abierto rechazo de la sociedad hacia todas sus actividades. Deciden retirarse y volver a su antigua profesión de copista. Para ello compran todo el papel impreso que pueden encontrar y se dedican a transcribirlo todo sin mediación de juicio y opinión.
Creo que no ha quedado claro: Copian TODO lo que cae en sus manos, absolutamente todo, sin detenerse a cuestionar o a analizar lo que copian.
El abismo narrativo-literario que inauguran los personajes de Flaubert es determinante en la posterior evolución de la narrativa del siglo XX.
Y estamos hablando del esbozo de un abismo, de un abismo nunca descrito.
El apabullante papeleo burocrático que asfixia a Joseph K.; la exuberante profusión de géneros del Ulises; el mismo Pierre Menard y las bibliotecas infinitas; incluso las profusas digresiones en torno a cualquier detalle, relevante o no en La broma infinita… todo tiene cabida en el abismo de Flaubert, en ese inconmensurable libro, “La copia”, inconcluso a su muerte.

Ahora reflexionemos en la paradoja de cómo un texto no escrito, el fantasma o la idea de un texto inexistente, ha podido condicionar toda la narrativa posterior.

8.- A pesar de lo que se le pueda reprochar, Bouvard y Pécuchet es una obra fundamental en la historia de la literatura contemporánea, rompiendo, en mayor medida de lo que lo hizo Madame Bovary, con la narrativa decimonónica. Es una obra (creo que he conseguido no denominarla novela) imprescindible.
Tal vez no sea sencilla de leer, tal vez no es condescendiente ni con sus personajes ni con los lectores. Puede ser fría, pero al mismo tiempo es una construcción narrativa admirable con una estructura monumental.

9.- Si bien la parte estrictamente narrativa termina con el primer libro, no hay que dejar aparte el material que conformaría el segundo libro. El Estupidario nos deja joyas como la de Proudhon respecto a que las prostitutas de Egipto mantenían relaciones públicas con cocodrilos. El Diccionario nos avisa de los peligros de las frases hechas (Los bandidos son siempre “feroces”) y la irreflexión en el lenguaje. Creo que son excelentes herramientas para reflexionar sobre la escritura.

10.- Una de las versiones de las notas de Flaubert de la parte no publicada:

Copian al azar todos los manuscritos y papeles impresos que encuentran (…) pues creen que la cosa es importante y digna de conservarse. Tienen muchos papeles, pues en los alrededores se encuentra una papelera en quiebra, y allí compran montones de papeles viejos.
Pero no tardan en sentir la necesidad de clasificación.
(…)
[Bouvard: Vamos, nada de reflexiones, copiemos a pesar de todo.
Es preciso que la página se llene. Igualdad de todo, de lo bueno y de lo malo, de lo Bello y de lo Feo – de la farsa y de lo sublime, de lo insignificante y de lo característico, no hay más que el fenómeno COPIAR]
Un día encuentran por casualidad el borrador de una carta escrita por el médico. El prefecto le había preguntado si B. y P. no eran unos locos peligrosos.
La carta es una especie de informe confidencial que explica que su manía es benigna y que son dos imbéciles inofensivos. Ella es un resumen y un juicio de B. y P. y debe recordar al lector todo el libro.
- ¿qué vamos a hacer?
- hay que copiarla, ¡pues claro!
- ¡Sí! Copiemos
Y copian.
Terminar con la imagen de los dos pobres diablos inclinados sobre su pupitre copiando.

2 comentarios:

David Pérez Vega dijo...

Hola Javíer:

Interesante artículo sobre Bourard y Pecuchet, libro que yo leí hace unos dos años, y que, como tu dices, me parece una de las obras claves del siglo XIX que abre los caminos del XX.

Yo me acerqué a él atraido por un artículo de Borges titulado Vindicación de Bourard y Pecuchet, que aperece en su libro Discusión, y que imagino que conoceras, y si no lo has leído, el artículo, te invito a buscarlo y leerlo, porque es muy interesante.

De paso te mando un saludo y te felicito por tu blog, al que sigo desde hace tiempo.

saludos
David

Zoa Ruiz - casas en venta dijo...

Bueno de verdad espero que nunca te pases al bando de la burguesia estupida como dices tu... :)