Esto ya se termina. No tiene demasiado sentido, no lleva a ninguna parte. Siento como si hubiese perdido algo por el camino que ya no recuperaré, algo no demasiado importante, pero que funcionaba como motivación, como fuerza impulsora. Ya apenas queda algo más que una serie de citas.
Descubro que de la página 289 a la 320 mi ejemplar de las Confesiones de San Agustín están paginadas al revés. La verdad es que no había pasado de la página 50. Es un buen motivo para buscar una cita en ese fragmento:
"Sí; Moisés al escribir, tenía en el pensamiento, en la imaginación, todas las verdades que hemos podido descubrir en sus palabras, y también cuantas pueden ser descubiertas en ellas, y que no hemos descubierto todavía"
Una cita bocabajo.
Dios habla con Moisés, éste trasmite sus palabras a su pueblo y durante años esas palabras son interpretadas de forma que se encuentran a cada análisis verdades nuevas en ellas. Esto resulta del hecho de obviar que Dios no existe. Época tras época los analistas encuentran, y encontrarán en el futuro, verdades irrefutables en palabras que nunca fueron pronunciadas.
Sigamos. La Naturaleza de las cosas, de Lucrecio. Lo abandoné en la página 94, antes de que empezase a demostrar la naturaleza infinita del Universo. Esto parece tomar forma. Lucrecio sin las confirmaciones empíricas necesarias parece mostrarnos una composición del Universo científicamente coherente con la “realidad” aunque su visión cosmogónica sea poética, incluso épica. Me recuerda al delirio de Poe escribiendo Eureka. Aquí también parece que la necesidad de una Verdad irrefutable sea el motor filosófico, aunque todo se quede, como en el caso de Moisés trasmitiendo las palabras de Dios, en narrativa.
“No importa sólo ver el objeto, sino cómo se ve”, dice Montaigne en la página 112 de sus Ensayos, justo en el punto donde abandoné su lectura.
Hay demasiadas cosas que no leo. Esto es una confesión. Hay demasiadas cosas que no escribo. Esto es un alivio para muchos. La cuestión es que cuando las cosas parecen encajar se deberían llevar adelante. Ya nadie habla del Plan. En estos tiempos de crisis el Plan se está manifestando en toda su crudeza. No necesita ocultarse. No es tiempo de literatura. Pero las cosas encajan. Un hombre dice que alguien le ha hablado y esas palabras dan pie a un sinfín de interpretaciones. Por otro lado otro hombre trasmite la Verdad como si fuera un cuento, “con la miel de las Musas” y otro, en un delirio febril, compone una cosmogonía en la que la existencia del la persona que habló a ese primer hombre es irrefutable. Y en todo ello una serie de temas, todos los temas posibles según fueron recogidos por Kurt Vonnegut en su famoso decálogo (y si alguien ve la ironía en esto ya sabéis a quien se debe): “Alguien se mete en un lío y luego se sale de él; alguien pierde algo y lo recupera; alguien es víctima de una injusticia y se venga; el caso conmovedor de Cenicienta; alguien empieza a ir cuesta abajo y así continúa; dos se enamoran, y mucha otra gente se entromete; una persona virtuosa es acusada falsamente de haber pecado o de haber cometido un crimen; una persona se enfrenta a un desafío con valentía, y tiene éxito o fracasa; alguien inicia una investigación para conocer la verdad de un asunto, alguien da una conferencia a un público y cita a Vonnegut...”.
Descubro que de la página 289 a la 320 mi ejemplar de las Confesiones de San Agustín están paginadas al revés. La verdad es que no había pasado de la página 50. Es un buen motivo para buscar una cita en ese fragmento:
"Sí; Moisés al escribir, tenía en el pensamiento, en la imaginación, todas las verdades que hemos podido descubrir en sus palabras, y también cuantas pueden ser descubiertas en ellas, y que no hemos descubierto todavía"
Una cita bocabajo.
Dios habla con Moisés, éste trasmite sus palabras a su pueblo y durante años esas palabras son interpretadas de forma que se encuentran a cada análisis verdades nuevas en ellas. Esto resulta del hecho de obviar que Dios no existe. Época tras época los analistas encuentran, y encontrarán en el futuro, verdades irrefutables en palabras que nunca fueron pronunciadas.
Sigamos. La Naturaleza de las cosas, de Lucrecio. Lo abandoné en la página 94, antes de que empezase a demostrar la naturaleza infinita del Universo. Esto parece tomar forma. Lucrecio sin las confirmaciones empíricas necesarias parece mostrarnos una composición del Universo científicamente coherente con la “realidad” aunque su visión cosmogónica sea poética, incluso épica. Me recuerda al delirio de Poe escribiendo Eureka. Aquí también parece que la necesidad de una Verdad irrefutable sea el motor filosófico, aunque todo se quede, como en el caso de Moisés trasmitiendo las palabras de Dios, en narrativa.
“No importa sólo ver el objeto, sino cómo se ve”, dice Montaigne en la página 112 de sus Ensayos, justo en el punto donde abandoné su lectura.
Hay demasiadas cosas que no leo. Esto es una confesión. Hay demasiadas cosas que no escribo. Esto es un alivio para muchos. La cuestión es que cuando las cosas parecen encajar se deberían llevar adelante. Ya nadie habla del Plan. En estos tiempos de crisis el Plan se está manifestando en toda su crudeza. No necesita ocultarse. No es tiempo de literatura. Pero las cosas encajan. Un hombre dice que alguien le ha hablado y esas palabras dan pie a un sinfín de interpretaciones. Por otro lado otro hombre trasmite la Verdad como si fuera un cuento, “con la miel de las Musas” y otro, en un delirio febril, compone una cosmogonía en la que la existencia del la persona que habló a ese primer hombre es irrefutable. Y en todo ello una serie de temas, todos los temas posibles según fueron recogidos por Kurt Vonnegut en su famoso decálogo (y si alguien ve la ironía en esto ya sabéis a quien se debe): “Alguien se mete en un lío y luego se sale de él; alguien pierde algo y lo recupera; alguien es víctima de una injusticia y se venga; el caso conmovedor de Cenicienta; alguien empieza a ir cuesta abajo y así continúa; dos se enamoran, y mucha otra gente se entromete; una persona virtuosa es acusada falsamente de haber pecado o de haber cometido un crimen; una persona se enfrenta a un desafío con valentía, y tiene éxito o fracasa; alguien inicia una investigación para conocer la verdad de un asunto, alguien da una conferencia a un público y cita a Vonnegut...”.
Hagamos una novela en estas condiciones.
O mejor no. Ya está todo escrito.
13 comentarios:
"Sólo Dios lee la verdad en el corazón de los hombres y la verdad es sólo para Él, a nosotros nos quedan los relatos" de "Al final del mar", Gabriel Sofer, ed. El olivo azul.
O bien: ya está todo vivido (y escrito) pero no nos queda más remedio que seguir viviendo (y escribiendo), aunque la existencia, la de dios y la nuestra y la de la hoja de papel, sean indemostrables.
J.
No hacer nada es un gran plan. Sobretodo no hacer algo porque hay que hacer algo. Meterse en la cama, taparse y sonreir, este es un plan estupendo. En fin, pereza esencial disfrutada, para poder colocarse fuera de aquí, a distancia de todo, envuelto como un gusano en la cama, en la vida.
Y leer. Mi actual plan es leer mucho, releer gran parte de lo que leí a los 20 años. y profundizar: comprar más libros del autor de cada uno de esos libros, hasta llenar paredes y lo que sea para, luego de leer a horas raras, volver a la cama y sonreir allí dentro, donde uno vive.
Es más entretenido leer lo que otros escriben y gracias que lo escriben. Yo estoy casi terminando "El zafarrancho aquel de via Merulana", y ando muy contento pensando que tal vez es el mejor libro que he leído nunca (en las tramas de Vonnegut equivaldría a aquella en que alguien inicia una investigación etc etc, aunque en realidad es un libro que va de pollos y del mundo gallináceo en general, y de su transformación verbal) ¡Es una maravilla de libro!
Saludos, Portnoy.
Imposible.
¿qué nos salvará, entonces?
Si le diéramos la vuelta a tu texto, tomando la frase como unidad básica del juego, comenzaría así:
"Ya está todo escrito. O mejor no"
Y continuaría:
"Hagamos una novela en estas condiciones".
No importa qué se lee sino cómo.
Hola, Portnoy:
No sigo con frecuencia tu blog, pero desde que lo descubrí en plena inercia tras leer los cuentos de Bolaño, me paso de vez en cuando.
Al texto no tengo nada que añadir. Me gustó y me gustaron los comentarios. Querría saber quién es el fotógrafo de la imagen de esta entrada y, si es posible, el título de la fotografía.
Un saludo, y felicidades por el blog.
«Martinique», 1 de enero de 1972.
Foto de André Kertész. Se usó para la portada de Exploradores del abismo. Por una extraña sucesión de hechos, concluí que esa era una imagen de Dios.
No importa qué se lee, sino cómo.
El Plan consiste en acabar con el Plan y nadie nos salvará.
Muchas gracias a todos por aguantar estas entradas tan pesimistas... y por vuestros comentarios.
Por cierto V. K., eres el segundo que me recomienda "El zafarrancho aquel de via Merulana", supongo que algún día tendré que leerlo.
Cuando lo leas, disfrutarás. Es una enciclopedia, al estilo del Tristram Shandy, por ejemplo. Pero lo mejor es cómo está escrito y cómo hay que leerlo. Pasadas un par de páginas uno ya empieza a descifrar el estilo y a encontrarlo de una lógica que te deja estupefacto. Leer descifrando, ¡qué libro y qué traducción de Juan Ramón Masoliver!, ahora mismo no se me ocurre nada mejor para celebrar el Bloomsday que leer esta via Merulana con estupendas digresiones rurales de Carlo Emilio Gadda.
Este libro es un reconstituyente de larga duración.
Un placer pasar a saludarte, Portnoy.
Y de paso no olvidaros que los de Sión siguen al acecho.
¿Que es el Plan? ¿ te refieres al inminente apocalipsis?
de cualquier modo, te dejo una cita de Vonnegut:
"El arte no es una forma de ganarse la vida. Es más bien una forma muy humana de hacer la vida más soportable. Practicar un arte, bien o mal, es una forma de hacer crecer el alma. Por el amor de Dios, canten en la ducha. Bailen con la música de la radio. Cuenten cuentos. Escriban un poema para un amigo o para una amiga, aunque sea pésimo. Háganlo tan bien como sepan y obtendrán una enorme recompensa. Habrán creado algo".
Kurt Vonnegut, Un hombre sin patria
saludos
Aca hay otra cita, esta es sobre Dostoievski:
"Cuando Dostoyevski estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego; tenía terrible sed
y no pedía agua, pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural de un cuerpo con hambre, sed o frío dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida»".
"dadme libros para que mi alma no muera"
vaya con eso
mas saludos
Permítame salir en defensa de Lucrecio y de los mayores poetas de todos los tiempos, los profetas. Lucrecio es un profeta del desasosiego... pero tiene piedad con su lector y se lo dice de la forma más bella, para que la amargura le sepa dulce.
Otra cosa: si sigue creyendo en Dios mientras se sigue defendiendo el relato.
He leído. Moisés, San Agustín, Montaigne y las musas, una gran universo de papel. Pero ha sido al llegar a la fotografía cuando me he dejado llevar.
Excelente imagen.
Que bonito articulo, no es de negar que lo que más nos caracteriza como humanos es el egoísmo y que solo nos caracterizamos por nuestros propios intereses.
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