Cuando en Offret (Sacrificio), la última película de Andrei Tarkovski, uno de los personajes dirige por primera vez sus ojos a la cámara (es un momento aterrador que implica al espectador y, al mismo tiempo, una ruptura narrativa que nos trastorna)...
... no sabemos todavía que, aunque nos la recuerde, la mirada de María es equiparable a la de la niña de Stalker.
Como testamento cinematográfico, Offret establece muchas relaciones con sus anteriores películas.
De momento, me quedo con esa mirada en la que nos miramos, esos espejos en los que el equipo cinematográfico no se refleja, esos cristales que no dejan ver lo que protejen.
... no sabemos todavía que, aunque nos la recuerde, la mirada de María es equiparable a la de la niña de Stalker.
Como testamento cinematográfico, Offret establece muchas relaciones con sus anteriores películas.
De momento, me quedo con esa mirada en la que nos miramos, esos espejos en los que el equipo cinematográfico no se refleja, esos cristales que no dejan ver lo que protejen.
2 comentarios:
Algunas de las cosas que debería hacer en cualquier caso antes de morir: ver películas de Tarkovski.
Un saludo islandés volcánico-ballenero y humeante.
Uno de los pocos grandes de verdad, Tarkovski.
Tu post me ha hecho recordar el corto Ditirambo vela por nosotros de Gonzalo Suárez, que acabo de ver hace apenas dos semanas -¡al fin se editan en DVD los primeros filmes de Suárez!-: hacia el final, Ditirambo se mira en el espejo después de pasarse toda la película investigando un caso insoluble; por su expresión parece haber hecho un descubrimiento, aunque la desolación/perplejidad no le abandona. Descuelga el espejo de la pared y lo dirige contra el espectador: lo que descubre el espectador es a la cámara y al equipo de rodaje, agazapados en la puerta del baño, grabando al protagonista y ahora también a él.
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