Ilustración de Laurence Hutton
Al final de Todas las almas aparece, a modo de epílogo, una conferencia dictada por Javier Marías titulada Quién escribe, en la que el autor intenta alejarse de la identificación con el narrador. Hay, explica Marías, muchos aspectos de la vida del narrador sin nombre de Todas las almas que coinciden con otros de la suya. Lo que podría considerarse un préstamo narrativo del autor. Pero otros que , deliberadamente por parte de Marías, son introducidos en las circunstancias del narrador que nada tienen que ver con el autor:
Lo curioso del caso es que durante la presentación del tercer volumen de Tu rostro mañana, Marías debía, al parecer ya con cierta molestia (*), seguir diferenciando al narrador del autor, y eso que en esa larga continuación de Todas las almas, el narrador leva un letrero en sus manos que dice “Jacobo Deza” y que debe leerse como “Yo no soy Javier Marías”
(*) Creo que Javier contaba la anécdota de la presentación de Tu rostro mañana, pero no he sabido encontrarla en las referencias a Javier Marías en Bluelephant Balad
De todas formas los tres libros de Tu rostro mañana se diferencian de lo que podría ser la esencia narrativa de Todas las almas. Aunque la digresión es un elemento primordial en las obras de Marías, en la “trilogía” es una forma de hacer avanzar la historia, mientras que en Todas las almas es, sencillamente, la idea central de la narración. Es posible que en esta novela de Marías haya un hilo narrativo de fondo, pero es tan tenue que mediada la novela comprendemos que Marías (perdón, el Narrador sin nombre) no quiere contarnos nada y, al mismo tiempo, contarnos todo sobre su estancia durante dos años en Oxford.
No sé hasta que punto esa ambición de abarcar todo es la que hace que el Narrador descubra un carácter en algunas ocasiones reprochable. Está claro que no quiere caernos simpático, que no intenta justificar sus acciones, que no oculta sus prejuicios ni sus fobias, que no es un narrador que, a fin de cuentas a quién le importa, quiera contactar emocionalmente con el lector.
Por eso en Todas las almas no importa el Narrador ni sus circunstancias. Lo que verdaderamente importa, y de eso deberían darse cuenta quienes aún se preguntan si lo que se cuenta le sucedió en realidad a Marías, es cómo se cuenta.
Estructura y estilo. Sencillamente… lo cual no es poco teniendo en cuenta que el principal recurso literario empleado es la siempre dificultosa y arriesgada digresión.
Y en ese sentido, en el de la excelencia estructural y de estilo, y, además, como muestra de las posibilidades narrativas de la digresión hay un capítulo modélico en Todas las almas. Un capítulo ejemplar, perfecto, de los que crecen desde dentro y terminan donde empezaron, dejándole al lector una sensación de plenitud que, quizás, le hace murmurar “ah, es así como se hace”… y responderse "sí, es eso en resumidas cuentas".
El capítulo empieza con una bolsa de basura, una bolsa negra de plástico y continúa por las librerías de viejo de Oxford, para encontrarse, un “domingo desterrado del infinito”, con Arthur Machen y una sociedad que lleva su nombre, y, entre todas esas cosas, la herencia literaria de Richard Francis Burton, los sótanos de las librerías, un perro con tres patas, una vendedora de flores, la pareja horrorosa…
No digo más, hay que leer Todas las almas. Y eso a pesar de que el propio autor parece hacer un símil, que seguro que a sus muchos detractores les encantará y lo habrán utilizado en su contra, centrado en la bolsa de basura:
Que cada cual lo interprete como quiera.
El Narrador que antes definí como “quien pudo ser yo” empezaba, por así decir, a no poder ser otro que yo, cuando precisamente la frase “ni tampoco es su prolongación, ni su sombra, ni su heredero, ni su usurpador”, lo que había logrado era, a mi juicio, que el Narrador no fuera Nadie, y por tanto que pudiera ser Cualquiera.
Lo curioso del caso es que durante la presentación del tercer volumen de Tu rostro mañana, Marías debía, al parecer ya con cierta molestia (*), seguir diferenciando al narrador del autor, y eso que en esa larga continuación de Todas las almas, el narrador leva un letrero en sus manos que dice “Jacobo Deza” y que debe leerse como “Yo no soy Javier Marías”
(*) Creo que Javier contaba la anécdota de la presentación de Tu rostro mañana, pero no he sabido encontrarla en las referencias a Javier Marías en Bluelephant Balad
De todas formas los tres libros de Tu rostro mañana se diferencian de lo que podría ser la esencia narrativa de Todas las almas. Aunque la digresión es un elemento primordial en las obras de Marías, en la “trilogía” es una forma de hacer avanzar la historia, mientras que en Todas las almas es, sencillamente, la idea central de la narración. Es posible que en esta novela de Marías haya un hilo narrativo de fondo, pero es tan tenue que mediada la novela comprendemos que Marías (perdón, el Narrador sin nombre) no quiere contarnos nada y, al mismo tiempo, contarnos todo sobre su estancia durante dos años en Oxford.
No sé hasta que punto esa ambición de abarcar todo es la que hace que el Narrador descubra un carácter en algunas ocasiones reprochable. Está claro que no quiere caernos simpático, que no intenta justificar sus acciones, que no oculta sus prejuicios ni sus fobias, que no es un narrador que, a fin de cuentas a quién le importa, quiera contactar emocionalmente con el lector.
Por eso en Todas las almas no importa el Narrador ni sus circunstancias. Lo que verdaderamente importa, y de eso deberían darse cuenta quienes aún se preguntan si lo que se cuenta le sucedió en realidad a Marías, es cómo se cuenta.
Estructura y estilo. Sencillamente… lo cual no es poco teniendo en cuenta que el principal recurso literario empleado es la siempre dificultosa y arriesgada digresión.
Y en ese sentido, en el de la excelencia estructural y de estilo, y, además, como muestra de las posibilidades narrativas de la digresión hay un capítulo modélico en Todas las almas. Un capítulo ejemplar, perfecto, de los que crecen desde dentro y terminan donde empezaron, dejándole al lector una sensación de plenitud que, quizás, le hace murmurar “ah, es así como se hace”… y responderse "sí, es eso en resumidas cuentas".
El capítulo empieza con una bolsa de basura, una bolsa negra de plástico y continúa por las librerías de viejo de Oxford, para encontrarse, un “domingo desterrado del infinito”, con Arthur Machen y una sociedad que lleva su nombre, y, entre todas esas cosas, la herencia literaria de Richard Francis Burton, los sótanos de las librerías, un perro con tres patas, una vendedora de flores, la pareja horrorosa…
No digo más, hay que leer Todas las almas. Y eso a pesar de que el propio autor parece hacer un símil, que seguro que a sus muchos detractores les encantará y lo habrán utilizado en su contra, centrado en la bolsa de basura:
“El resultado del discernimiento es esa obra que impone su propio término: cuando el cubo rebosa está concluida, y entonces, pero sólo entonces, su contenido son desperdicios.”
Que cada cual lo interprete como quiera.
5 comentarios:
Marcelino Pulido, el corresponsal de HermanoCerdo en Barcelona, había escrito una crónica de esa presentación, pero esta crónica desapareció cuando el servidor Cerdo fue atacado por los jaquers. Ni pelo ni hueso quedó.
Cierto, cierto, lo había olvidado... esos malvados jaquers.
Hace bastantes años que disfruté con Todas las almas, y todavía recuerdo ese capítulo que citas. Sobre esas reflexiones que te haces abundó Marías en la excelente "Negra espalda del tiempo", en mi opinión una jodida obra maestra. Por lo que he visto en tu blog creo que te podría sorprender, si todavía no la has leído. Dejo aquí una muestra, su arranque:
"Creo no haber confundido todavía nunca la ficción con la realidad, aunque sí las he mezclado en más de una ocasión como todo el mundo no sólo los novelistas, no sólo los escritores sino cuantos han relatado algo desde que empezó nuestro conocido tiempo"
Saludos
Negra espalda del tiempo la tenía en la lista de pendientes... tu recomendación calificándola de "jodida obra maestra" le hace subir en el escalafón.
Gracias ascensorista. Un saludo
Negra espalda del tiempo es quizás, la primera obra de su etapa sebaldiana, fotos aparte. Si la lees después de haber finalizado Tu rostro mañana no te va a sorprender casi nada. Desde luego que es menos derivativa, dentro de lo que es habitual en Digression Man. A mí me gustó mucho, no sé si hasta esa jodida categoría, pero es muy disfrutable.
Un saludo.
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