18/1/08

Haze, de Shinya Tsukamoto

Haze , de Shinya Tsukamoto basa su rotundidad cinematográfica en su duración: Menos de cincuenta minutos, títulos de crédito incluidos, en los que el director-actor juega con la angustia, la incertidumbre y la claustrofobia, casi logrando la total identificación del espectador (con la salvedad de que éste está más cómodo) con el protagonista (encerrado en un laberinto (maze) de túneles oscuros, casi tuberías, en los que es imposible mantenerse en pie)



Confusión, neblina, imagen oscura, sucia, primeros planos, casi obsesivos, que gritan, aquí estoy y no sé que hago aquí, ayúdame.



La duración es fundamental. Más tiempo hubiese sido redundante, menos no nos predispondría a aceptar el horror de la conclusión. Porque Shinya Tsukamoto es consecuente, de una manera casi inesperada para un director japonés. Sus películas, Gemini, Vital, por ejemplo, están construidas sobre una sólida base narrativa de trasfondo psicológico con la que explora mentes enfermas o alteradas. También Haze. Quizás Tetsuo ya anticipaba el horror claustrofóbico del hombre atrapado.
Pero además, con Tsukamoto, siempre está la carne.



Se me ocurre que Tsukamoto podría ser considerado el director japonés más occidental, por la forma en que resuelve sus películas, pero que sea así o no, no me parece relevante. De todas formas comentaré alguna película más de las suyas.
En Tijeretazos , web más que recomendable, hay una interesante entrevista con Tsukamoto

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