7/5/07

Elegía (Everyman), de Philip Roth

La venganza surgida de cualquier rincón mefítico levantará contra vos tal calumnia que no habrá integridad de conducta o inocencia de corazón que le detenga. La hacienda de vuestra casa se tambaleará, vuestro nombre será hollado. Para montar la última escena de vuestra tragedia, la crueldad y la cobardía, dos rufianes gemelos, pagados y azuzados por la malicia en la sombra, atacarán ala vez y entonces todas vuestras debilidades y errores- todos los tenemos, querido, créeme – se pondrán en evidencia. Créeme Yorick, cuando para satisfacer un apetito personal, se decide que una criatura desvalida e inocente debe ser sacrificada, resulta muy fácil encontrar leños para hacer la hoguera con que inmolarla, en cualquier matorral extraviado.
Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Lawrence Sterne en traducción de López de Letona para Cátedra.

La página en negro que introduce Sterne en su Tristram Shandy para marcar la muerte de Yorick, con un más que evidente paralelismo con el Hamlet de Shakespeare, al que se alude a través del “Alas, poor Yorick”, tiene su reflejo en la portada de la novela de Roth. Si para el escritor estadounidense tiene tanta importancia el color de la portada, como para obligar a todas las ediciones a mantenerla, la relación no puede ser casual.

El epitafio grabado en la lápida, ¡Ay, pobre Yorick! Es leída diez veces cada día con “los tonos lastimeros más variados, lo que denota la estima y comprensión que se le profesa. Por el sendero que cruza el camposanto junto a su tumba no hay persona que al pasar no se detenga para mirar hacia la sepultura y suspirar al paso ¡Ay! ¡Pobre Yorick!”
Y a continuación la página en negro.



The classic is called Everyman, it's from 1485, by an anonymous author. It was right in between the death of Chaucer and the birth of Shakespeare. The moral was always "Work hard and get into heaven", "Be a good Christian or go to hell". Everyman is the main character and he gets a visit from Death. He thinks it's some sort of messenger, but Death says, "I am Death" and Everyman's answer is the first great line in English drama: "Oh, Death, thou comest when I had thee least in mind." When I thought of you least.
(The Guardian, Interview with Philip Roth about Everyman)

Everyman, the play

Esta voluntad de Roth de crear Everyman a partir de referentes provenientes de la literatura inglesa, condiciona en gran medida el carácter de la novela, pero al mismo tiempo sentimos que es una obra que reúne todas las características de las de su autor.
Sexo, Muerte, Pasado y Realidad son en líneas generales los temas principales de las novelas de Roth. Estos cuatro temas no siempre coinciden, pero se mezclan de tal forma que, siendo característicos, al mismo tiempo establecen líneas que unen distintas novelas, como paralelismos narrativos que relacionan una novela con otras. Sexo y Muerte relacionan a El animal moribundo con El teatro de Sabbath; Pasado y Realidad a La conjura contra América con Me casé con un comunista o Pastoral americana, la cual apela a La mancha humana que también se relaciona de alguna manera con El teatro de Sabbath. Y tenemos por ahí reclamando su dosis de relación a Patrimonio y a Operación Shylock, ambas “historias verdaderas”.

Elegía se inicia en un cementerio y prácticamente termina en otro (aunque anterior en la línea cronológica narrativa) y es un viaje a través de la vida de su protagonista, un innominado personaje, a fin de cuentas un Everyman que exclama sorprendido al final de su viaje “Oh, Muerte, vienes cuando menos se te espera”, aunque comprobaremos que a lo largo de su vida sus encuentros con la Muerte han sido varios, siempre inesperados, siempre cuando la Muerte es lo último en lo que pensamos. La vida es en Elegía una serie de encuentros postergados y un cúmulo de experiencias y de situaciones que en gran medida sólo subsisten en la memoria. En la memoria de quienes se reúnen al inicio del libro para enterrar al personaje principal debe perdurar lo (poco) que saben sobre la vida de éste. Es entonces cuando Roth construye un entramado literario para albergar la memoria, la vida, que se pierde tras la muerte, y puede ser, en este sentido, un intento de preservar las vivencias a través de la narrativa.
¿Pero que ocurre cuando esa memoria que se pretende conservar pertenece a un ente ficticio?
El juego que propone Roth es retorcido y malsano: Sea o que sea que podemos rescatar de la vida de un hombre, el resultado final será tan falso como la vida de un personaje ficticio. O tan “real”, no importa como lo consideremos. La memoria, imaginada o histórica pertenecerá siempre al campo de la ficción.
Philip Roth potencia ese efecto desapareciendo de la narración, planteando Everyman como fruto de un narrador omnisciente, no uno de sus narradores personificados, Zuckerman, Keppesh, Portnoy, incluyendo al mismísimo Philip Roth. La sensación literaria que consigue, apelando a un clasicismo extraño en él, es aún mayor. La brevedad del texto nos avisa de lo insignificante de nuestras vidas, de lo poco destacable que podemos entresacar de ellas. La negritud de la portada, que se cierra como un sarcófago, como dice Fresán, anuncia la Nada.

El teatro de Sabbath tiene también dos escenas memorables en distintos cementerios. En una de ellas, Mike Sabbath se masturba sobre la tumba de su amante muerta. En otra, Sabbath planifica su entierro hablando con los empleados del cementerio, al igual que ocurre en Everyman. Sin embargo esa similitud aumenta la diferencia entre las dos novelas. El tiempo que resta es cada día menor, quizás ya no sea tan divertido hacer de la inminencia de la Muerte tema para una desmesurada comedia.

Enterrador: ¡Mala peste de loco! Un día me vació en la cabeza una jarra de vino del Rhin. Esta calavera, señor, es la de Yorick, el bufón del rey.
Hamlet: ¿Ésta?
Enterrador: La misma.
Hamlet: Deja que la vea. ¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocía, Horacio: tenía un humor incansable, una agudeza asombrosa. Me llevó a cuestas mil veces. Y ahora, ¡cómo me repugna imaginarlo! Me revuelve el estómago. Aquí colgaban los labios que besé infinitas veces. Y ahora, ¿dónde están tus pullas, tus brincos, tus canciones, esas ocurrencias que hacían estallar de risa a toda la mesa? ¿Ya no tienes quien se ría de tus muecas? ¿Estás encogido? Vete a la estancia de tu señora y dile que, por más que se embadurne, acabará con esta cara. Hazla reír con esto.



Everyman, por Alvy Singer
Everyman en Bluelephant
Cheever y Roth

7 comentarios:

Javier Moreno dijo...

"Si para el escritor estadounidense tiene tanta importancia el color de la portada, como para obligar a todas las ediciones a mantenerla, la relación no puede ser casual."

No todas.

Portnoy dijo...

Eso me pasa por hacer caso a Fresán (Rodrigo)

Javier Moreno dijo...

Nadie es perfecto. :P

El Miope Muñoz dijo...

Me honra decirle que ya comenté una rothiana antes que el gran portnoy pero ¡que diantres! Esta crítica la llevo mucho tiempo esperando para poder concluir la mia con un duelo entre carpe diem (que por otra se parece mucho a esta) de bellow y el ya penúltimo roth.

Anónimo dijo...

genial el blog gran oportacion , felicitat

Portnoy dijo...

Las cosas van como van... y en mi caso van cada vez más lentas. Espero esa apostilla a tu comentario sobre Everyman, Alvy.
Gracias oktomanota, un placer verte por aquí

José L. Solé dijo...

La vida en Elegía es también un ensayo para la muerte, para everyman en general y para el protagonista en particular...
Nunca es tarde para descubrir a un gran autor, como es mi caso, lo que ya no sé es si es perdonable. Más allá de conexiones shakespearianas que no acabo de entender, aunque me resulté curioso el tema del color de la portada en negro, me ha parecido una muy buena novela de Roth, espero que preludio de futuros goces como lector de su obra...

Saludos.-