22/5/06

Test literario; primera pregunta.

¿A qué olía el líquido negruzco y viscoso que rezumó del cadáver de la veleidosa mujer ante la mirada horrorizada de su pusilánime marido, en la novela de Jacques Homais, olor al que, años más tarde y a miles de kilómetros, el dramaturgo sureño James T. Benbow calificó de “caliginosa podredumbre con el mismo olor que los desfavorecidos destripaterrones que piensan que el sudor que impregna sus sucios monos de trabajo, que sólo se cambian para asistir a la iglesia por un oscuro traje adobado de naftalina y con tantos planchados que resulta imposible creer que su tenue consistencia pueda aguantar el calor de la plancha una vez más antes del próximo domingo, es el estigma que les abrirá las puertas del paraíso”?

a- A lo mismo que la materia de los sueños

b- A cierto olor acre. A tinta.

c- A mierda, como una de las marcas del hijo de puta, según Anselmo Cifuentes.

6 comentarios:

Javier Moreno dijo...

d- A ese hedor que se acumula en el fondo de las heladeras y aguarda, paciente, su retorno a la carne.

(Es curioso que de las nueve novelas de Homais, sólo esa, que es considerada la más floja, haya sido traducida al castellano.)

Anónimo dijo...

Sta, Viator: amabilem conjugem calcas.

(Qué juventud esta. Maldito botellón.)

Anónimo dijo...

(Por cierto, nota curiosa: hace años paseaba yo por el anchuroso campo manchego, en ovinos abundoso, y topé con una cornamenta cadáver. Tomé un cuerno (el derecho), de sospechoso macho cabrío, y fantaseé con la posibilidad de verme bebiendo cerveza a la manera de un vikingo hollywoodiense. Pero entonces acerqué la nariz -la mía- al cuerno -el del ovejo- y el olor me tiró de espaldas. Moraleja 1: los vikingos no eran nada remilgados. Moraleja 2: los olores a cornamenta son repugnantes y traicioneros. Moraleja 3: Nunca metas la nariz donde no debes.)

Portnoy dijo...

Sett, lo del cuerno era un claro aviso: No dejés jamás el orujo... mira que querer pasarte a la cerveza. :-)
Sí, j., lamentable. La obra de Homais no merece ese trato injusto... al menos, siempre nos quedará París.
Un saludo

Anónimo dijo...

Como huela al halcón maltés me parto de risa.

Portnoy dijo...

entonces ¿a escayola y pintura negra, Cristina?
Un saludo