Antes de abandonar Saint-Denis fui recibido por el rey y tuve con él la siguiente conversación.
—¡Bien! —me dijo Luis XVIII, iniciando el diálogo con esta exclamación.
—Bien, Sire, ¿aceptáis al duque de Otranto?
—No ha habido más remedio: desde mi hermano hasta el bailío de Crussol [y éste no era sospechoso], todos decían que no podíamos hacer otra cosa: ¿qué piensa usted?
—Sire, la cosa está hecha: pido permiso a Vuestra Majestad para no pronunciarme.
—No, no, diga: ya sabe lo mucho que me he resistido desde Gante.
—Sire, yo no hago sino obedecer vuestras órdenes; disculpad mi franqueza: creo que la monarquía está acabada.
El rey guardó silencio; yo comenzaba a temblar por mi osadía, cuando Su Majestad prosiguió:
—Pues bien, monsieur de Chateaubriand, soy de su misma opinión.
Memorias de ultratumba; François-René de Chateaubriand
Traducción de José Ramón Monreal para Acantilado.
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