17/5/19

Cuatro mensajes nuevos, de Joshua Cohen

No soy de relatos, ya lo sabéis. Pero también que a veces hay relatos que me deslumbran. Uno de los que componen este libro de Joshua Cohen es de esas extrañas y magníficas composiciones.
Con la edad, uno tiene que ponerse a la defensiva. Descubres escritores que podían ser tus hijos. Es decir que sientes como tu lugar en el mundo está siendo lenta pero implacablemente desplazado hacia la nada. Y eso me pasa con Cohen. En primer lugar Cohen trata temas recurrentes imbuidos en nuestro presente, con todo lo que conlleva. Y una de las singularidades de nuestra "nueva sociedad" es la tecnología. Lo que para viejos como yo es una especie de "realidad virtual" a la que prestamos atención tangencial, desdeñándola en muchas ocasiones, es para esa generación que nos despeñará en el abismo, una realidad tan consistente y plena que no debe ni puede ser considerada virtual.
ES la Realidad.
Por eso cuando escritores mayores hablan de cosas de internet suelen sonar bastante forzadas.
Pero en Cohen, dos de cuyos relatos tratan sobre alguien que quiere eliminar su presencia en la red y otro, el que más me ha gustado, sobre la búsqueda de unos realizadores de películas porno, y otro presenta el uso de la red de forma laboral, el empleo de todo aquello que algunos nos empeñamos en situar todavía en un limbo de irrealidad, de virtualidad inconsistente, es presentado y empleado de forma perfectamente natural.
Pero después, en un relato ambientado en los ochenta, creo, liberado de la influencia tecnológica, Cohen demuestra su dominio de la narración haciendo una especie de correlato entre las épocas analógicas y digitales, en el que la construcción de un edificio supone una especie de alegoría sobre el pasado.

En segundo lugar tenemos el lenguaje. Una forma de expresarse más o menos coloquial, que se autocorrige incesantemente, académica y ligera al tiempo, en la que está presente continuamente el hecho de la escritura, en la que la publicidad y la tecnología se inmiscuyen sin que el autor intente impedirlo, todo ello despojado de trivialidad, muy trabajada y elaborada. Todo ello alcanza su máximo en la narración que más me ha gustado, Enviado, en el que un relato mítico de corte clásico va degenerando hasta llegar a lo más sórdido y aún así representar una especie de nuevo relato mítico contemporáneo.

En fin, habrá que tener en cuenta a Cohen.

(Y eso que había dicho que no iba a volver a leer narrativa contemporánea)

2 comentarios:

Andrés dijo...

"...sobre la búsqueda de unos realizadores de películas porno..."

Huele a este mismo segundo.

Gracias por las ideas, señor Avilés. Gracias por las reseñas.

Portnoy dijo...

Gracias a ti por tu comentario.

(¿"Huele a este mismo segundo"?)