No soy de relatos, ya lo sabéis. Pero
también que a veces hay relatos que me deslumbran. Uno de los que
componen este libro de Joshua Cohen es de esas extrañas y magníficas
composiciones.
Con la edad, uno tiene que ponerse a la
defensiva. Descubres escritores que podían ser tus hijos. Es decir
que sientes como tu lugar en el mundo está siendo lenta pero
implacablemente desplazado hacia la nada. Y eso me pasa con Cohen. En
primer lugar Cohen trata temas recurrentes imbuidos en nuestro
presente, con todo lo que conlleva. Y una de las singularidades de
nuestra "nueva sociedad" es la tecnología. Lo que para
viejos como yo es una especie de "realidad virtual" a la
que prestamos atención tangencial, desdeñándola en muchas
ocasiones, es para esa generación que nos despeñará en el abismo,
una realidad tan consistente y plena que no debe ni puede ser
considerada virtual.
ES la Realidad.
Por eso cuando escritores mayores
hablan de cosas de internet suelen sonar bastante forzadas.
Pero en Cohen, dos de cuyos relatos
tratan sobre alguien que quiere eliminar su presencia en la red y
otro, el que más me ha gustado, sobre la búsqueda de unos
realizadores de películas porno, y otro presenta el uso de la red de
forma laboral, el empleo de todo aquello que algunos nos empeñamos
en situar todavía en un limbo de irrealidad, de virtualidad
inconsistente, es presentado y empleado de forma perfectamente
natural.
Pero después, en un relato ambientado
en los ochenta, creo, liberado de la influencia tecnológica, Cohen
demuestra su dominio de la narración haciendo una especie de
correlato entre las épocas analógicas y digitales, en el que la
construcción de un edificio supone una especie de alegoría sobre el
pasado.
En segundo lugar tenemos el lenguaje.
Una forma de expresarse más o menos coloquial, que se autocorrige
incesantemente, académica y ligera al tiempo, en la que está
presente continuamente el hecho de la escritura, en la que la
publicidad y la tecnología se inmiscuyen sin que el autor intente
impedirlo, todo ello despojado de trivialidad, muy trabajada y
elaborada. Todo ello alcanza su máximo en la narración que más me
ha gustado, Enviado, en el que un relato mítico de corte
clásico va degenerando hasta llegar a lo más sórdido y aún así
representar una especie de nuevo relato mítico contemporáneo.
En fin, habrá que tener en cuenta a
Cohen.
(Y eso que había dicho que no iba a
volver a leer narrativa contemporánea)
2 comentarios:
"...sobre la búsqueda de unos realizadores de películas porno..."
Huele a este mismo segundo.
Gracias por las ideas, señor Avilés. Gracias por las reseñas.
Gracias a ti por tu comentario.
(¿"Huele a este mismo segundo"?)
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