8/1/16

Los desafortunados, de B. S. Johnson

1- Lo más o menos objetivo.

Dice Anthony Cronin en su biografía de (o en su cotilleo biográfico en torno a) Beckett, que éste decidió repartir el importe del Premio Nobel entre “escritores que pudieran merecerlo y que necesitasen algo de dinero”:

Uno de los beneficiarios de su generosidad fue un novelista experimental, B. S. Johnson, del que se dijo que se había comprado un coche deportivo con el dinero del Nobel de Beckett”

(obsérvese no solo lo que dice, también (más) en cómo lo dice)

Ocurrió (si es que ocurrió) en 1969, el mismo año en que Johnson publicó Los desafortunados.
La novela (como ya sabe todo el mundo) se presenta en una caja que contiene (sin contar el prólogo de Jonathan Coe, en la edición de Rayo Verde, traducción de Marcelo Cohen) veintisiete pliegos sueltos, que se deben leer, salvo los marcados como Inicial y Final, en orden completamente aleatorio, de forma que simulen la divagación mental en torno al pasado y al presente del narrador en primera persona.
Lo cual consigue de forma extraordinaria.

Por otra parte la novela pretende remarcar (y lo consigue) la fragilidad y subjetividad de la memoria. “No consigo recordar. La mente tiene fusibles”, dice el narrador, pero por otra parte también dice que lo que recordamos es en su mayor parte basura.

Acudir a un partido de fútbol del que debe redactar para un periódico una crónica, dispara sus recuerdos en torno a un amigo de juventud ya fallecido.
Con estas premisas se podría esperar una especie de elegía por el amigo muerto. Pero lo que nos encontramos es un texto en el que prevalece el punto de vista solipsista y egoísta del narrador, en el que lo único narrable, antes que los hechos, es la mente que recuerda esos hechos con todas sus limitaciones y singularidades subjetivas.

El resto, lo que “realmente” ocurrió, desde el punto de vista narrativo, no es más que una mentira. A la conclusión que nos quiere llevar el autor, perdón, el narrador, es que todo relato surgido de la memoria reemplaza a la “verdad”. Toda la narrativa es un compendio de subjetividades egoístas. Y, a pesar de lo cruel que pueda ser esta reflexión para la personalidad del narrador, Johnson alcanza y transmite todos sus objetivos y reflexiones en torno a la memoria y la narración.

¿Jugó eso en contra del autor a la hora de ser valorada Los desafortunados?
¿Su visión egoísta de la narrativa lo degradó a ser el tipo que dilapidó el dinero de Beckett en un deportivo?

Lo que es cierto, objetivamente (es decir, ciñéndonos al texto, a sus intenciones y su mensaje) es que Los desafortunados es una novela perfecta.

2- Lo subjetivo.

De alguna manera, que nada tiene que ver con el texto, sino con su formato, se me dispara la angustia.
¿Y si esta no es la novela completa de Johnson?
¿Y si alguien (ajeno a la edición de Rayo Verde y a su traducción) ha añadido o sustituido algún pliego por otro de su creación?
¿Y si lo que estoy leyendo no es exactamente lo que escribió Johnson, y si algún pliego se extravió bajo un sofá y alguien improvisó un fragmento añadiéndolo al conjunto?
Me pasa lo mismo con los ebook. ¿Y si alguien, entre la edición y la descarga, ha modificado el texto del libro electrónico, ha suprimido pasajes o ha añadido otros?
¿Y si alguien me ha suplantado para escribir esto?
¿Y si alguien accede a mi cuenta y modifica lo que escribo?

Un “libro físico” parece dar más consistencia y validez a un texto escrito. Como si su solidez asegurase su integridad. Un texto bien cosido a su portada le proporciona cierta inalterabilidad.

Recordad. Queremos tanto a Glenda.



3- Más subjetivo todavía (si eso es posible)

¿De dónde saco la idea de que Johnson, un tipo feo y gordo (él mismo se describe... describe a su narrador de esa manera) acosaba a Beckett en los bares de París (los pubs ingleses es otro de los motivos principales de Los desafortunados, como si toda la acción pasase a través del tiempo de pub en pub) para que leyese sus textos y arrancarle unas frases que incluir en las contraportadas de sus novelas?

Un escritor muy dotado, y que merece mucha más atención de la que ha recibido hasta ahora”, Samuel Beckett.

¿De dónde?

No consigo recordar. La mente tiene fusibles

Recordar mal. Recordar falsedades.

Lo que dijo Beckett sobre Johnson no debe ser desdeñado.

2 comentarios:

Trayectos ciegos dijo...

Chapeau por esta entrada, Javier.

Portnoy dijo...

Gracias :-)