7/12/11

Ágape se paga, de William Gaddis (II)

Una vez escribí una especie de relato sobre un tipo en una cama que desgranaba un monólogo caótico. Algo de eso hay en Constatación brutal del presente. Luego, a La hora del lobo de Ingmar Bergman, hay que añadir Ágape se paga, de William Gaddis como referencias imposibles de la-cosa-esa-que-escribí. Una película que no había visto, una novela que no había leído. Tengo la sensación que la lista se hará interminable. Podría decir en mi descargo que el espíritu de nuestra época se filtra en lo que escribo.
En fin.
Cuando uno reflexiona detenidamente sobre una cuestión todo cuanto percibe se remite a ella. Así, acuciado por las críticas que inciden en la “dificultad” como uno de los escollos de mis textos, percibo cierta tendencia (y no excluyo a estas alturas estar un poco paranoico con el tema) que apuntan a descartar los textos que obliguen al lector a cierto esfuerzo.

Que conste que a partir de ahora nada de lo que diga tiene que ver conmigo.

Leo por ahí que el Ulises está superado o que a cierta edad se debería dejar de leer a Beckett o que los textos deben ser inteligibles. Todo apunta a que la sencillez debe primar en el estilo y que los textos, en definitiva, deben contar algo.
La inmediatez de nuestra vida líquida, como dice Bauman, “ha situado el valor de la novedad por encima de lo perdurable”. Un texto que encierre cierta dificultad exige al lector que dedique cierto tiempo a su lectura y, por lo general, implica una reflexión sobre él. Algo totalmente en desacuerdo con la celeridad consumista de nuestros días. La dificultad narrativa parece contar con la desaprobación de la mayoría, no tanto por su característica concepción sino por ir en contra de los tiempos que vivimos.
Y en ese contexto de sencillez generalizada no es de extrañar que se haya calificado a Gaddis como “maestro de la dificultad” (o algo así). No obstante parece algo contradictorio ya que él reconoció la influencia de Bernhard en la composición de Ágape se paga. Bernhard, el Broch de La muerte de Virgilio, Beckett, Joyce son maestros de la dificultad. Gaddis también, pero en comparación, Ágape se paga es un paseo.
Pero en comparación.
En sí misma Ágape se paga es una novela de un único párrafo, un delirante monólogo de un hombre recluido en una cama rodeado de papeles que se desordenan. Y sí, ahí están Bernhard y Beckett. Pero también Gaddis de forma muy personal y elocuente.
Porque lo que William Gaddis nos cuenta a través de su narrador es la degradación de nuestra cultura, la progresiva conversión de todo acto creativo en una simulación de ese acto, la mecanización arrolladora del arte y la eliminación del artista como intermediario entre la obra y el público. La demoledora tiranía del público.

La pianola como símbolo de nuestra cultura.



(continuará)

5 comentarios:

mertin dijo...

muy interesante. No tienes nada en formato digital de Gaddis para compartir? No encontré absolutamente nada en la web

Anónimo dijo...

Lo leí hace tiempo, y he de decir que creo has dado en el clavo.

Unknown dijo...

yes mertin right
muy interesante. No tienes nada en formato digital de Gaddis para compartir? No encontré absolutamente nada en la web
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Vero dijo...

Dejo una cita de Marcelo Cohen, escritor argentino, de una entrevista que desgrabé. Viene al caso. "Hay pocos lectores para los libros importantes porque, para resumirlo un poco groseramente, los libros decisivos siempre están un poco por delante de su tiempo, los lectores no están preparados para recibirlos, sorprenden y en el alud de libros que se publican, los de acceso más trabajoso, sobre todo en este mundo, son menos atendidos. Requieren inquietud, atención, concentración, y no son muchos los lectores dispuestos a brindar eso, quieren una excitación un poco más rápida. Y aquéllos son los libros que cambian a los lectores."

Anónimo dijo...

Pianola Funcionando en Argentina tocando un tango :
http://www.youtube.com/watch?v=u8xjT8HuRCo&feature=plcp
Saludos