17/8/11

Tras el hombre de negro en la Revista Mamajuana

Una vez expliqué que me resultaba imposible hablar sobre Nacho Vegas, al que admiraba tanto en su faceta musical como en la prodigiosa narratividad de las letras de sus canciones. Entonces lo dejé correr y empecé a trazar un ambicioso plan que consistía en sobrevivir.

Después del especial de Mapache Press sobre Nacho Vegas entendí que yo no tenía nada más que decir sobre el músico de Gijón.
Pero un día escuche en bucle más de diez veces Perplejidad con ese inquietante coro de niños explicando que el huracán lo arrasó todo y, claro, quedé bastante afectado.
El resultado fue una especie de relato que no es un relato, una reseña musical que intenta explicar (sin lograrlo) cómo una ciudad puede influir en la narrativa de un músico. En fin, el texto “Tras el hombre de negro” lo podéis encontrar en la revista Mamajuana Digital, una primera colaboración que espero (ahí entra en juego mi pereza) no sea la última.


Nota para futuras notas: Explorar la coincidencia entre Nacho Vegas y Enrique Vila-Matas respecto a sus recurrencias a las mujeres del tiempo.

2 comentarios:

José L. Solé dijo...

El huracán podría ser una referencia al "Freak Show" de Enrique Bunbury (posiblemente el mejor álbum que se ha hecho jamás en España), del que Vegas formó parte junto a otros excelentes músicos, años antes de aquella otra masterpiece: "El tiempo de las cerezas", que Nacho se marcó junto al genio aragonés.
Relato o reseña musical, llámalo como quieras, en todo caso vale la pena ser leída...

El tiempo los pondrá, a ambos2, en su lugar: la posteridad.

Ana P. dijo...

Tenía yo antes otro concepto de Nacho Vegas. Ahora que ha cambiado, y a peor, me quedan sus canciones. De vez en cuando aún me pongo el videoclip de la canción de Michi Panero (tiene un título tan largo que prefiero resumirlo siempre).

Imagino que sonará a pregunta aprovechada, pero, ¿admite colaboradores esa revista, aunque sea por amor al arte y esporádicamente? Una siempre intenta acercarse a este mundillo literario, y siempre parece que están todas las puertas cerradas...